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Donald Trump, Emmanuel Macron y Volodímir Zelenski. Efe

Notre Dame reabre sus puertas y reactiva el esplendor de Francia en plena crisis política

Cinco años y siete meses después del gran incendio, la catedral de París acoge de nuevo al público y a decenas de mandatarios mundiales, incluidos Trump y Zelenski

Enric Bonet

París

Sábado, 7 de diciembre 2024, 16:58

Con tres golpes en la puerta con su bastón. El arzobispo de París, Laurent Ulrich, realizó este gesto lleno de simbolismo para oficializar un momento esperado: la reapertura de Notre Dame. Eran las siete y cuarto de la tarde de este sábado. Cinco años y ... siete meses después del gigantesco incendio del 15 de abril de 2019, la catedral parisina ha renacido de las cenizas.

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«Notre Dame, modelo de fe, abre tus puertas para unir en la felicidad a los hijos de Dios», aseguró Ulrich tras haber dado sus golpes con el bastón mientras los cánticos de un coro de niños acompañaba sus palabras. Pocos minutos después, tuvo lugar uno de los momentos más emotivos: la entrada en el templo del siglo XIV de los bomberos que apagaron el incendio y una parte de los 1.300 artesanos que han hecho realidad su rápida restauración. Así empezó un acto solemne que ha devuelto la catedral a su grandeza.

Notre Dame presenta ahora un aspecto espléndido con unos muros más blanquecinos y brillantes que antes del incendio. La aguja del crucero de Viollet-le-Duc y la armadura de madera de la parte superior, conocida como el «el bosque», han sido restituidas de manera idéntica.

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La rapidez de las obras, prácticamente cumpliendo el plazo de cinco año fijado el día después de la catástrofe por Emmanuel Macron, ha representado un motivo de orgullo para el presidente francés. Este ha tenido un rol destacado en un acto de grandeur —que tanto le gustan— en un momento en que se encuentra claramente contra las cuerdas por la crisis política y económica en su país, tras la moción de censura exitosa contra el primer ministro Michel Barnier.

«Las campanas de Notre Dame vuelven a sonar (…) y eso que hubo un momento en que pensamos que nunca más escucharíamos su voz», aseguró Macron en su discurso desde el interior de la catedral. Esta iglesia «representa lo que debería ser una nación: la fraternidad de un pueblo que logra hacer grandes cosas», añadió. El arzobispo Ulrich le expresó «la gratitud de los parisinos y de los creyentes del mundo entero por haberles devuelto este edificio».

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El jefe del Estado de Francia y la primera dama Brigitte Macron asistieron al acto sentados al lado de Donald Trump, al que investirán en enero como presidente de Estados Unidos. Una mezcla de personalidades francesas —entre ellas, los expresidentes François Hollande y Nicolas Sarkozy— e internacionales presenciaron el acto. Supuso el pistoletazo de salida a un fin de semanas con varias ceremonias religiosas. Y, sobre todo, el inicio de la acogida del público, que ya no deberá conformarse con contemplar solo desde el exterior esta joya del arte gótico.

Elon Musk, entre los asistentes

La reapertura representó la oportunidad para que París se haya convertido este fin de semana en el escenario de una especie de cumbre diplomática. Eso se ha visto reflejado en un amplio despliegue policial que restringió de manera considerable la circulación en la Île de la Cité, en el corazón de la capital francesa. Hubo mandatarios destacados presentes, entre ellos el ucraniano Volodimir Zelenski —ovacionado al entrar en la catedral—, la italiana Giorgia Meloni, el presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, o la primera dama estadounidense, Jill Biden.

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La baja más significativa fue la del Papa Francisco. El pontífice argentino rehuyó de la pomposidad de la reapertura, con 450 periodistas acreditados. Los arzobispos franceses leyeron un mensaje suyo en que destacó «la valentía de los bomberos» y «el gran impulso de solidaridad internacional», que permitió recaudar los 850 millones de euros con los que financiaron la reconstrucción.

Trump y Zelenski hablan de un mundo que «se ha vuelto loco»

El presidente francés, Emmanuel Macron, improvisó ayer una cumbre trilateral con Donald Trump y Volodímir Zelenski antes de la inauguración de la restaurada catedral de Notre Dame. El tema de la reunión estaba claro: cómo actuar ante la invasión rusa de territorio ucraniano. Hablaron durante media hora. Y Zelenski defendió la posiblidad de alcanzar «la paz por la fuerza». También dijo que la cita había sido «buena y productiva».

A menos de dos meses de que Trump regrese a la Casa Blanca y cerca de que se cumplan tres años del inicio del conflicto entre Rusia y Ucrania, Zelenski trata de asegurar el apoyo, hasta ahora vital, de Estados Unidos. «Todos queremos que esta guerra termine lo antes posible y de manera justa», deseó.

Trump, por su parte, dejó una frase que de inmediato tuvo un gran eco mediático: «El mundo se está volviendo un poco loco en estos momentos». De eso, desveló, charló con Macron y Zelenski. Tras la reunión, el presidende francés se mostró «orgulloso de la amistad entre los Estados Unidos de América y Francia». «Tenemos -agregó- muchos desafíos que enfrentar juntos».

También denegó la invitación la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, cuyo anuncio la víspera del acuerdo de libre comercio de la Unión Europea con Mercosur fue percibido en Francia como un bofetón a Macron. A pesar de haber sido invitados, el rey Felipe VI y el ministro de Cultura, Ernest Urtasun, no viajaron a París.

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Reunión entre Trump y Macron

Trump, con un olfato político innegable, aprovechó las múltiples ausencias para convertirse en uno de los protagonistas de la jornada. Y eso que esta vez no hizo ninguna de sus sonadas declaraciones. Llegó por la mañana a París, donde lo acompañó el multimillonario —y futuro integrante de su equipo gubernamental— Elon Musk, propietario de Tesla e X. El futuro inquilino de la Casa Blanca se reunió con Macron en el Elíseo, así como con el príncipe Guillermo.

«Quizás deberían tirar agua con helicópteros. ¡Qué actúen rápido!», tuiteó Trump la fatídica noche del 15 de abril. Afortunadamente, los bomberos de París no le hicieron caso, puesto que eso hubiera dañado aún más la estructura. Su coraje resultó clave para que Notre Dame haya renacido finalmente de las cenizas.

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