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Con el fin de relanzar el para Europa vital eje franco-alemán, el presidente francés, Emmanuel Macron, ha iniciado este domingo en Berlín una visita de estado de tres días a Alemania, en la que espera lograr un acercamiento en la relación personal con el ... canciller federal, Olaf Scholz, hasta ahora algo fría y distante. Se trata de la primera visita de estado de un máximo mandatario galo a su gran país vecino en 24 años. La última fue la de Jacques Chirac en el año 2000, cuando el socialdemócrata Gerhard Schröder gobernaba Alemania y Johannes Rau presidía el país. Ni Nicolas Sarkozy ni Francois Hollande tuvieron ese privilegio en tiempos de Angela Merkel, que en sus 16 años al frente del ejecutivo germano nunca recibió a un presidente francés en visita de estado.
Tras ser recibido con el máximo protocolo y los 21 cañonazos de rigor para este tipo de actos, Macron se sumó al poco de llegar a Berlín al presidente federal de Alemania, Frank Walter Steinmeier, para participar en la fiesta popular de la democracia, que este fin de semana se ha celebrado en el barrio gubernamental de la capital alemana para conmemorar el 75 aniversario de la aprobación de la Ley Fundamental y la fundación de la República Federal. El presidente francés se mostró «muy orgulloso» de poder acudir al evento con su esposa y dejó claro que en esta jornada no había espacio para las diferencias actuales entre los dos países en varias cuestiones cruciales.
«Siempre hemos dialogado y siempre hemos discutido juntos», dijo Macron, para el que «existen muchas más cosas que nos unen que asuntos que nos separan». Añadió que «no es cierto» que el motor de la UE esté renqueando y aseguró que «no hacemos sino avanzar». El máximo mandatario galo aprovechó la ocasión para hacer campaña ante las próximas elecciones al Parlamento Europeo del 9 de junio, que, dijo, tienen lugar en un «momento decisivo», a la vez que advirtió de que «Europa puede morir» si no es capaz de responder a los retos que afronta, desde la guerra en Ucrania a una descarbonización de la economía de manera justa y social.
«Si no lo conseguimos, el crecimiento de mañana tendrá lugar en otra parte», subrayó Macron, que también tuvo palabras para el alza de los partidos ultraderechistas en varios países del continente, entre ellos la propia Francia y Alemania. «Están atacando incluso a la democracia», dijo el presidente galo sin citar partido alguno, aunque consciente de que Ressemblement National y Alternativa para Alemania son formaciones que podrían incrementar su presencia en Estrasburgo.
Si los partidos ultranacionalistas hubiesen estado en el poder en los últimos años, no se habría podido ayudar a Ucrania en la medida en la que se ha hecho hasta ahora, no se habrían desarrollado vacunas contra el coronavirus y tampoco se habría alcanzado el llamado 'Green Deal' en Europa, señaló Macron, quien destacó que «por todos esos motivos es extremadamente importante acudir a votar en las elecciones europeas». El presidente francés tiene previsto viajar este lunes a Dresde, la histórica capital de Sajonia, y visitar el martes la localidad de Münster, donde será galardonado con el Premio de la Paz de Westfalia. Esa misma tarde el consejo de ministros germano-galo celebrará una reunión de trabajo en el palacio de Meseberg, al norte de Berlín.
Los tres días de la visita serán aprovechados también para tratar de resolver las grandes cuestiones en las que hay desacuerdo entre Berlín y París o entre Scholz y Macron, el reservado y el dicharachero, el precavido y el osado o el sobrio y el eufórico, como comentaba el analista del 'Süddeutsche Zeitung'. Aunque hay consenso tras dos años de guerra en que Ucrania debe recibir toda la ayuda posible para afrontar la invasión rusa, varias iniciativas del presidente de Francia no han gustado al canciller federal y su equipo. Desde la propuesta de enviar llegado el caso tropas europeas a combatir en Ucrania al debate abierto por París sobre una defensa europea independiente de Estados Unidos, con la cobertura incluso del paraguas nuclear francés.
Pero también en la relación de la Unión Europea con China no hay una línea común o en las estancadas negociaciones para un acuerdo de libre comercio con Mercosur. En ambos casos priman para París y Berlín los intereses nacionales. Y también en el tema de la transición energética las diferencias son notables. Mientras Francia sigue apostando por la energía nuclear como fuente principal para alimentar las necesidades eléctricas del país, Alemania ha desconectado ya todos sus reactores de la red, ha acabado con su dependencia de Rusia en materia de gas natural e invierte masivamente en energías renovables, un sector que su vecino tiene completamente descuidado. Alemania teme que la energía nuclear gala, barata por subvencionada, acabe dando ventaja la industria francesa hasta el punto de que acabe distorsionando la competitividad de la alemana. De estos temas también se presume que debatirán Scholz y Macron, lo más tarde en la reunión de Meseberg.
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