Johana Gil
Martes, 25 de abril 2023, 19:10
El presidente de Brasil, Luiz Inazio Lula da Silva, ha concluido este martes su visita oficial a Portugal entre abucheos de la ultraderecha lusa y llegó a España para reavivar las relaciones diplomáticas con el Gobierno de Pedro Sánchez. El miércoles tiene programada una reunión ... con el presidente. Tras el encuentro, en el que estarán varios ministros de ambos países para intercambiar métodos de trabajo, se trasladarán al Palacio Real y serán recibidos por el Rey Felipe VI.
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Lula intenta recuperar las relaciones con Lisboa y Madrid como primer paso para tejer alianzas con la Unión Europea. El Ejecutivo brasileño pretende dejar atrás el 'impasse' diplomático durante el mandato del expresidente Jair Bolsonaro, cuando se suspendió el contacto entre los países por cuatro años debido a las diferencias políticas con la Administración brasileña. Antes de Europa, el mandatario ha pasado por China, Emiratos Árabes Unidos, Argentina, Uruguay y Estados Unidos.
La llegada de Lula a la península ibérica no ha estado exenta de polémica. Este martes, en el Parlamento de Lisboa, una decena de diputados de ultraderecha protestaron por su discurso con motivo del 49 aniversario de la Revolución de los Claveles, que puso fin a 48 años de dictadura en Portugal y a 13 años de guerras coloniales en África. Los opositores, que portaban carteles sobre la corrupción y banderas de Ucrania, han tenido que ser apercibidos por el presidente de la Cámara, Augusto Santos Silva, quien ha instado a detener los «insultos» y a dejar de «avergonzar en nombre del país».
Las palabras de Lula han sido abucheadas y, mientras la bancada de la izquierda lusa aplaudía, los diputados de derecha golpearon los escaños. Al término de su visita de Estado, antes de emprender el viaje a España, el mandatario latinoamericano ha clasificado la protesta como un «papelón» de la ultraderecha. Aunque ha reconocido que estas situaciones son «habituales» en política, ha lamentado el «ridículo» que han protagonizado estos congresistas, propio de quienes «no tienen nada bueno que hacer». «Cuando lleguen a casa y se tumben en la cama, deberían reflexionar sobre el papelón que han hecho hoy», ha dicho Lula.
Los parlamentarios del partido de Chega, afines a Bolsonaro, también habían convocado una manifestación en el exterior de la sede de la Asamblea para rechazar el recibimiento que dieron las autoridades portuguesas al líder de la izquierda brasileña. Fuera del edificio, dos grupos de manifestantes se situaron a cada lado del edificio: unos a favor de Lula y otros en contra. Todos ellos fueron han sido controlados por un fuerte dispositivo de seguridad para que no se produjeran altercados.
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El reencuentro con Portugal se ha sellado con el compromiso del primer ministro, António Costa, de trabajar como «punta de lanza» para acelerar la alianza entre la UE y Mercosur, el acuerdo comercial al que están suscritos actualmente doce países de América Latina. Lula buscará el mismo pacto en España, cuyo Gobierno asumirá en julio la presidencia de turno de los Veintisiete. Las posibilidades de fijar objetivos económicos comunes se moverán entonces en un terreno propicio, con Madrid a la cabeza del club europeo y Brasilia que hará lo propio en Mercosur.
Además del desafío comercial, la postura de Brasil sobre la guerra de Ucrania continúa generando debate y es uno de los temas de la agenda internacional del mandatario. Lula ha recibido numerosas críticas de varios países, entre ellos está España, por negarse a vender armas a Kiev. Pese a las peticiones de Estados Unidos y la UE, a los que ha tildado de «incentivar» el conflicto, el líder izquierdista ha insistido en su búsqueda de la paz por medio del diálogo.
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Para calmar los enfrentamientos con Occidente y eludir posibles inconvenientes en su visita a Sánchez por posturas contrarias sobre la invasión rusa, Lula ha aclarado antes del viaje a Madrid que «condenamos la violación de la integridad territorial de Ucrania. Creemos en un orden basado en el respeto al Derecho Internacional y en la preservación de las soberanías nacionales». También recordó que «a todos nos afectan las consecuencias de la guerra y es preciso hablar de paz. Para llegar a ese objetivo es indispensable allanar el camino del diálogo y la diplomacia», ha incidido.
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