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El ministro de Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, llegó en la noche de este jueves a Skopie, la capital de Macedonia del Norte, para participar en el Consejo de Ministros de Exteriores de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE), que acaba ... este viernes. Ucrania, Polonia, Letonia, Lituania y Estonia no asisten a la reunión como forma de boicot contra la presencia de Lavrov, cuyo avión tuvo que dar un rodeo debido al rechazo de Bulgaria a permitirle utilizar su espacio aéreo. Se trata de la primera visita del jefe de la diplomacia rusa a un país europeo desde el comienzo de la invasión en febrero de 2022.
Según informó a Interfax la delegación rusa, el vuelo atravesó el espacio aéreo de Grecia y no el de Bulgaria, como estaba previsto inicialmente, ya que este país permitió el uso de su espacio aéreo pero exigió que la portavoz oficial del Ministerio de Exteriores ruso, María Zajárova, no estuviera a bordo, alegando las sanciones impuestas por la Unión Europea, que también afectan al ministro. Sofía y Moscú acaban de intercambiar sendas expulsiones de periodistas.
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La delegación rusa no estaba dispuesta a dejar a Zajárova en tierra y solicitó el permiso de Grecia para atravesar el país con destino a Macedonia del Norte, una petición que Atenas decidió satisfacer pese a que, como miembro de la UE, tiene el compromiso de aplicar las sanciones. Como resultado, subrayan las agencias, el avión de Lavrov tuvo que volar hacia Turquía, entrar después en Grecia y aterrizar finalmente en Skopie. La actitud de Bulgaria ha sido duramente criticada por Zajárova, calificándola de «estupidez maliciosa».
El ministro de Exteriores ruso participó este jueves en la sesión plenaria del Consejo Ministerial de la OSCE, pero el año pasado no pudo hacerlo en Polonia, que se negó a autorizar la entrada en su territorio. Esta vez, en Skopie, afirmó que esta organización «está al borde del precipicio» y «transformándose en un apéndice de la OTAN y de la UE (…) la utilizan sin ningún reparo para promover sus intereses». Lavrov volvió una vez más a llamar «neonazis» a los dirigentes ucranianos y acusó a Occidente de estar llevando a cabo una «guerra híbrida» contra Rusia.
En un comunicado de la Cancillería rusa se explicó que la situación de «crisis» que vive la OSCE es la cuestión «clave» por la que su ministro solicitó asistir. «Contamos con la oportunidad de discutir los problemas que se han acumulado en la organización», aseguraba la nota diplomática. Pese al boicot de Ucrania, Polonia, Letonia, Lituania y Estonia, cuyos representantes no se han trasladado a Macedonia del Norte en protesta por la presencia de Lavrov, un funcionario de alto nivel del país que ha ocupado parte del territorio ucraniano y que, además, es uno de los más fervientes partidarios de tal política.
Zajárova explicó el miércoles que «hay muchas solicitudes de reuniones bilaterales –con el ministro ruso– y además habrá encuentros multilaterales», justificando así la necesidad de que su jefe acudiera a Skopie. Anteriormente, la portavoz rusa denunció que «Estados Unidos y algunos Estados de la OSCE están haciendo todo lo posible para impedir la participación normal de Rusia en la organización, pero Moscú está haciendo todo lo necesario para desarrollar el trabajo de manera constructiva». Según sus palabras, el discurso de Lavrov abordaría «la crisis de seguridad en Europa debido a la aversión de EE UU a construir un orden normal de relaciones».
El jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, admitió que entendía el malestar por la asistencia de Lavrov, pero dijo al primer ministro macedonio, Dimitar Kovacevski, que «su decisión de permitir que participe está en línea con nuestro objetivo común de mantener vivo el multilateralismo» y es una oportunidad para expresarle la repulsa a la guerra en Ucrania. «Necesita escuchar nuevamente de todos por qué Rusia está siendo condenada y aislada (…) para luego regresar a Moscú e informar al maestro del Kremlin», zanjó.
El presidente en ejercicio de la OSCE, el ministro de Exteriores macedonio, Bujar Osmani, estuvo en Kiev a mediados de mes y escuchó de su colega ucraniano, Dmitro Kuleba, que «todo lo que Rusia hace actualmente en la OSCE está matando esta organización». En sus filas hay actualmente 57 miembros y su sede está en Viena. Se creó en 1975 para fomentar el diálogo entre Occidente y la Unión Soviética y actualmente abarca a Europa, Estados Unidos, Canadá, Turquía y las antiguas repúblicas del espacio soviético. Tras el final de la Guerra Fría, la organización perdió relevancia. Hasta que, en 2014, después de la anexión de Crimea y la guerra en Donbás, propició los acuerdos de Minsk para resolver el conflicto entre Moscú y Kiev, que saltaron por los aires con la invasión de Ucrania.
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