Soldados de la OTAN se movilizan en Zvecan, en el norte de Kosovo, en septiembre de 2023. Reuters

Kosovo, el conflicto olvidado de Europa 25 años después de la guerra

Las tensiones entre albaneses y serbios siguen en el territorio, que en 2008 se declaró independiente de manera unilateral

Domingo, 13 de octubre 2024, 20:38

Este 2024 se cumple un cuarto de siglo desde que finalizó el conflicto de Kosovo. Sin embargo, las tensiones entre Serbia y este Estado, reconocido por únicamente 106 países (entre los que no se incluyen España, Rusia o China), distan mucho de haber finalizado. En ... 2021 estalló la 'guerra de las matrículas' a raíz de que el Gobierno kosovar decidió prohibir los registros de los automóviles y los documentos de identidad serbios en su territorio. De sus 1,8 millones de habitantes, el 93% es albanokosovar y solo un 2% tiene raíces del país al que pertenecía antes este territorio. La mayoría de ellos vive en el norte, cerca de la frontera. En ciudades como Mitrovica, dividida entre serbokosovares y albanokosovares, los primeros levantaron barricadas y cerraron los pasos en señal de protesta y para impedir que los albaneses cruzaran. La OTAN, en alerta, avisó en un comunicado de que estaba «lista para intervenir» en caso de que la situación empeorase.

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El conflicto entre Rusia y Ucrania también ha generado cierta inquietud en los Balcanes Occidentales. Tanto croatas como serbios han decidido reimplantar el servicio militar obligatorio, aunque solo para los varones. Al igual que el Kremlin, la Unión Europea está también interesada en esta zona que décadas atrás formó parte de la antigua Yugoslavia, y la mayoría de las naciones balcánicas ansía entrar en el bloque comunitario, incluido Serbia.

Sin embargo, el país presidido por Aleksandar Vučić es observado con escepticismo desde Bruselas, ya que mantiene cierta afinidad con Rusia. De hecho, el Gobierno de Belgrado se negó a imponer sanciones a Moscú –del que sufre una importante dependencia por el gas– después de la invasión de Ucrania. Entre los habitantes serbios el apoyo al Kremlin se multiplicó después de no reconocer a Kosovo como nuevo Estado.

Choque de declaraciones

A pesar de que la UE ha intentado mediar entre serbios y kosovares mediante conversaciones de paz durante los últimos años, no ha tenido gran éxito. En septiembre de 2023 el norte de Kosovo registró un violento episodio entre agentes policiales y un grupo paramilitar de Serbia con un balance de cuatro personas fallecidas. El primer ministro, Albin Kurti, afirmó que había sido un «ataque a la Policía, perpetrado por criminales». Añadió que «el crimen organizado, que cuenta con el apoyo político, financiero y logístico de Belgrado, ataca nuestro Estado».

A principios de 2024 Kosovo impuso la circulación del euro entre la minoría serbia, prohibiendo el dinar. Kurti alegó que el objetivo «no es castigar a esta comunidad», mientras que Vučić le acusó de «querer hacer una limpieza étnica» a través de «la esclavización deliberada de los serbios mediante la imposición de condiciones de vida insoportables».

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Un mural en el que pone: 'Kosovo es Serbia', con Vladímir Putin de fondo. EFE

Los albanokosovares buscan una mayor autodeterminación, mientras que los serbios consideran a Kosovo una región clave en su historia. Allí tuvo lugar la conocida batalla de 1389 donde el Imperio Otomano venció a los serbios, quienes, pese a la derrota, consideraron aquel enfrentamiento una victoria moral, ya que construyeron su identidad nacional a partir de este suceso.

Una herida abierta

Para entender la tensión y los conflictos actuales es necesario remontarse hasta la antigua Yugoslavia. Si bien Kosovo había logrado un cierto grado de autonomía durante el mandato de Josip Broz Tito, en 1989 el presidente serbio, Slobodan Milošević, la revocó como parte de su campaña nacionalista para consolidar el poder de los suyos dentro del país. Muchos albanokosovares lo tomaron como una agresión y comenzó una resistencia pacífica liderada por Ibrahim Rugova.

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Miembros del Ejército de Liberación de Kosovo en 199, después de finalizar la guerra. Reuters

En 1991 Yugoslavia se desmoronó con las declaraciones de independencia de Croacia, Bosnia y Eslovenia, que derivaron en guerras contra Serbia. Milošević implementó políticas represivas en Kosovo, expulsando a los albanokosovares de los puestos públicos o eliminando el sistema de educación en lengua albanesa. Entonces, en 1996, surgió el Ejército de Liberación de Kosovo (ELK). Estos, que veían las políticas de Rugova como inoperantes, empezaron una lucha armada porque creían que era la única manera de lograr sus objetivos. Atacaron militarmente a las instituciones serbias dentro de Kosovo, incluyendo oficinas de policía, funcionarios y civiles serbios.

La respuesta del ejército fue inmediata al dirigir ataques indiscriminados contra civiles albanokosovares, lo que aumentó el apoyo al ELK. La situación escaló rápidamente hasta que estalló la guerra en 1998. Milošević lanzó una campaña de limpieza étnica contra los albanokosovares. Murieron miles de ellos, además de que 800.000 fueron desplazados. Por otra parte, ELK también asesinó a civiles serbios.

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Tras un año y medio de guerra, la OTAN decidió que la intervención en la zona era necesaria y bombardeó Belgrado durante 78 días seguidos, lo que forzó la retirada de Serbia. En 2001, Milošević fue condenado por el Tribunal Internacional por 66 crímenes de genocidio, lesa humanidad y guerra.

Slobodan Milošević ante el Tribunal Internacional de Criímenes de Guerra en La Haya en 2001. Reuters

De esta forma, Kosovo emprendió un periodo de autogobierno hasta 2008, cuando se declaró independiente de forma unilateral. Pero la tan ansiada soberanía no ha traído la calma al territorio, que se encuentra situado en un limbo diplomático. Aspira a integrarse en la estructura europea, pero dependerá, en gran parte, de alcanzar un acuerdo de paz con Serbia, algo que por el momento no parece demasiado probable.

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