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No ha hecho falta la prueba de ADN que tanto reclamaba Julia Faustyna, la joven polaca que aseguraba ser Madeleine McCann, para dar su historia por cerrada. Ella misma ha reconocido ahora, más de tres semanas después de que lanzara las sospechas sobre su identidad, ... que «quizás» no es la pequeña que desapareció en 2007 en Praia da Luz, en Portugal, aunque sugiere que podría tratarse de otra niña secuestrada. En su vida, argumenta, hay «evidencias» de que ocurrió algo «muy grave».
Faustyna, que abrió un perfil en Instagram bajo el nombre 'I am Madeleine McCann' (Yo soy Madeleine McCann), realizó su tímida confesión en un vídeo a través de esta red social acompañada de su representante legal, la médium Fia Johansson. Su cambio de versión llega después de que haya defendido durante casi un mes que la falta de información sobre su niñez, algunos comentarios escuchados a su abuela, su extraña marca ocular o su parecido con los padres de la pequeña británica, Kate y Gerry McCann, eran motivos suficientes para creer que era ella.
En su entorno, sin embargo, no encontró apoyo a su teoría y sus propios padres –Faustyna sostiene que son adoptivos– explicaron que la chica sufría problemas mentales y no quería seguir un tratamiento. La joven polaca, de 21 años, dos menos de los que tendría ahora Madeleine McCann, se sirvió de ese rechazo a su historia para avalar el boicot que creía sufrir para que no trascendiera la supuesta verdad. Sus progenitores, que afirmaron que la partida de nacimiento estaba a su disposición, explicaron que su hija siempre había querido ser popular. Durante unas semanas lo logró y alimentó, además, el misterio que aún rodea al 'caso McCann'.
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