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Una mujer de 62 años se ha convertido en la primera víctima mortal de los incendios que desde el fin de semana arrasan el norte de Atenas. Su cadáver fue descubierto dentro de una fábrica de Halandrí, a las afueras de la capital griega, que ... quedó totalmente arrasadoa por las llamas. El propietario de la factoría dijo desconocer el motivo por el que la mujer «no se fue cuando todos los demás» empleados evacuaron la zona. Los incendios, que se desataron el domingo junto al lago Maratón, han devastado 10.000 hectáreas de terreno, casas y negocios. Los bomberos consiguieron ayer sus primeros logros al disgregar el enorme frente de fuego en incendios dispersos, más sencillos de controlar. «Hay focos de llamas», pero ya no existen «zonas especialmente preocupantes», dijeron los bomberos. Miles de personas permanecen todavía fuera de sus municipios.
Grecia vuelve a ser pasto de las llamas. Desde el pasado domingo lucha contra el fuego declarado en la localidad de Varnava, en la región de Ática, que alimentado por los vientos huracanados y un termómetro disparado -con máximas de 40 grados- se ha convertido en el peor que sufre el país en lo que va de año. Este lunes se encontraba ya a las puertas de Atenas. La enorme nube de humo que cubría la capital daba idea del infierno que soportaban a tan sólo un puñado de kilómetros, en localidades como la histórica Maratón, Grammatico o la costera Nea Makri, donde ardían árboles, automóviles y viviendas y la cifra de evacuados -incluidos tres hospitales- pasaba de los 35.000. No se espera que la situación mejore este martes. De hecho, el territorio está en alerta máxima por incendios al menos hasta el jueves.
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La chispa saltó en la tarde del domingo, sobre las 15.00 horas, cerca de Varnava, a unos 35 kilómetros al norte de Atenas. No ha trascendido si fue intencionado pero la orografía, el calor sofocante y la escasez de lluvias desde hace meses habrían facilitado su rápida propagación, con llamas de hasta 25 metros. Los bomberos desplegados en la zona admitían este lunes que el incendio avanzaba «como un rayo» y que en puntos donde lo daban por controlado se había reavivado. Calendria, Mikro Chorio, Megara, Dionisos, Drafi... No daban abasto. Y eso que sobre el terreno había a última hora de este lunes cerca de 700 efectivos con 190 camiones apoyados por más de una treintena de hidroaviones. El Gobierno heleno movilizó al ejército mientras esperaba la llegada de ayuda de España, Turquía, Italia o República Checa, entre otros países.
En algunos pueblos eran los propios vecinos quienes trataban de echar una mano a los bomberos con sus mangueras o ramas de árboles. En Vrilissia muchos se negaron a abandonar sus casas cuando la Policía -puerta a puerta de sus casi 40.000 habitantes- les ordenó evacuar la localidad, donde se escuchaban «constantes explosiones» en las fábricas del entorno. El número de poblaciones desalojadas se elevaba este lunes a 25 y decenas más se habían quedado sin electricidad. «Duele, crecimos en el bosque, sentimos una gran tristeza y rabia», compartía Marina Kalogerakou, una residente de 24 años en Penteli, cuyo monte albergaba el Observatorio Nacional de Atenas. Las llamas devoraron la zona.
El fuego no había dejado este lunes víctimas mortales, pero el horizonte no era bueno. Las autoridades vaticinaban «una semana difícil», con las llamas, este lunes, situadas a apenas 20 kilómetros de Atenas. El presidente de la Federación Panhelénica de Bomberos, Nikos Lavranos, no se anduvo con rodeos: «Tenemos un incendio sin principio ni fin».
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