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M. P.
Jueves, 1 de junio 2023, 20:33
El paso de los días en Bajmut desde su conquista por Rusia parece dar la razón al Pentágono y a los analistas occidentales que destacaban su escaso valor estratégico; desde luego muy inferior al coste en vidas y terror de los ocho meses de encarnizada ... batalla que ha supuesto su invasión para llegar a una especie de punto muerto. O, como lo denomina Ucrania, una «pausa temporal», según reconoció este jueves el portavoz de las fuerzas armadas del este, Sergiy Cherevaty.
Los combates han cesado. Esta semana apenas se han contabilizado dos escaramuzas al día. Hay jornadas, como la del miércoles, en que no hubo enfrentamiento alguno. Una extraña paradoja si se piensa que la munición gastada en esta zona ha dejado extenuados los arsenales occidentales que abastecen a Ucrania y obligado a Rusia a recurrir incluso a los obuses de artillería más antiguos heredados de la era soviética. Hace sólo quince días, en este lugar devastado se contabilizaban noventa asaltos diarios.
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Rafael M. Mañueco
Cherevaty admitió que las tropas ucranianas, instaladas en la periferia, han dejado de atacar por los flancos a los invasores que ocupan el centro urbano, como advirtieron la semana pasada que harían con el fin de recuperar el enclave. En declaraciones a la agencia Ukrinform, el portavoz explicó que también se ha confirmado un «cambio en el formato de la operación» rusa. «El enemigo habría renunciado a continuar las acciones ofensivas» desde Bajmut, pero a pesar de que «la situación puede dar la impresión de tranquilidad, desafortunadamente, es sólo una pausa temporal».
La parálisis actual sorprende después del ahínco con el que se han empleado los dos ejércitos en su disputa por la ciudad. El asedio comenzó en agosto y se supone que al menos 250.000 soldados de uno y otro bando se han convertido en bajas. La mayoría, fallecidos bajo las balas, la explosión de misiles o la detonación de minas antipersona, cuya localización supone ahora un quebradero de cabeza muy importante en medio de este erial de sangre. Los únicos que siguen resonando son los morteros y disparos de artillería rusos. Es una manera de procurar mantener alejados a los ucranianos. Y también forman parte de la operación de tierra quemada ordenada por Moscú: derribar los esqueletos de los edificios altos en donde podrían apostarse los tiradores y artilleros ucranianos en caso de intentar la reconquista de la ciudad. «Hay una disminución significativa en cualquier acción activa del enemigo con un aumento en el número de bombardeos con armas pesadas», confirmó Cherevaty.
La disminución de la tensión coincide con la retirada paulatina de los mercenarios del Grupo Wagner, la compañía paramilitar responsable de la ocupación de Bajmut, y su sustitución por efectivos de las brigadas aerotransportadas e infantería motorizada, que se afanan en levantar fortificaciones defensivas. Según Cherevaty, unos ochenta soldados de estas brigadas habrían caído bajo el fuego mientras cruzaban el cerco ucraniano para adentrarse en Bajmut.
El veterano militar sospecha que el estado psicológico de los reemplazos rusos será «deprimente», ya que «ellos mismos han participado en muchos combates» y encaran un panorama desolador en una ciudad de fantasmas. Escombros, ceniza, compañeros heridos y un posible sentimiento de temor a medida que los soldados de fortuna se marchan. Porque el jefe del Grupo Wagner, Yevgeni Prigozhin, dejó este jueves claro que tiene prisa por salir. La mayoría de su pelotón se encuentra ya en la retaguardia de Bajmut y el próximo lunes tiene la intención de entregarla al Kremlin.
Rusia ha justificado habitualmente la conquista de esta posición por su situación estratégica de cara a cortar los suministros al ejército ucraniano y extender la invasión a Kramatorsk y Sloviansk, los dos bastiones de relevancia que Kiev conserva en la región de Donetsk. Sin embargo, su ofensiva se concentra ahora en Avdivka, una localidad al sur de Bajmut que antaño censaba a 30.000 habitantes y que ha cambiado varias veces de manos. «Los combates más encarnizados se libran ahora en la zona de Adivka», donde los rusos habrían conseguido «avances significativos», según Moscú.
Bajmut agoniza sin saber la razón por la que fue elegida como la gran mártir de la guerra. Su alcalde, Oleksii Reva, afirma que sólo quedan en sus calles devastadas 500 de sus 80.000 vecinos. El resto se ha marchado cuando ha podido hacerlo. Los enfrentamientos entre los dos bandos han causado, al menos, la muerte de 204 civiles y medio millar de heridos; entre ellos, una veintena de niños. «La gente de Bajmut hemos perdido mucho», concluyó.
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