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Los populares europeos, socialdemócratas y liberales acordaron este martes el reparto de los altos cargos de la Unión Europea (UE). Las tres principales familias políticas pactaron, sin la ultraderecha, su apoyo a la alemana Ursula von der Leyen en sus aspiraciones para revalidar el cargo ... de presidenta de la Comisión Europea y respaldarán al portugués Antonio Costa y a la estonia Kaja Kallas para los cargos de presidente del Consejo Europeo y Alta Representante para la Política Exterior de la UE, respectivamente. El reparto final de los conocidos como 'top jobs' se decidirá en la reunión de líderes de este jueves y viernes en Bruselas, donde los Veintisiete tendrán la última palabra.
Los negociadores han decidido apostar por la Gran Coalición, siguiendo la fórmula de que las grandes familias políticas sean las que se repartan los altos cargos de las instituciones comunitarias. Todo ello a pesar de la caída de los liberales en las elecciones europeas -con la pérdida de más de 20 escaños en la Eurocámara- y del auge de la ultraderecha, sobre todo en los principales países del bloque como Alemania, Francia e Italia.
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Los tres aspirantes propuestos por populares, socialistas y liberales ya partían como favoritos en la cena de líderes previa a la cumbre europea de esta semana. El acuerdo finalmente no fue posible debido a las mayores aspiraciones del Partido Popular Europeo (PPE), que ha salido reforzado de las elecciones europeas y quería una mayor representación en las instituciones. Según fuentes de la negociación, los populares habrían pedido repartir la presidencia del Consejo Europeo en dos mandatos de dos años y medio, algo que los socialistas rechazaron. Estas mismas fuentes subrayan que finalmente las tres familias políticas han decidido respaldar la práctica establecida de un solo mandato de cinco años.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha participado como negociador de la familia de los socialdemócratas junto al canciller alemán Olaf Scholz. Este rol también lo han ejercido el griego Kyriakos Mitsotakis y el polaco Donald Tusk por parte del PPE; y el presidente francés, Emmanuel Macron, y el neerlandés Mark Rutte del lado de los liberales. Quedan fuera de la ecuación -al menos de momento- la familia de los Conservadores y Reformistas (ECR) a la que pertenecen el partido de Giorgia Meloni y Vox; y el grupo ultraderecha Identidad y Democracia (ID).
Y es que en el reparto de cargos de las instituciones europeas nada está decidido, hasta que todo está decidido. Los candidatos propuestos cuentan en principio con el beneplácito de la mayoría de Estados miembros, pero deberán pasar el filtro del Consejo Europeo, donde los nombramientos se pueden vetar y bloquear. Y todo apunta a que la negociación no será fácil, ya que debe respetar los equilibrios geográficos y políticos del bloque.
Los intereses de los diferentes líderes también entran en juego. Scholz y Macron apoyan abiertamente a Von der Leyen. La primera ministra italiana, el dirigente checo Petr Fiala y el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, en cambio, mostraron su enfado por quedarse fuera de las negociaciones durante la cena que debía servir como toma de contacto para los 'top jobs'. Y queda por ver si su enojo se traducirá en un bloqueo de los tres nombres propuestos. Meloni -que intenta lograr una comisaría fuerte en la Comisión Europea- será quién tenga una mayor capacidad negociadora, debido a sus buenos resultados electorales y a la necesidad del apoyo de Italia como uno de los grandes países del bloque, por lo que podría aspirar a un puesto más importante dentro de las instituciones comunitarias.
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Existe entre los líderes europeos, eso sí, una sensación de «urgencia» para renovar lo más rápido posible la cúpula de la UE. Y el trabajo previo -con una clara lista de candidatos- da a entender que el proceso será más sencillo que en 2019, cuando se tardaron cuatro días en llegar a un acuerdo. «No será como la gran tómbola de entonces», dijo la semana pasada el primer ministro en funciones neerlandés Mark Rutte.
El visto bueno del Consejo Europeo no es el único obstáculo a superar. Los nombres propuestos deberán ser ratificados también por un Parlamento Europeo que desde las pasadas elecciones ha dado un giro a la derecha, con una mayor representación de los grupos de ultraderecha. En principio las tres principales familias políticas -con 399 escaños- sumarían una mayoría suficiente para sacar adelante este acuerdo (necesitan 361 apoyos en la Eurocámara).
Sin embargo, la ultraderecha tendrá mucho que decir en esta nueva legislatura, en la que ECR se ha convertido en el tercer grupo en número de representantes en la Eurocámara con 83 eurodiputados, superando a los liberales (con 74 representantes). Además, aún queda por ver cómo se repartirán por grupos los partidos que se incorporan por primera vez al hemiciclo, que tendrán 43 eurodiputados.
Así las cosas, Von der Leyen hizo durante su campaña algunos guiños a los partidos de ultraderecha que conforman el grupo ECR, como el Fratelli d'Italia de Meloni, por lo que no se puede descartar algún posible pacto en este sentido. Sus condiciones para trabajar con estas formaciones son tres: que sean partidos europeístas, antiPutin y defensores del Estado de Derecho.
Este giro a la derecha no ha gustado, en cambio, a socialdemócratas y liberales, que podrían retirarle su apoyo en determinadas circunstancias y votaciones dentro del Parlamento Europeo. Con todo, se espera que Von der Leyen se mantenga fiel a su agenda para la UE que incluye la lucha contra el cambio climático, la transición digital y la defensa de los valores europeos. En su mandato anterior, la alemana hizo concesiones a socialistas en materia de igualdad y salarios, por lo que podría hacer lo mismo para ganarse el apoyo de los Verdes.
La nominación de la política alemana, de 65 años, es una clara apuesta por la continuidad al frente del Ejecutivo comunitario. Antes de las elecciones europeas Von der Leyen ya era favorita a revalidar el cargo de presidenta de la Comisión Europea, pero los buenos resultados del Partido Popular Europeo (PPE) -con 189 escaños- fueron la confirmación definitiva. Es miembro de la CDU alemana; fue ministra de Trabajo y Asuntos Sociales; y titular de la cartera de Defensa en el Ejecutivo de Angela Merkel. Sin embargo, en 2019, cuando fue nominada por los Estados miembros para presidir la Comisión Europea era una auténtica desconocida en Bruselas.
El apoyo de las tres familias políticas es, además, el respaldo a su primer mandato de cinco años, marcado por crisis como el Brexit, la pandemia del covid-19 y la guerra de Ucrania. De todas ellas ha salido airosa, con el acuerdo entre la UE y Reino Unido tras su salida del bloque, con los fondos europeos para la recuperación y con las rondas de sanciones a Rusia por su agresión a Kiev. Recibió críticas, eso sí, por su viaje a Israel después de los atentados de Hamás del pasado 7 de octubre por su frialdad ante las víctimas en la Franja de Gaza.
Recientemente también han causado rechazo sus acercamientos a la ultraderecha, tendiendo la mano a la primera ministra italiana Giorgia Meloni y a su grupo parlamentario, los Conservadores y Reformistas (ECR) del que también forma parte Vox. Sus líneas rojas son claras: solo pactará con partidos proeuropeos, anti Putin y que defiendan el Estado de Derecho.
El ex primer ministro portugués es considerado uno de los pesos pesados del grupo de los socialistas europeos, que han mantenido 136 escaños en la Eurocámara. Conocido por su talante negociador y conciliador, su nombre genera consenso entre los Veintisiete para convertirse en el próximo presidente del Consejo Europeo, un cargo que suelen ocupar antiguos primeros ministros.
De 61 años, es licenciado en Derecho, fue alcalde de Lisboa y secretario general de Partido Socialista, antes de convertirse en primer ministro portugués. Estuvo en el cargo durante ocho años, en los que logró aumentar el salario mínimo y reducir el déficit público del país. Dimitió del cargo en noviembre de 2023, después de que la Fiscalía lusa iniciara una investigación contra él y varios miembros de su Gobierno. Fuentes de la negociación indican que este no es un aspecto que preocupe a los Estados miembros, ya que entienden que Costa no estaba implicado en estos delitos de corrupción y tráfico de influencias, una investigación que aún sigue en curso.
Su nombramiento equilibraría también la pugna entre el norte y el sur de Europa en las instituciones comunitarias, un puzzle geográfico a tener en cuenta en el reparto de cargos de la UE. La figura de Costa genera, además, un gran respeto entre los líderes europeos -con la mayoría de los cuales mantiene una relación cercana y cálida- y genera un consenso que resultaría muy útil durante las negociaciones del Consejo Europeo. El principal escollo a salvar será el dirigente húngaro Viktor Orbán, propenso a bloquear las decisiones del Consejo.
La guerra en Ucrania puso a la primera ministra estonia Kaja Kallas en el foco mediático. La política de 46 años fue una de las líderes que primero condenaron la agresión rusa contra Kiev con una voz firme. En los dos años y medio de guerra, Kallas ha seguido defendiendo las sanciones contra el Kremlin, siendo una de las líderes que ha impulsado estas medidas, y ha llamado a una mayor colaboración con la OTAN. Su nombre incluso llegó a sonar como posible futura secretaria general de la Alianza, tras el fin de mandato del noruego Jens Stoltenberg. La líder estonia también ha pedido aumentar el gasto en Defensa a nivel europeo, como medida disuasoria ante un posible ataque ruso.
Kallas estudió abogacía, pero la vocación política le viene de su padre, el ex primer ministro estonio Siim Kallas. Dio el salto a la política en 2010, de la mano del Partido Reformista de Estonia, de corte liberal. Actualmente es uno de los mayores activos del grupo de los liberales europeos (Renew) y su elección como Alto Representante de la Política Exterior de la UE permitiría calibrar el reparto de poder de los Veintisiete dentro de las instituciones europeas.
Su fuerte posición respecto a Rusia ha provocado el recelo de algunos países, pero a día de hoy sigue siendo la principal candidata a sustituir a Josep Borrell. El representante eslovaco Peter Pellegrini -en sustitución del primer ministro Robert Fico- mostró ciertas reservas hacia el perfil de Kallas la pasada semana, ya que «generan más tensión» con Rusia. Su nominación puede chocar también con el 'no' de Orbán, el líder europeo más próximo al Kremlin.
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