El fracaso de la reforma migratoria abre una nueva crisis en el Gobierno de Macron

La moción de rechazo, presentada por los ecologistas, contó con el apoyo de casi todos los diputados de izquierdas y de extrema derecha y de 40 de los 62 representantes de Los Republicanos (derecha moderada), algo que no se esperaba. La ausencia en el hemiciclo de cinco miembros de Renacimiento, el partido del presidente Emmanuel Macron, le salió cara al Gobierno. Si hubieran estado presentes, el debate sobre la reforma migratoria habría tenido lugar.

«Los diputados han rechazado el debate (sobre la reforma migratoria), pero este texto continúa el camino institucional», explicó en televisión el ministro del Interior, Gérald Darmanin, quien presentó su dimisión ante Macron tras el varapalo de la Asamblea Nacional. El presidente la rechazó. Poco antes, la oposición había exigido su salida del Ejecutivo así como la retirada del proyecto de ley.

Darmanin denunció «una alianza» de La Francia Insumisa (extrema izquierda) y Reagrupación Nacional (extrema derecha), con la ayuda de Los Republicanos -el antiguo partido del ministro-, a quienes acusó de haberse convertido «en la muleta» de la ultraderecha.

El Gobierno tiene ahora tres posibilidades: dejar que el texto parlamentario continúe su trámite con una segunda lectura en el Senado antes de su regreso a la Asamblea Nacional, convocar una comisión mixta para redactar un nuevo documento de equilibrio u optar por una retirada al constatar que no tiene la mayoría suficiente en la Cámara baja para que sea adoptado.

Al presentar su reforma migratoria, Macron trató de hacer un ejercicio de equilibrismo. En busca de apoyos en la derecha, el proyecto de ley pretendía facilitar la expulsión de los delincuentes de origen extranjero y, al mismo tiempo, para seducir a la izquierda, apostaba por la regularización de los trabajadores sin papeles en sectores faltos de mano de obra, como la construcción, la agricultura y la hostelería.

«Uno se enreda con la alfombra cuando corre al mismo tiempo a la izquierda y a la derecha», dijo el líder comunista Fabien Roussel, quien opinó que la Asamblea Nacional había «clavado un cuchillo en la espalda» a Darmanin. Antes de la votación de la moción de rechazo, el ministro del Interior defendió en el hemiciclo su controvertido proyecto «para controlar la inmigración y mejorar la integración» de los extranjeros.

Darmanin prometió con su reforma «una simplificación drástica de los trámites» migratorios, «luchar contra los extranjeros delincuentes» facilitando su expulsión y mejorar «la integración» a través de la lengua o el empleo. «No hay una política migratoria que valga sin una integración fuerte y exigente», recalcó.

El Senado aprobó el 14 de noviembre en primera lectura la regulación por 210 votos a favor y 115 en contra. La Cámara Alta, dominada por la derecha y los centristas, endureció el texto con medidas más represivas que las previstas por el Gobierno y mayores condiciones para acceder a un permiso de residencia por motivos familiares. La comisión de leyes de la Asamblea Nacional votó un texto más próximo al primer documento de equilibrio presentado por el Ejecutivo galo.