Francia y el Reino Unido abogan por un «paso adelante colectivo» de Europa ante Trump

La demostración pública de una mayor concordia entre París y Londres venía preparándose desde hacía meses. De hecho, se enmarca en otra conmemoración: el 120 aniversario de la 'Entente cordiale', el tratado de no agresión que Francia y Reino Unido firmaron en abril de 1904 y que influyó en sus posiciones en las dos guerras mundiales. Los constantes rifirrafes entre el Gobierno francés y el británico durante los últimos años, sobre todo debido al tema migratorio y las negociaciones del Brexit, parecen cosa del pasado. Y Macron considera a Starmer como uno de sus aliados predilectos en el plano europeo.

Este acercamiento entre el Ejecutivo de París y el de Londres es uno de los factores relevantes del nuevo capítulo geopolítico que supone el retorno a la Casa Blanca de Trump. El presidente electo estadounidense se apoyó durante su primer mandato (2017-2020) en el respaldo del conservador británico Boris Johnson, gran partidario del Brexit. En cambio, el eurófilo Starmer tiene otro perfil y no está claro que siempre se ponga de lado del mandatario nacionalista y populista.

De hecho, el tema principal de su reunión con Macron fue el apoyo occidental a Ucrania. Una vez que Trump recupere las riendas en enero, hay dudas serias de si mantendrá la cuantiosa ayuda militar para Kiev, lo que podría forzar una solución negociada del conflicto con Rusia o incluso propiciar una derrota del ejército de Volodímir Zelenski. El presidente galo expresó de nuevo «su determinación en respaldar (a Ucrania) de manera indefectible y todo el tiempo que sea necesario», indicó el Elíseo en un comunicado.

Tras su reunión Macron y Starmer participaron en los actos matutinos en los Campos Elíseos. Pusieron ramos de flores enfrente de las estatuas de Clemenceau y Churchill, donde sonaron 'La Marsellesa' y el 'God save the King' -los respectivos himnos nacionales-. Además, ambos dirigentes se congregaron ante el monumento del Soldado Desconocido, reproduciendo la imagen protagonizada hace ochenta años por Churchill y De Gaulle. «Recordamos a todos aquellos que hicieron un último sacrificio por nuestra libertad», aseguró el 'premier' británico en su cuenta en la red social X.

El discurso más político de este lunes lo pronunció el primer ministro Barnier. «Tenemos que dar un paso adelante colectivo. (…) Este paso adelante solo será posible si todos ponemos de nuestra parte», dijo el dirigente conservador refiriéndose, según él, a una de las principales lecciones de la sangrienta batalla del Marne de 1914, en que el ejército francés sufrió hasta 227.000 bajas y el alemán, 256.000. «Como lección de esa tragedia, ahora más que nunca tenemos que ser patriotas y europeos», añadió durante un acto en el museo de la Gran Guerra de Meaux (este de la región parisina), donde inauguraron la recreación de una trinchera.

Por un lado, Barnier pidió ese «paso adelante colectivo» con la mirada puesta en la delicada situación interna de su país, donde la Asamblea Nacional está inmersa en el debate de unos presupuestos marcados por importantes recortes del gasto público y sube la temperatura social ante la multiplicación de los despidos colectivos en grandes empresas, como Michelin o Auchan. Por el otro, lo hizo pensando en sus socios continentales y el reto que supone para la Unión Europea el regreso de Trump.

«El miedo debe transformarse en la voluntad de construir una agenda de soberanía y de autonomía estratégica europea», declaró el ministro de Defensa galo, Sébastien Lecornu, en el plató de la cadena de televisión France 2. En esa entrevista pidió un «despertar» militar europeo y alertó ante «la huida hacia adelante que representaría delegar aún más nuestra seguridad en las manos de Washington. Iría en contra del sentido de la historia».

Las autoridades francesas ven en la victoria del trumpismo una oportunidad para que avance su proyecto de 'Europa de la defensa'. A pesar de su impopularidad y de su debilidad interna en Francia, Macron tiene la esperanza de que le sirva para erigirse en el líder del bloque continental. «Cuenta con una ventaja. Es uno de los pocos dirigentes europeos que mantuvo relaciones personales con Trump y eso podría favorecerle», explicó Gésine Weber, especialista en las relaciones entre Europa y Estados Unidos, en declaraciones al portal Euractiv.

El inquilino del Elíseo no tiene, sin embargo, ninguna garantía de hacer realidad lo que no logró en el pasado. Y aún más teniendo en cuenta las actuales turbulencias -con Alemania inmersa en una crisis económica y política- y fracturas en el Viejo Continente. De hecho, la Casa Blanca podría priorizar sus relaciones con Gobiernos afines de extrema derecha, como Italia o Hungría. La clásica estrategia de dividir para vencer.