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Es uno de los juicios sobre violencia sexual más mediáticos durante la última década en Francia. Desde el 2 de septiembre, cada audiencia aportó nuevos detalles sobre el caso de Gisèle Pelicot, de 71 años, la mujer francesa violada durante casi una década por 83 ... hombres a instancias de su marido, Dominique Pelicot, que la drogaba y la adormecía. La repercusión de este episodio de agresiones machistas con sumisión química ha sobrepasado las paredes del Tribunal de Aviñón. Y se ha convertido en un tema de debate en la sociedad gala. Hasta el punto de que los colectivos feministas quieren convertir a Pelicot en un símbolo de su lucha contra la «cultura de la violación».
Miles de personas se manifestaron este sábado en las grandes ciudades de Francia en apoyo a la principal víctima del conocido como 'caso de Mazan', en referencia a la localidad del sudeste de Francia donde vivía esta pareja de jubilados. La parte central de la Plaza de la República en París se llenó de manifestantes durante la tarde. La gran mayoría de ellos eran mujeres, muchas de ellas menores de 30 años. Con proclamas de «Todas somos Gisèle» y pancartas con mensajes del estilo 'La vergüenza cambia de lado' o 'No todos los hombres violan, pero todos los que violan son hombres', expresaron su indignación por este 'affaire' que ha roto con el tópico de que los violadores son hombres monstruosos, marginales o extranjeros; también «pueden ser hombres cualesquiera».
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Desde hace dos semanas, Gisèle Pelicot se convirtió en una figura admirable para muchos ciudadanos galos. Contribuyó a ello su petición de que el juicio, previsto al menos hasta diciembre, no se celebre sin la presencia de público ni periodistas. «Me pareció una decisión de una valentía inmensa. De esa manera, ofreció su historia al resto de la sociedad», asegura la joven actriz Anna Biolay, de 21 años, en declaraciones a este periodico. «Espero que este juicio suponga un antes y un después en Francia», añadía mientras se concentraba, sentada a los pies de la estatua de Marianne, en la Plaza de la República, en el centro-este de París.
Como la mayoría de manifestantes, Biolay ha seguido al detalle las crónicas hechas por los periodistas judiciales presentes en las audiencias en Aviñón. Estas quedaron suspendidas desde el jueves debido a los problemas de salud de Dominique Pelicot, de 71 años, que sufre una infección de orina. «No estoy segura de que esté en buen estado para responder a las preguntas el lunes», advirtió su abogada Béatrice Zavarro. «Me temo que el juicio se vaya aplazando y que el principal acusado se muera antes de que se haya hecho justicia», señalaba con inquietud Anna Biolay.
Qué se juzga El Tribunal Aviñón sienta en el banquillo a Dominique Pelicot por drogar y adormercer a su mujer, Gisèle Pelicot, de 71 años, para ser violada durante casi una década por hasta 83 hombres, también acusados.
Las audiencias Se iniciaron el pasado 2 de septiembre y el jueves quedaron suspendidas debido a problemas de salud del principal acusado. Está previsto que se reanuden este lunes.
Símbolo contra los abusos La víctima se ha convertido en un icono contra las agresiones sexuales.por denunciar ante el mundo el horror sufrido.
«Tengo la esperanza de que este proceso judicial sirva para cambiar las mentalidades de la gente», afirmaba Marine, de 36 años y que trabaja como funcionaria. Menos esperanzada se mostraba su amiga Alexandra Alzieu, de 36 años, responsable de una tienda de comida biológica, quien lamentaba la escasa presencia de hombres en estas protestas.
Aunque algunas de las publicaciones en las redes sociales sobre esta convocatoria llegaron a ser vistas por millones de usuarios, solo unos miles de manifestantes se reunieron en París. Y en el resto de las localidades se limitaron a unos centenares. «Los hombres deberían apoyarnos más, sostenía Alzieu, para quien el 'caso pelicot' ejemplifica el lastre del machismo imperante en Francia: «Nadie se imagina a una mujer violando a su marido durante diez años y que esta encontrara hasta ochenta mujeres que lo violaran con ella». Este caso refleja además, para muchas de las manifestantes, que «los violadores son hombres cualesquiera, que no tenían una vida desestructurada».
Dominique Pelicot entró en contacto con ellos a través de una página web de libertinaje, prohibida hace unos meses. Ninguno denunció su 'modus operandi'. Buena parte de los acusados -hasta 50 comparecen en el proceso judicial- se defienden con el argumento de que no sabían que la víctima no consentía esas relaciones sexuales y que creían participar en un juego de una pareja de libertinos. «Hay violaciones y violaciones y, sin la intención de cometerla, no se trata de una violación», dijo esta semana el abogado de la defensa Guillaume de Palma.
Pese al revuelo generado por esas palabras, los colectivos feministas temen que este juicio demuestre los límites del código penal galo. Su definición de violación menciona la violencia, coerción, amenaza o sorpresa para que se reconozca un acto de este tipo. «Debería incluir la noción de consentimiento», defiende Lilly Langlade, de 23 años y estudiante en Derecho Internacional, quien admitía la complejidad jurídica para definir el concepto de consentimiento. A pesar de ello, muchas de las manifestantes ponían como ejemplo España y la ley del «solo sí es sí».
Las autoridades francesas han imputado por apología del terrorismo a un alumno que amenazó de muerte a su profesor en las redes sociales haciéndose pasar por un fanático de Estado Islámico. El joven, de 17 años y estudiante en un centro académico del departamento de Loira Atlántico, en el oeste de país, había publicitado en Telegram su intención de «apuñalar hasta la muerte» a un docente de su curso. Estos mensajes alarmaron a los servicios de Inteligencia galos ya que estaban firmados por alguien que se autodefinía como yihadista. Después de una rápida investigación, la Policía le detuvo y, en ese momento, «el joven admitió algunos de los hechos, pero no la intención de agredir a su profesor». El juez decidió este sábado enviarle a un centro para menores, en vez de atender la petición de los fiscales de aplicarle la prisión preventiva.
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