Iñigo Fernández De Lucio
Lunes, 16 de enero 2023, 19:36
Hay una fecha en la vida de Andréi Medvedev que lamentará durante el resto de su vida. Es el 7 de julio de 2022, el día en el que se puso a las órdenes del Grupo Wagner, la temible milicia de mercenarios que solo responde ... a las órdenes de su fundador, el oligarca cercano a Putin Yevgueni Prigozhin. Aquel día de verano del año pasado, Medvedev inició su contrato con Wagner. En principio iban a ser cuatro meses de servicio. No fue así.
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Fue designado comandante de un pelotón del 7º destacamento de asalto de Wagner y desplegado en la región de Lugansk, en el Donbás. Allí permaneció durante el tiempo que duraba su contrato, pero, según denuncia el propio Medvedev, la compañía decidió «de manera unilateral» extender la vinculación legal durante dos meses más. Fue la gota que colmó el vaso. Decidió huir.
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Según relata la organización rusa en defensa de los derechos humanos 'Gulagu', el pasado 12 de enero Medvedev cruzó de manera ilegal la frontera entre Rusia y Noruega, donde ha solicitado asilo. Huyó en plena noche, con temperaturas gélidas y perros de caza en los talones. Saltó alambradas y resultó herido. Actualmente se encuentra en un centro de detención de inmigrantes irregulares en Oslo. Está dispuesto a testificar en contra de Prigozhin, pese al riesgo que conlleva.
Medvedev presenció auténticas barbaridades. Especialmente la ejecución de varios de sus compañeros –al menos diez– por parte de una unidad de Wagner que se encarga exclusivamente de ajusticiar a prisioneros de guerra y a compañeros que se niegan a combatir o, peor aún, deciden cambiar de bando.
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Es lo que sucedió con Evgueni Nuzhin.Era un mercenario a las órdenes de Medvedev. Pero en septiembre decidió pasarse al bando ucraniano y combatir a Rusia, con tan mala fortuna que fue secuestrado por sus antiguos compañeros de Wagner en Kiev. Fue condenado a muerte con el bárbaro sistema que utilizan los soldados de Prigozhin: le aplastaron la cabeza con un mazo y difundieron las imágenes por todos los canales al servicio de la propaganda rusa. Era una advertencia. Wagner no paga traidores.
Aquello fue un punto de inflexión para Medvedev. En cuanto acabó su sexto mes de contrato –dos más de los que había firmado–, cruzó la frontera y decidió pedir asilo en Noruega. Su testimonio puede ser clave para juzgar en el futuro a los líderes de Wagner, especialmente Prigozhin, acusados de todo tipo de crímenes de guerra. Del conocido como 'chef de Putin', Medvedev afirma que «debería ser procesado por maltratar prisioneros de guerra».
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Una frase resume el sentir del excomandante huido: «Me arrepiento de haberme unido a Wagner», confiesa en una entrevista con el canal 'The Insider'. También acusa a sus «estúpidos» superiores de negligencia. «Nos mandaban a los pies de los tanques ucranianos con solo una metralleta». En la conversación denuncia «la actitud, los insultos y los golpes» de los comandantes de Wagner.
Mientras tanto, sobre el terreno, los combates más violentos continúan en los alrededores de Bajmut, en el Donbás, donde precisamente están desplegados varios batallones de Wagner. En paralelo, las autoridades ucranianas han elevado este lunes la cifra de fallecidos en el ataque ruso a Dnipro del pasado sábado. Según el último recuento, al menos 40 vecinos murieron tras el bombardeo con misiles de un edificio residencial de nueve plantas, en la que supone la mayor matanza de civiles desde el inicio de la guerra.
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