Macron y Le Pen volverán a luchar por el Elíseo en la segunda vuelta

Doce candidatos, cuatro mujeres y ocho hombres, competían ayer por las llaves del Palacio del Elíseo tras una extraña campaña electoral, eclipsada por la guerra de Ucrania y en la que no hubo debates entre todos los contrincantes. Macron se había negado a enfrentarse a los otros rivales argumentando que sus antecesores en el puesto tampoco lo habían hecho cuando se presentaron a la reeleción. Según el sistema electoral galo, solo los dos candidatos más votados pasan a la segunda vuelta.

Macron habría obtenido el 27,4% de votos, seguido de Le Pen, con el 24,6% de apoyos, con el 90% del voto escrutado y a la espera de conocerse los resultados definitivos. La última vez que hubo revancha en las urnas fue en 1981 con François Mitterrand y Valéry Giscard d'Estaing como candidatos.

Hace cinco años Macron obtuvo en la primera vuelta el 24,1% de los votos y Le Pen, el 21,3%. Al final, el candidato de La República en Marcha acabó ganando los comicios con el 66,1%, frente al 33,9% de la ultraderechista.

Pero tras la primera vuelta, comienza una nueva campaña. A diferencia de 2017, Macron ya no es el joven candidato que sedujo a la población. El desgaste generado por un lustro jalonado de crisis podría pasarle factura en las urnas. Por contra, Le Pen llega reforzada a la segunda vuelta tras resistir la embestida del ultra Éric Zemmour, que le disputaba el liderazgo de la extrema derecha. La candidata de Reagrupación Nacional podría beneficiarse en la segunda ronda de una reserva de votos ultra procedentes de Zemmour, de la que no disponía en 2017.

En tercer lugar, quedaría Jean-Luc Mélenchon, líder de La Francia Insumisa, el equivalente de Podemos en Francia. El candidato de extrema izquierda obtendría el 21,1% de apoyos, quedándose a las puertas de la segunda vuelta, según las proyecciones. Mélenchon, que era el único candidato de izquierda con posibilidades de clasificarse para la segunda vuelta, se habría visto beneficiado por el llamado 'voto útil'. Los electores más progresistas habrían preferido dar su apoyo al candidato de la extrema izquierda ante las nulas posibilidades de ganar de los otros líderes de ese espectro político.

Zemmour, que había agitado la campaña con sus proclamas xenófobas e islamófobas, quedaría en cuarto puesto, con el 7% de votos. Al final los franceses prefirieron a Le Pen que, comparada con el candidato de Reconquista, parece más moderada pese a seguir siendo la líder de un partido de extrema derecha.

La conservadora tradicional Valérie Pécresse obtendría el 4,7%. La candidata de Los Republicanos no supo encontrar el hueco entre el centrista Macron y el tándem ultraderechista formado por Le Pen y Zemmour.

El ecologista Yannick Jadot obtendría un 4,5% de los votos; Jean Lassalle, candidato de Resistamos y defensor del mundo rural, un 3,2%; el comunista Fabien Roussel, un 2,4%; el euroescéptico Nicolas Dupont-Aigman, un 2,1%; y la socialista Anne Hidalgo, un 1,8% de votos, según las mismas proyecciones.

Los menos votados serían Nathalie Arthaud, candidata de Lucha Obrera, y Philippe Poutou, del Nuevo Partido Anticapitalista (NPA), que sumarían el 0,8 y 0,6% de los votos, respectivamente. La ausencia de una verdadera campaña electoral y la sensación de que todo estaba ya decidido de antemano se tradujo en una fuerte abstención: 26,5%. En 2017, la tasa en la primera vuelta fue del 22,2%.

Los indecisos también marcaron los comicios. Muchos votantes decidieron su voto en el último momento. El sábado el 26% de los franceses decía que no estaba seguro por qué papeleta se iban a decantar, según un sondeo de Ipsos.

Tras la resaca electoral de la primera vuelta, llegará la hora de los balances. Los Republicanos y el Partido Socialista, tradicionalmente los dos grandes partidos del país, deberán analizar las causas de este batacazo históricoy sacar consecuencias si no quieren desaparecer. Los primeros son herederos de Jacques Chirac y Nicolas Sarkozy, y los segundos de François Mitterrand y François Hollande.