M. P.
Miércoles, 7 de agosto 2024, 20:45
Derek Drummond, de 58 años y vecino de Southport, se convirtió este miércoles en el primer condenado de la Justicia británica por los disturbios de la última semana. «Soy tonto. Lamento profundamente haber defraudado a mi familia», se lamentó el detenido, que deberá cumplir tres ... años de prisión.
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Southport es la localidad donde tres niñas murieron asesinadas y otras ocho resultaron heridas, además de dos mujeres adultas, en un salvaje acuchillamiento perpetrado por un joven de 17 años en un club de verano. Los bulos sobre el origen del agresor fueron la semilla de todos los disturbios posteriores. Drummond se confesó este miércoles culpable de haber participado en una de estas movilizaciones en Merseyside en las que acabó golpeando en la cara a un oficial de Policía. También se le vio cuando arrojaba ladrillos contra un grupo de agentes en un motín en el que medio centenar de policías resultaron heridos.
El juez, Andrew Menary KC, aseguró que el detenido formaba parte de una «turba grande e ilegal» que «secuestró» el dolor de los ciudadanos de Southport para sembrar incidentes. «Estoy absolutamente avergonzado» por «mi forma de actuar atroz», que fue debida a una «tensión muy alta», señaló Drummond, que también ha sido despedido de su trabajo.
Los juicios se suceden a bastante velocidad -hay más de 400 detenidos- y este miércoles se dictaron otras dos sentencias. La de Declan Geiran, de 29 años, que «se dejó llevar» por una manifestación ultraderechista e intentó prender fuego a un furgón policial, y la de Liam James Riley, de 41 años, un tipo «muy borracho» que lanzó piedras contra un contingente policial. Los dos pasarán 30 y 20 meses en la cárcel, respectivamente, en lo que supone la «punta del iceberg y solo el comienzo de lo que será un proceso muy doloroso para muchos que tontamente decidieron involucrarse en disturbios», según la Fiscalía de la Corona.
La jefa de Policía de Merseyside, Serena Kennedy, hizo un relato severo de cómo el alboroto en el que participó Drummond y otros altercados parecidos han diezmado sus filas. Decenas de agentes han sufrido lesiones, entre ellas roturas de mandíbulas y «dientes perdidos». Muchos temían si «volverán a casa sanos y salvos con sus familias».
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