La guerra de Ucrania está siendo un campo de experimentación constante para la industria armamentística. Es la primera vez que se han utilizado de una forma tan masiva nuevas armas como drones cargados con explosivos o cohetes inteligentes como los que disparan los HIMARS, los ... modernos lanzamisiles cargados sobre camiones de artillería. La nueva guerra, además, resulta desconocida en muchos aspectos ya que los propios gobiernos enfrentados no están desvelando sus principales secretos. A día de hoy, por ejemplo, se desconoce el papel que está adquiriendo la inteligencia artificial o los nuevos sistemas de guerra electrónica.
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Desde el primero momento de la invasión se especuló con la posibilidad de que la alta tasa de eliminación de generales rusos por parte del Ejército ucraniano estuviera vinculada a la utilización de inteligencia artificial, capaz de localizar la ubicación del alto mando ruso mediante dispositivos electrónicos. De la misma manera, se sabe que en el campo de batalla se está empleando lo que se conoce como 'munición inteligente'. Es decir, obuses y misiles capaz de modificar su trayectoria para perseguir a sus blancos.
Pero no todo es nuevo, sorprendente o inédito en el campo de batalla: la utilización de los tanques mas modernos ha demostrado que la caballería acorazada sigue siendo necesaria en el frente y que la ocupación del terreno es fundamental para garantizar la victoria. Son viejos usos militares que siguen vigentes pese al desarrollo de la tecnología. De la misma manera, los misiles no han superado todavía la capacidad destructiva de los cañones, capaces de realizar desde duelos de artillería a fuego de saturación, tal y como se ha practicado en los siglos XIX y XX.
A continuación pueden leer un repaso de las armas que han convertido la invasión de Ucrania en un conflicto donde la guerra combina su lado experimental con prácticas que ya existían en los libros de historia militar.
El dron turco Barayktar TB2 fue uno de los elementos claves en el comienzo de la invasión rusa. La utilización por parte de Ucrania de este vehículo no tripulado barato y sencillo de emplear permitió atacar los puntos más sensibles de la ofensiva del Ejército de Putin. Una parte transcendental de su misión consistió en bombardear las columnas soviéticas que se dirigían a Kiev, un avance que se realizó sin cobertura, sin protección aérea y de una forma tan descuidada que la fuerza ocupante se convirtió en una diana de feria ante ellos. La aeronave puede portar misiles de ataque a tierra y tiene una autonomía de 27 horas.
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El Switchblade 300, de origen norteamericano, es uno de los dispositivos más modernos con los que ha sido dotado el Ejército ucraniano. Se trata de un 'dron suicida' -puesto que su capacidad destructora se activa cuando se estrella contra un tanque o un refugio enemigo- pero también se le ha bautizado como 'munición merodeadora'. Este último nombre procede de su capacidad de estar volando alrededor de 40 minutos a la espera de que aparezca algún objetivo contra el que impactar.
Pesa 54 kilos y se traslada al frente en una mochila. El soldado a su cargo lo puede desplegar en minutos y se maneja desde una pequeña 'tablet'. La clave de este pequeño aparato es que cuesta 6.000 dólares pero puede destruir tanques valorados en varios millones.
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Ucrania también ha usado drones navales, uno de los dispositivos más extraños que se ha utilizado hasta ahora en la guerra. Se trata de lanchas teledirigidas, con un despliegue de sensores, y un depósito a proa preparado para almacenar varias decenas de kilos de explosivos. Aparecieron por primera vez en septiembre, cuando los rusos descubrieron uno varado en las costas de Crimea. Posteriormente se utilizaron contra los barcos rusos anclados en el puerto de Sebastopol, sede de la flota rusa.
Dentro de la tecnología de drones que se ha aplicado en Ucrania, la respuesta rusa ha consistido en el Orlan 10, un dron espía que Rusia puso en marcha hace siete años. Frente a los sistemas armados occidentales, este vehículo no tripulado esta diseñado para sobrevolar territorio enemigo en busca de objetivos. Cuenta con distintos tipos de sensores y cámaras para localizar tropas enemigos incluso en la noche o en lugares con climas extremos.Según algunos expertos, uno de los problemas del Orlan 10 es que utiliza un motor japonés para volar, por lo que su fabricación podría estar afectada por el embargo internacional a Rusia. Asimismo, en los primeros días de la invasión las tropas ucranianas detectaron las brechas de seguridad de este dispositivo y consiguieron detectarlos y derribarlos.
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Junto a él, el Shahed 136 es un barato dron iraní fue bautizado por las tropas ucranianas como 'cortacesped' por el ruido que emite su hélice mientras vuela. Se trata de un dron suicida, previsto para estallar cuando impacta con el objetivo, para lo que porta una cabeza que puede almacenar hasta 50 kilos de explosivo.Los rusos lo rebautizaron como 'Geran' (Geranio) y comenzaron a utilizarlo en otoño contra unidades terrestres ucranianas. En octubre, después de la derrota del Ejército de Putin en Járkov, Moscú comenzó a lanzarlos por decenas contra infraestructuras críticas ucranianas como las centrales eléctricas, con el fin de dejar al país invadido sin suministro. La estrategia rusa consiste en enviarlos en oleadas de decenas de drones para que alguno de ellos pueda superar las barreras antiaéreas y alcanzar su objetivo.
Pero si por algo se ha caracterizado la guerra de Ucrania es por la reconversión de drones civiles en instrumentos de combate. Desde los primeros días de la invasión, Ucrania comenzó a utilizar estos dispositivos, que se pueden comprar en cualquier centro comercial europeo, para localizar a las tropas enemigas y, en muchos casos, lanzarles granadas mediante mecanismos improvisados. Muchos jóvenes expertos en tecnología comenzaron a ayudar a las tropas resistentes con enjambres de este tipo de drones, que hasta ese momento habían empleado como sofisticados juguetes.Uno de los mayores fabricantes de esta tecnología de uso civil es la empresa china DJI. Esta firma aplicó un septiembre un embargo a Rusia y Ucrania para que ambos países no pudieran emplear su material en el combate. Pese a ello, muchos drones chinos -los más baratos del mercado, con precios que oscilan entre los 200 y los 4.000 euros- han acabado en manos ucranianas tras ser comprados en Europa.
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Francia donó doce de los cañones autopropulsados Caesar a Ucrania al comienzo de la guerra. Se trata de un avanzado sistema de artillería montado sobre un camión, por lo que es extremadamente móvil y puede evitar así ser detectado por el enemigo. Su cañón de 155 milímetros permite disparar todo tipo de munición de la OTAN, incluidos los obuses de precisión capaces de localizar y destruir carros blindados. El Caesar puede alcanzar objetivos situados a 50 kilómetros de distancia.
Pero lo que revolucionó la guerra fue el sistema de artillería móvil Himars. Pese a disponer de apenas doce lanzacohetes, Ucrania consiguió utilizarlos de tal forma que antes de octubre había conseguido destruir los principales depósitos de armas rusos, sus centros de mando y control y los cuarteles de las tropas invasoras en la región de Jarkov. Para muchos analistas, este sistema de ataque de precisión -con un alcance de 80 kilómetros- fue clave para la victoria en la contraofensiva de otoño.
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El Himars que Estados Unidos cedió a Ucrania dispone de seis lanzadores de cohetes en los que se puede adaptar todo tipo de munición. Su precisión se mide en centímetros y su capacidad para desplazarse y burlar la detección del enemigo lo convierte en un arma poderosa. En agosto se acuñó el término 'Himar's o'clock' (la hora Himars, en inglés) para referirse a la estrategia ucraniana de comenzar los ataques con este lanzacohetes a las doce de la noche y aprovechar así las horas nocturnas para dificultar aún más que los rusos pudieran localizar estas lanzaderas.
Los misiles rusos Kalibr, por su parte, se convirtieron desde el comienzo de la guerra en una de las armas ofensivas rusas más peligrosas para Ucrania, junto con otro tipo de armamento similar como los Iskander. Se trata de misiles de largo alcance, en el caso de los Kalibr, preparados para volar a tres veces la velocidad del sonido y con sistema como señuelos destinados a confundir a la defensa aérea enemiga.
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La de Ucrania ha sido también una guerra de tanques. El Leopard es la joya de la corona del armamento alemán y, tras una larga negociación, Berlín aceptó mandarlo a las tropas de Zelenski. Se considera uno de los tanques más avanzados del mundo, tanto por su tecnología electrónica, como por su blindaje y por sus armas. Es más fácil de emplear que otros vehículos de este tipo pero no cuenta con el rodaje que sus homólogos sí han pasado en escenarios reales de combate. Este blindado alemán solo ha sido empleado en Afganistán y en Siria, en este caso, en manos del Ejército turco.
El Abrams, uno de los carros más avanzados del mundo, sí ha sido probado en la batalla. El Ejército americano lo ha empleado en Irak y Afganistán, donde se convirtió en el pilar de las tropas acorazadas. El Gobierno de Joe Biden dudaba si entregar su vehículo estrella a Ucrania pero la presión alemana forzó a que Washington tuviera que remitir este carro de combate a Kiev. El Abrams dispone de una turbina de gas para desplazarse que consume el doble de carburante -queroseno- que un Leopard. Este es uno de problemas que plantea el blindado norteamericano, junto con la necesidad de dar una formación muy intensa a sus tripulaciones.
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El Armata es un tanque de ciencia ficción ideado por la industria armamentística rusa. Se trata del modelo más avanzado con el que cuenta el Ejército de Putin ya que incorpora sistemas de inteligencia artificial que, por ejemplo, permitirían al vehículo continuar con su actividad incluso si la tripulación resulta afectada por una explosión interna. De la misma manera, utiliza uno de los sistemas de armas más modernos del arsenal ruso.
Pese a todos los avances que incorpora el Armata, Rusia lo está desplegando con cautela y hasta ahora se ha visto en los desfiles militares de Moscú y en lugares del Donbás en los que las tropas invasoras pueden desplazarse con seguridad. El miedo de Moscú es que una derrota de su blindado estrella en el combate suponga un duro golpe a su imagen.
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La posibilidad de que los carros blindados rusos de última generación provoquen una humillación para Moscú no es remota. El pasado mes de septiembre, el Ejército ucraniano encontró abandonado cerca de Járkov un T 90, calificado como uno de los carros de combate más avanzados y considerados, hasta ese momento, a la altura del Leopard o del Abrams.
El Javelin es un misil portátil destinado a la eliminación de carros de combate. Aunque entró en funcionamiento en 1994 todavía no se ha desarrollado un arma similar que tenga su capacidad de destrucción. Este arma responde al diseño descrito como 'disparar y olvidar', es decir, una vez que se fija en el blanco, el propio misil busca la ruta a seguir para alcanzar el objetivo. Los blindados rusos se han visto tan desbordados por la capaz destructora de este misil que han intentando improvisar protección como colocar una jaula sobre el tanque para intentar frenar el Javelin. Por ahora, todas sus soluciones improvisadas han sido inútiles.
Algunos de los proyectos más innovadores que se están empleando en Ucrania tienen que ver con las minas inteligentes. El primero de ellos es el DM22 alemán. Se trata de una especie de cohete capaz de destruir un tanque que se planta en un lado de las rutas por las que se espera que pase un blindado. Esta mina dispone de un sensor capaz de localizar el vehículo, identificarlo y lanzar su carga explosiva en dirección al carro de combate. Las tropas rusas han conseguido hacerse con este tipo de avanzados dispositivos al reconocer el terreno por el que tienen que pasar sus carros.
El segundo es la sofisticada mina rusa PTKM , que también ha sido detectada y retirada del campo de batalla por las tropas ucranianas. Cuenta con sismógrafos y micrófonos capaces de detectar la presencia de un tanque y ubicar su posición mediante el sonido.
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Junto a ello, aunque las gafas de visión nocturna y visión térmica se han utilizado desde hace décadas por los Ejércitos de todo el mundo, en la guerra de Ucrania marcaron un antes y un después. En especial, por la decisión de numerosas unidades ucranianas, sobre todo las fuerzas especiales, de realizar ataques nocturnos contra el invasor. En el mes de agosto, cuando la guerra se encontraba en una especie de punto muerto, cuerpos de élite ucranianos comenzaron a arrasar las posiciones rusas antes de que saliera el sol. La realidad demostró que la ayuda occidental estaba permitiendo que el Ejército de Kiev dispusiera de más equipos de este tipo que sus rivales.La compra de aparatos de visión nocturna se convirtió en una prioridad para tropas de ambos bandos. Organizaciones civiles de todo tipo, tanto en Rusia como en Ucrania y países amigos, comenzaron a realizar colectas para reunir fondos con los que adquirir dispositivos de visión nocturna para equipar a los soldados.
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