Secciones
Servicios
Destacamos
Dinamarca cerró este domingo, en poco más de una hora, una era. Es el tiempo que duró el acto sobrio, puramente institucional y con una reducidísima lista de invitados en el que la reina Margarita II cedió la corona a su primogénito, Federico, tras 52 ... años en el trono. Nada que ver con la pompa que rodeó al último gran evento de la monarquía en Europa, la coronación de Carlos III en Londres, en mayo. Pero a los daneses no les importó que la sucesión se redujera casi a un trámite administrativo -la firma del acta de abdicación por parte de la soberana saliente- y se echaron en masa a las calles de Copenhague. En los alrededores del palacio de Christiansborg, sede de los poderes legislativo, ejecutivo y judicial del país nórdico, había unas 150.000 personas en el momento del saludo, beso incluido, de la nueva pareja real. «Unido, comprometido, por el reino de Dinamarca», les respondió el recién estrenado monarca.
Noticias relacionadas
S. Rodríguez
S. Rodríguez
J. Gómez Peña
Los daneses se tomaron la sucesión en la corona como un «acontecimiento histórico» porque, en realidad, lo es. Hace casi novecientos años -desde 1146- que no se producía una abdicación en su monarquía y más de medio siglo desde la última coronación. Ocurrió también un 14 de enero, cuando Margarita ascendió al trono tras la muerte de su padre. La diferencia es que ella decidió renunciar al cargo y, además, lo hizo por sorpresa, en su discurso de fin de año. Dos semanas justas tuvo Dinamarca para preparar una ceremonia que se desarrolló el domingo sin sobresaltos, con una «presencia masiva» de policías en la capital, donde el termómetro arrojaba 3 grados.
El recorrido del cortejo real, apenas kilómetro y medio entre los palacios de Amalienborg y Christiansborg, estuvo salpicado de banderas danesas -y alguna australiana por el origen de la nueva reina, Mary- y de aplausos al paso de Margarita y su heredero. Ella, en el carruaje dorado que los artesanos de Copenhague regalaron a la monarquía a finales del siglo XIX. Él, junto a su esposa, en un coche modelo Krone 1 camino al Consejo de Estado que daría lugar a la renovación de la corona. Entre los testigos de ese momento estuvieron la primera ministra, Mette Frederiksen, altos cargos del Tribunal Supremo, la Policía Nacional o la Iglesia y una mínima representación familiar, con el único hermano de Federico X, Joaquín, una de las hermanas de Mary, Jane Alison, y el primogénito de los nuevos monarcas, Cristian, quien a sus 18 años se convirtió en el príncipe heredero. «Dios bendiga al rey», se despidió la exsoberana.
Hubo emoción y lágrimas contenidas en el acto, tal y como se vio en las fotos oficiales distribuidas minutos después, pese a su carácter casi burocrático. Tampoco Federico X, de 55 años y enfundado en el uniforme de oficial naval más antiguo del mundo, lo ocultó al llevarse varias veces las manos a los ojos mientras saludaba a los daneses desde el balcón de Christiansborg donde la primera ministra lanzó los nueve hurras para proclamarle como nuevo monarca. «Gracias por conectarnos con el pasado y prepararnos para el futuro», concluyó Frederiksen. «Mi esperanza es convertirme en el rey del mañana», coincidió el soberano, que homenajeó a Margarita II en su primer discurso al frente de la corona. «Mi madre ha reinado durante 52 años. Durante medio siglo se ha mantenido al día con los tiempos. Para siempre será recordada como una regente más allá de lo común», reconoció tras asumir el trono «con respeto, orgullo y alegría». Un desafío en el que, dijo, «no voy a estar solo».
En el balcón estuvo acompañado de toda su familia con Mary, de blanco vestida por la firma danesa Le Schmidt, a su lado y rodeados de sus cuatro hijos (Cristian, Isabel y los gemelos Vicente y Josefina). No estaba previsto en el programa pero todos volvieron a salir a saludar a su llegada al palacio de Amalienborg, la residencia oficial. La celebración, con fuegos artificiales en Copenhague y la imagen de Federico X proyectada en diferentes edificios del país, continuará este lunes con una sesión extraordinaria en el Parlamento danés y el domingo 21 con un acto religioso en la catedral de Aarhus a los que acudirán los monarcas, que fueron felicitados por otras casas reales. «Con el mayor afecto personal y los mejores deseos para el pueblo de Dinamarca», recogía el mensaje de Felipe VI y Letizia.
El mayor reto de los nuevos reyes será mantener el enorme respaldo de la ciudadanía del país a la corona, que Margarita ha dejado en torno al 80%. No parece que los daneses vayan a dar la espalda a su hijo (un 82% de los daneses cree que está preparado para reinar) pero él ya avisó ayer que necesitará «todo el apoyo que pueda conseguir». «Hoy el trono pasa».
.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.