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'Ni olvido ni perdón'. Es la frase que desde hace años rodea a las relaciones del presidente ruso, Vladímir Putin. Al menos un centenar de personas, que habían criticado o se habían opuesto a alguna acción del mandatario, han fallecido en misteriosas circunstancias de ... las que el Estado ha negado cualquier intervención. Investigaciones que aún están abiertas, algunas que se cerraron sin un resultado claro y otras que ni siquiera se analizaron colocan en duda las decenas de suicidios y asesinatos de los «enemigos de Putin».
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Posiblemente uno de los primeros en ser asesinado o al menos del que más se llegó a conocer fue sobre Alexander Litvinenko, un exagente de la KGB y crítico abierto de Putin. Murió en 2006 con 43 años después de beber té verde mezclado con polonio-210, un radiactivo raro y potente, en Londres. «Putin probablemente aprobó el asesinato», concluyó una investigación británica diez años más tarde, pero el Kremlin ha negado su participación. Litvinenko había huído de Rusia a Reino Unido seis años antes de ser envenenado.
El magnate ruso, antiguo hombre fuerte del Gobierno hasta la llegada al poder de Vladímir Putin, fue hallado muerto en su casa de Londres en marzo de 2013. La investigación determinó que las pruebas eran coherentes con su ahorcamiento, aunque el juez instructor ha clasificado el veredicto como «abierto». Berezovski era conocido por su postura muy crítica con Putin -a quien acusaba de haber matado al exagente de la KGB, Litvinenko- y sus aliados y llevaba años viviendo en Londres bajo la condición de asilado político.
El líder opositor y ex viceprimer ministro ruso Boris Nemtsov murió en 2015 en Moscú después de que un atacante desconocido le disparara hasta cuatro veces. Nemtsov, que casi fue candidato presidencial, fue arrestado en varias ocasiones por hablar contra el Gobierno de Putin, a quien denunció por su participación en la crisis de Ucrania, el empeoramiento de la situación económica del país y varios casos de corrupción.
El ruso de 44 años fue encontrado muerto cerca de su lujosa casa en una exclusiva urbanización cerrada en las afueras de Londres después de haber salido a correr en noviembre de 2012. Perepilichny buscó refugio en Reino Unido en 2009 después de ayudar en una investigación suiza sobre un plan ruso de lavado de dinero. Su repentina muerte generó sospechas de que podría haber sido asesinado. Una investigación descubrió que en su estómago habían encontrado rastros de un veneno raro y mortal procedente de la planta gelsemium.
La escritora y activista Anna Politkovskaya informaba sobre abusos contra los derechos humanos la guerra de Rusia en Chechenia antes de ser asesinada a tiros frente a su piso en Moscú en octubre de 2006, después de regresar a casa del supermercado. La muerte de Politkovskaya desató indignación en Occidente y el Comité para la Protección de los Periodistas en Nueva York señaló que fue amenazada por su trabajo, que «provocó el enojo entre las autoridades rusas».
Anna Babúrova y Serguéi Markélov, muertos a manos de un pistolero el 19 de enero de 2009 en Moscú, en el mismo atentado. Al igual que Politkóvskaya, ella trabajaba en 'Nóvaya Gazeta'. Markélov era abogado y defendió a la familia de Politkóvskaya.
Varios amigos recuperaron en 2009 el cuerpo de Natalia Estemirova en la provincia de Ingusetia, donde fue abandonado en un bosque tras ser secuestrada cuando salía de su casa, y la enterraron en Chechenia. Estemirova era una periodista que investigaba secuestros y asesinatos en Grozni, que según ella era habituales cuando las fuerzas de seguridad rusas combatían a los rebeldes separatistas.
Diputado del ya desaparecido partido Rusia Liberal e incansable detractor de las políticas del poder, fue asesinado junto al edificio de su vivienda en Moscú el 17 de abril de 2003. Recibió tres tiros por la espalda con orificio de salida por el pecho. Junto a su cuerpo, apareció la pistola homicida.
Sergei Magnitsky, un abogado del fondo de inversión Hermitage Capital Management, fue detenido poco después de acusar a funcionarios del Estado de robar 230 millones de dólares. Murió en 2009 bajo custodia policial tras pasar 358 días detenido antes de un juicio en el que se le acusaba de fraude fiscal. El presidente Putin, ha dicho que Magnitsky, que tenía 37 años, perdió la vida por un fallo cardiaco, pero su consejo de derechos humanos ha dicho que el abogado probablemente fue golpeado hasta morir.
El presidente de la petrolera rusa Lukoil, Ravil Maganov, -que se había posicionado públicamente en contra de la invasión a Ucrania y había pedido el cese inmediato de la ofensiva- murió en 2022 al caerse por una ventana de un hospital de Moscú en el que estaba ingresado tras sufrir un paro cardiaco. Las cámaras de seguridad que monitoreaban el lugar habían sido desconectadas en el momento que sucedió todo porque «estaban en mantenimiento», asegura la investigación.
El millonario Dan Rapoport, dueño del reconocido club nocturno en Moscú, -que estaba exiliado en Estados Unidos por ser crítico de Putin-, falleció en 2022 después de saltar de su apartamento de lujo en Washington. Aunque su muerte fue considerada por las autoridades como un suicidio, su esposa aseguraba que habían otras razones detrás y afirmaba que se trataba más bien de un crimen contra los «enemigos del Kremlin».
El viceministro ruso de Ciencia y Educación Superior, Piotr Kucherenko, falleció repentinamente en un vuelo mientras regresaba a Moscú desde La Habana, en Cuba. Los médicos no pudieron hacer nada por salvar su vida. Según publicó el diario 'The Moscow Times', el alto funcionario había criticado al Gobierno. «No te puedes imaginar el grado de brutalización de nuestro país. No reconocerás a Rusia en un año», dijo el funcionario a un reportero.
El exfuncionario del Kremlin y exvicepresidente de Gazprombank, el tercer banco ruso más grande del país, Vladislav Avayev, de 51 años, fue encontrado muerto junto con su esposa Yelena, de 47, y su hija María, de 13, en su casa de Moscú. La Policía indica que al parecer Avayev asesinó a sus familiares y después se suicidó.
La vicepresidenta del banco ruso Loko-Bank, Kristina Baikova, de 28 años, murió el pasado junio tras caerse por la ventana de su piso. Su fallecimiento, aún investigado por la Policía, se produjo por la gravedad de sus heridas tras precipitarse de una undécima planta y no pudo ser salvada por los servicios de emergencia.
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