La descomposición del sistema político francés es una realidad en cuyo espejo se refleja la mera existencia de un centro-derecha ocupado por el jefe del Estado y su partido, y la de una fuerte oposición de la extrema izquierda de Jean-Luc Mélenchon y ... de la extrema derecha de Marine Le Pen. La izquierda y la derecha clásicas se encuentran en un estado de desvalimiento manifiesto ganado a pulso en los últimos años.
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La debilidad y las contradicciones de esta situación han propiciado el debate este miércoles en la Asamblea francesa de la moción de censura presentada por la coalición de izquierdas del Nuevo Frente Popular (La Francia Insumisa, los socialistas, los verdes y los comunistas), con 185 firmas, a la que acompañaba una segunda, la de la ultraderechista Agrupación Nacional (RN) de Marine Le Pen y sus aliados de la Unión de Derechas por la República, con 140. Como estaba previsto, la votación ha derribado el Gobierno del primer ministro conservador Michel Barnier, después de tres meses en el cargo, y ha dejado patente, una vez más, la enorme fragmentación del hemiciclo galo. No está de más recordar que dicha moción se ha producido, sólo teóricamente, como respuesta y rechazo a los Presupuestos Generales de 2025, apoyados únicamente por los macronistas y la muy minoritaria derecha clásica liderada por el propio Barnier (Los Republicanos).
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A Emmanuel Macron sólo le queda la opción de buscar una solución al problema. Solución que, al no poder convocar una nuevas y forzadas -al no interesarle lo más mínimo- elecciones legislativas hasta mediados de 2025, se plasmará en el nombramiento de Sébastien Lecornu o de François Bayrou para sustituir al saliente Barnier y poder formar un nuevo Gobierno lo más pronto posible para retomar el tema de la Seguridad Social y los proyectos de ley de finanzas de fin de gestión y, fundamentalmente, de finanzas, que establece los presupuestos del Estado para el próximo año.
El sistema político francés ofrece una imagen de desestructuración que tiene su reflejo en la sociedad civil. Macron se ha encargado, por acción y otras veces por omisión, de debilitar los cuerpos intermedios, los partidos clásicos, los sindicatos, las asociaciones y las instituciones susceptibles de interponerse entre él y los ciudadanos. El que es considerado como el presidente de los ricos encabeza la estructura política e ideológica de la Francia contemporánea, que actualmente es una mezcla de descomposición del sistema anterior, en el que pugnaban derechas e izquierdas clásicas, y de derechización general, puesto que más de un tercio de los electores se reconoce en los candidatos de extrema derecha.
La crisis institucional y política exige reformas considerables. Quizás el futuro pase por salir de la exclusividad de una democracia presidencialista y por la rehabilitación del pluralismo democrático, el de las prácticas democráticas. En nuestras sociedades posmodernas la democracia representativa sigue siendo esencial para los ciudadanos, pero debe adaptarse a los nuevos retos para que el 'proyecto democrático' siga siendo creíble, se mantenga vivo y genere esperanza.
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