Joana Serra
Berlín
Lunes, 24 de julio 2023, 18:14
La Unión Cristianodemócrata (CDU), el primer partido de la oposición en Alemania y primero también en intención de voto, cayó en una fugaz, pero tal vez reveladora contradicción interna a raíz de unas declaraciones de su líder, Friedrich Merz, representante de su ala más derechista. « ... Voy a dejarlo claro: no habrá cooperación la AfD a escala municipal», escribió Merz a través de su cuenta en Twitter, en medio del revuelo causado por unas declaraciones suyas, la noche del domingo, insinuando lo contrario.
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La AfD es la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), actualmente en segunda posición en los sondeos y partido con el que el resto del espectro parlamentario rechaza toda alianza, a cualquier escala. El rechazo es asumido también por la CDU, que con su hermanada Unión Socialcristiana de Baviera (CSU), forma el grupo conservador del Parlamento (Bundestag).
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El domingo por la noche saltó a los medios una frase de Merz, pronunciada en una entrevista ante la televisión pública ARD, en que insinuaba un adiós a ese principio. «Si la AfD empieza a ganar alcaldías habrá que aceptar ese resultado democrático y buscar vías de cooperación», afirmó el líder de la CDU, quien alcanzó la jefatura del partido en 2021, tras la retirada del poder de la centrista Angela Merkel.
En tiempos de Merkel, sucesivos congresos federales de la CDU aprobaron la resolución por la que se negaba toda alianza con la AfD. Merz ha mantenido hasta ahora esa norma y advertido que, bajo su liderazgo, no se va a modificar. Sin embargo, la mera alusión a que, en caso de victorias ultraderechistas en municipios, habría que «buscar caminos» para cooperar, hicieron saltar las alarmas.
La frase de Merz se produce después de que la AfD obtuviera su primera victoria en un distrito del país y luego en un ayuntamiento, en ambos casos en el este de Alemania. Es decir, ahí donde la AfD consigue sus mejores resultados y también donde algunos líderes regionales de la CDU están apremiando para que se abra «un diálogo» con ese partido.
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Las críticas a Merz arrancaron apenas pronunció sus declaraciones, desde distintas posiciones en la estructura de la CDU, pero la más audible procedió de la CSU bávara. «La AfD es antidemocrática, ultraderechista y rompe la cohesión social. Es incompatible con nuestros valores», dijo el presidente de la formación socialcristiana y primer ministro bávaro, Markus Söder, quien aspira a la reelección en las regionales que tendrán lugar en octubre.
Desde Berlín, su alcalde-gobernador, Kai Wegner recordó las resoluciones de los sucesivos congresos de la CDU y aseveró que su partido «no puede ni debe» plantearse cooperar con otro cuyo modelo es la incitación al odio.
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La reacción más contundente, sin embargo, procedió del Parlamento. «No importa si se sienta en el Bundestag o en un ayuntamiento: un ultraderechista es un ultraderechista y, por tanto, un enemigo para mi partido», sentenció Yvone Mangwas, que ocupa una de las vicepresidencias parlamentarias de la CDU.
Alemania es de los pocos países europeos donde se mantiene el cordón sanitario o cortafuegos –'Brandmauer'- en torno a la AfD. En otros Estados miembro de la Unión Europea (UE), como Finlandia, la ultraderecha ejerce como socio de gobierno, mientras que en Suecia es aliado externo de la coalición y en Italia, Hungría y Polonia lideran sus ejecutivos.
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