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Así se ha convertido el móvil en un arma de guerra en Ucrania

Por primera vez, los soldados van al frente con un móvil en el bolsillo. Son un elemento clave en la transmisión de datos que permiten la destrucción del invasor, así como de información infectada de propaganda y odio

Óscar Beltrán de Otálora

Lunes, 6 de marzo 2023, 09:50

Al comienzo de la invasión de Rusia, los mandos militares occidentales se frotaban los ojos para comprobar que era cierto lo que estaban viendo. Cientos de soldados rusos luchaban en el frente con sus teléfonos móviles en el bolsillo de su uniforme. «En ningún ejército se permite ir a la guerra con un móvil. Eso no es posible», aseguraba en privado un alto militar español. Pero era cierto. Porque una de las muchas cosas que están sorprendiendo en este conflicto es el empleo de los teléfonos móviles de una forma que hasta ahora se desconocía.

El despliegue de estas terminales está sirviendo para dos cosas. En primer lugar, para utilizar los sistema de posicionamiento que tienen todos los dispositivos, lo que facilita información sobre los movimientos de tropas También son un elemento clave en la transmisión de datos que permiten ataques, la destrucción del invasor. Y en segundo lugar, para facilitar información de primera mano, en muchos casos infectada de propaganda y odio, tanto por el lado ucraniano como el ruso. Aquí, la aplicación Telegram -el supuesto WhatsApp seguro- es el rey de la comunicación.

El hecho de que la de Ucrania sea una guerra que se está desarrollando en los 'smartphones' tiene mucho que ver con las deficiencias del Ejército ruso y la ineficacia que está demostrando. Los ocupantes deberían haber utilizado radios codificadas para comunicarse, pero al inicio de los combates apenas disponían de un centenar de estos aparatos y, además, fallaban de forma constante porque dependían de deficientes baterías chinas.

Ante el riesgo de quedarse incomunicados, los soldados comenzaron a utilizar radios normales, que pueden ser captadas por cualquier radioaficionado. Los militares ucranianos tenían completamente controlados de esta forma a los militares rusos. Entonces comenzaron a utilizar la telefonía móvil para mantener la coordinación entre tropas. El problema para ellos es que tenían que utilizar las redes del país que estaban ocupando y que pertenecían al propio Gobierno ucraniano. Seguían estando controlados.

Según escribe en un documento publicado por el Instituto Español de Estudios Estratégicos, Carlos Javier Frías Sánchez, general de brigada y director de la Escuela de Guerra del Ejército, la red de telefonía móvil ucraniana tiene una especificidad. Tras el hundimiento de la Unión Soviética, Ucrania tuvo que crearse de la nada un sistema de comunicación. En ese momento era mucho más barato recurrir a la telefonía digital que a las redes de cable, así que el sistema de antenas que dan cobertura controló todo el país. En la actualidad existen 51 millones de líneas en Ucrania, frente a una población de 43 millones.

Cuando los soldados rusos comenzaron a utilizar sus móviles en las redes de telefonía ucranianas era posible saber en todo momento qué estaban haciendo. No obstante, para dificultar la comunicación entre las unidades invasoras, Ucrania impidió -mediante el roaming- que los rusos emplearan sus antenas de comunicación. Entonces, los ocupantes comenzaron a robar teléfonos móviles de civiles para utilizarlos o tarjetas SIM trucadas. Como los ciudadanos ucranianos comunicaban a sus autoridades los robos de móviles y las tarjetas manipuladas fueron identificadas, el control de Kiev sobre las comunicaciones en el frente de batalla fue casi absoluto de nuevo.

Ello supuso, en un primer momento, la capacidad de eliminar a generales y altos oficiales rusos en cuanto les localizaban por sus teléfonos móviles. De ahí, el inusual y elevado número de dirigentes militares que fallecieron en los primeros días de la guerra. El caso más evidente se produjo en la Nochevieja del año pasado, cuando decenas de reclutas participaron en una fiesta en la localidad de Makiivka, en el Donetsk. La inteligencia ucraniana descubrió que cientos de dispositivos se juntaban en un punto y ordenó un ataque de artillería. Según Kiev, más de 400 soldados fallecieron esa noche. Rusia ha reconocido 80 muertos.

Pero Kiev estaba realizando otros usos de los teléfonos móviles, en especial, para permitir que sus ciudadanos facilitasen información sobre los movimientos de tropas rusas y así poder localizarlas y destruirlas. Para ello, reconvirtió algunas aplicaciones civiles en otras de uso militar. Por ejemplo, una app destinada a las víctimas de violencia de género -en la que se avisaba a la policía si alguien era testigo de una agresión a una mujer- se convirtió en un mecanismo para que cualquier ciudadano puede alertar al Gobierno de la llegada a tropas invasoras.

Lo mismo sucedió con un servicio destinado a que los Ayuntamientos recibieran datos de sus ciudadanos con desperfectos en el mobiliario urbano. Esta aplicación -que dispone de geolocalización- es ahora clave para que civiles puedan fotografíar columnas de blindados rusos o sus posiciones estáticas y que estos datos lleguen casi en tiempo real a los mandos que deciden los bombardeos.

Pero no solo Ucrania domina la utilización bélica de los móviles. En los canales de la red Telegram, la batalla de la propaganda está siendo también un terreno en el que el Gobierno de Kiev está demostrando una gran capacidad de actuación. Algunos de sus canales demuestran su intención de utilizar la telefonía móvil como arma de guerra psicológica. Uno de ellos es 'Busca el tuyo'.

En este muro de Telegram, el Ejército ucraniano pone a disposición de las familias rusas toda la información sobre prisioneros, heridos o muertos. El objetivo es que las familias rusas se movilicen en su país si ven que un allegado aparece en el canal, así como burlar la censura que desde Moscú se impone a sus ciudadanos a la hora de conocer lo que está sucediendo en Ucrania.

Desde Kiev también hay canales en los que facilita información a los ciudadanos que trabajan en la administración de ciudades ocupadas por Rusia sobre cómo sabotear -sin ser detectados- los esfuerzos de los invasores por imponer algún tipo de Gobierno. Les piden, por ejemplo, que desordenen los archivos, que paralicen los sistemas informáticos con continuos reseteos o que no atienden al teléfono. En los canales ucranianos, además abundan los memes contra Rusia y su Ejército. El discurso es en muchas veces demasiado duro y solo se entiende en el contexto de la guerra que arrasa el país. Por ejemplo, las imágenes de soldados rusos muertos en la estepa se subtitulan siempre como «más abono para los cultivos».

Según los expertos, Telegram ha conseguido convertirse en un canal que transmite la moral de victoria de los ucranianos. Su mensaje está más o menos unificado y la directriz de resistencia es clara. En el lado ruso, sin embargo, no existe esa unidad.

El Telegram ruso está permitiendo dar voz a actores que están fuera del discurso oficial del Kremlin pero que son claves para entender lo que está sucediendo en la guerra. Por ejemplo, Prigozhin, el dueño de la empresa de mercenarios Wagner, es hiperactivo en esta red de mensajería.

En su canal ha insultado a miembros del Gobierno como el ministro de Defensa de Putin, ha amenazado a periodistas occidentales que se dirigen a él y ha hecho públicos sus discursos en las cárceles para reclutar voluntarios. También actúa en este canal otro actor secundario importante, el checheno Ranzam Kadyrov. Este dirigente pro Putin utiliza su dispositivo para enviar todo tipo de propaganda sobre éxitos de sus soldados musulmanes en la invasión, amenaza a occidente -es partidario de declarar ya la guerra a Polonia- pero también se preocupa de las noticias locales de su país. Hace unos meses destaco una noticia sobre el concurso para elegir al mejor taxista de Chechenia.

La clave de ambos personajes es que utilizaron Telegram para criticar al Ejército ruso tras sus fracasos en Ucrania, lo que rompió la censura que existía en los medios oficiales de Moscú. A sus voces se unieron una figuras cada vez más importante en la comunicación rusa como son los blogueros militares. Estos expertos son también quienes están haciendo públicos los fracasos de las tropas rusas. No se trata de críticas a la guerra, sino de exigencias de una mayor eficacia y profesionalidad de las fuerzas armadas. Las muertes de muchos mandos militares pro Putin se están conociendo cuando estos blogueros les rinden homenaje con motivo de sus funerales. Frente a la unidad ucraniana, los móviles son también el camino de la escasa disidencia que se manifiesta en Rusia.

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