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Aunque es un creencia muy extendida, en Países Bajos no está legalizado el consumo de cannabis. Está sólo despenalizado. Se mira para otro lado, vamos. Ahora, las autoridades de dos ciudades del sur, Breda y Tilburgo, sí han dado cobertura legal al consumo y la ... venta al por menor de esta sustancia. Es una prueba y si funciona y reduce el narcotráfico se extenderá al resto del país. La medida coincide, por ciento, con el proceso de formación del nuevo gobierno. El ultraderechista Geert Wilders ganó las elecciones legislativas de noviembre y entre sus promesas figuraba esta: «País Bajos sin drogas». En Breda y Tilburgo, ese lema se ha hecho humo.
Los neerlandeses pueden desde este viernes consumir cannabis legalmente por primera vez en esas dos localidades, dentro de un plan de cuatro años que duración que despenaliza la producción y suministro de esta droga en los 'coffeeshops'. Desde los años setenta del pasado siglo, las drogas blandas son toleradas. «Las autoridades optaron por no perseguir a los infractores», según aclara la página web del Gobierno. Lo que es ilegal es cultivar cannabis en Países Bajos.
Su venta, compra y consumo están sometidos a una política de tolerancia hacia las drogas blandas. Se permite el consumo propio en pequeñas cantidades. Para su distribución se conceden unas licencias a los 'coffeeshops', que deben estar situados a más 250 metros de una escuela, no hacer apología del consumo de drogas y no permitir el acceso a menores de edad. Como la producción está prohibida, muchos de los 570 establecimientos autorizados tienen que recurrir al mercado negro para abastecerse. Y ahí surgen los problemas: la delincuencia y el comportamiento antisocial.
Con este experimento de cuatro años en dos ciudades, Países Bajos quiere resolver esta «zona gris» jurídica. «Es un momento histórico», dijo el ministro de Salud, Ernst Kuipers, mientras observaba cómo llegaba la primera entrega de cannabis legal al 'coffeeshop' Baron, en Breda. El material suministrado estará estrechamente controlado.
Los resultados de esta iniciativa serán analizados por expertos: comprobarán si es posible regular la cadena de producción y si logra reducir la delincuencia. También se analizará el impacto en la salud pública. «Las organizaciones criminales tomaron el control de este mercado y por eso los dueños de los 'coffeeshops' dependían de ellos», declaró Paul Depla, el alcalde de Breda. «Esto tenía que acabar», agregó para la agencia AFP.
Ashwin Matai, jefe de cultivos de Hollandse Hoogtes, uno de los productores escogidos para este experimento, asegura que su cannabis «será limpio, probado, sin pesticidas». «Sabemos –agregó– exactamente lo que entra y lo que sale, por lo que el consumidor tendrá una sustancia mucho más segura».
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