Dublín no se había recuperado el jueves de la conmoción por el apuñalamiento múltiple que causó cinco heridos –entre ellos, tres menores– en pleno centro cuando, unas horas después, la violencia volvió a sus calles en forma de graves disturbios. La ciudad se enfrentó a ... una tensa madrugada de altercados, con saqueos a tiendas, vehículos incendiados y ataques al transporte público, que acabó con más de una treintena de personas arrestadas entre el medio millar que participó en las protestas convocadas por grupos de extrema derecha a raíz del suceso. En la noche del viernes había un fuerte dispositivo de seguridad preparado ante el temor de que se repitiera el violento episodio. El primer ministro, Leo Varadkar, no se anduvo con rodeos:«Es una vergüenza para Irlanda».
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Las autoridades investigan aún las circunstancias del apuñalamiento múltiple que se produjo pasadas las 13.30 del jueves junto a la escuela Choláiste Mhuire, en Parnell Square East, en el momento de la salida de los alumnos de Primaria. Por razones desconocidas, aunque en un principio se ha descartado que se tratara de un ataque terrorista, un hombre atacó con un cuchillo de grandes dimensiones a quienes se cruzaban en su camino. Dejó cinco heridos, y dos de ellos –una niña de 5 años y una profesora de unos 30– seguían ayer graves. El agresor fue retenido por un repartidor que, al presenciar la terrible escena, se bajó de su moto y arremetió con su casco contra él, mientras que un adolescente lo desarmó. La Policía detuvo después al atacante, que se sospecha que actuó en solitario.
Apenas ha trascendido información sobre el apuñalamiento pero las autoridades aconsejaron el viernes a la población que se ciñera a la versión oficial y no hiciera caso de los bulos que circulan por internet –en especial sobre la nacionalidad del detenido– y que habrían encendido la mecha de los disturbios, alimentados por grupos de extrema derecha. Sólo unas horas después del ataque cientos de personas se dirigieron con banderas nacionales y pancartas con lemas como 'Irish Lives Matter' (las vidas de los irlandeses importan) a un barrio de Dublín con un importante censo de migrantes. Pero la peor cara de las protestas se vio de madrugada, cuando se desató la violencia con «escenas que no hemos visto en décadas», admitió el propio jefe de la Garda (la Policía), Drew Harris.
En torno a medio millar de manifestantes se enfrentaron a los agentes –varios resultaron heridos, uno de ellos grave–, que detuvieron a 34 individuos aunque se esperan «muchos más arrestos». Los alborotadores lanzaron piedras y fuegos artificiales, saquearon trece comercios, incendiaron vehículos y destruyeron tres autobuses y un tranvía. «No podemos permitir que la ciudad sea entregada a matones», advirtió Harris, quien aseguró que «la gente se ha radicalizado a través de las redes sociales e internet». El primer ministro, que como el jefe policial sugirió que habría que revisar la actuación de la Garda, reprochó a los violentos que «ser irlandés es algo más que saludar a la bandera y golpearte el pecho», consciente del creciente discurso antiinmigración en el país.
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