Los drones volvieron a golpear este martes el centro financiero moscovita y la península ocupada de Crimea. En ninguno de los dos casos provocaron víctimas ni daños de gravedad; desde luego, nada que ver con la lluvia letal con la que la artillería rusa ... acostumbra a responder a estos «actos terroristas», según los denomina el Kremlin.
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El Ministerio de Defensa informó que las defensas antiaéreas derribaron tres aviones no tripulados dirigidos de madrugada contra la Flota del Mar Negro estacionada en Crimea. Moscú también fue el objetivo de estas aeronaves, pero solo una llegó a estrellarse contra una torre de la City. El impacto se saldó con varias cristaleras rotas. La escena constituyó una repetición casi exacta de la que vivió el distrito financiero el día anterior: los restos de dos drones interceptados por los antiaéreos golpearon contra otro edificio y rompieron parte de la fachada.
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El alcalde, Serguéi Sobianin, confirmó unos hechos que obligaron al cierre provisional del aeropuerto internacional de Vnukovo. Hasta anoche, nadie había reivindicado el ataque, pero las autoridades rusas no dudan de que procede del ejército ucraniano. Kiev se ha responsabilizado, eso sí, tardíamente, de otras acciones similares anteriores utilizando el eufemismo de que «el cielo vuelve a caer sobre Moscú».
El asesor presidencial de Ucrania, Mijailo Podoliak, reforzó este martes este mensaje y opinó que Moscú «se está acostumbrando rápidamente a una guerra completa». Salvo el primer dron que explotó sobre los tejados del Kremlin, el resto de acciones contra la capital han sido bastante débiles. La ciudad se encuentra fortificada con varios cinturones de baterías antiaéreas y sistemas de guerra electrónica que hacen muy difícil la penetración de estos aparatos.
Sin embargo, entre los institutos internacionales de análisis de la guerra crece la impresión de que en realidad estos ataques uscan provocar el miedo entre los moscovitas en busca de una eventual reacción social contra el Gobierno de Putin. El Kremlin se ha preocupado desde el inicio de la invasión de mantener 'aislada' a su población de la existencia de una guerra en curso; una burbuja que se pinchó con las campañas de reclutamiento apresurado de nuevos soldados y, ahora, el temor a los ataques aéreos, desconocidos en esta parte del país.
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Las autoridades rusas investigan como una posibilidad cada vez más viable que los drones estén siendo lanzados desde su propio territorio, probablemente por grupos de saboteadores, dada la facilidad de los últimos para llegar a la capital. El recorrido no es nada sencillo desde Ucrania, cuya frontera está a 500 kilómetros de distancia. «Es evidente que los drones los lanza una red de agentes que actúa en nuestro territorio», declaró este martes Leonid Slutski, presidente del Comité de Asuntos Internacionales del Parlamento. quien abogó por «arrasar con fuego los centros de toma de decisiones» ucranianos.
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