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La relación de Ucrania con sus aliados comienza a dar síntomas de desgaste. Más de 575 días después del inicio de la invasión rusa, y con miles de millones salidos de las arcas de decenas de países en forma de ayudas, las voces críticas con ... Volodímir Zelenski y sus demandas se han multiplicado en la comunidad internacional. En especial, en Europa, que ya no es un bloque unido en esta guerra. Hay fisuras en el Reino Unido, Hungría o, más recientemente, Polonia, que el jueves anunció el fin del envío de armamento en mitad de la crisis abierta por la exportación de productos agrícolas ucranianos. Sólo Estados Unidos -o más bien la Casa Blanca, porque los republicanos tampoco ocultan sus reparos- se mantiene firme en su respaldo a Kiev. «Estamos con ustedes y seguiremos estando con ustedes», le garantizó el presidente norteamericano, Joe Biden.
La guerra empieza a pasar factura entre unos socios que han comprometido más de 100.000 millones de euros para Ucrania. La mayor parte (77.080) desde la UE y el resto (23.850) procedente de EE UU, según las cifras que manejaba el Kiel Institute for the World Economy, con sede en Alemania, hasta el pasado 31 de julio. Unas cantidades, apoyo militar aparte, que el exministro británico de Defensa, Ben Wallace, advirtió hace meses de que debían ser motivo para que Kiev mostrara «gratitud». Sólo era el primer aviso de que el conflicto bélico también pasa factura a los aliados, que hasta entonces habían escenificado sus discrepancias más fuertes en torno a la entrega de cazas F-16, una de las principales reclamaciones de Zelenski que sigue sin ver cumplida.
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El presidente ucraniano es consciente de ese cansancio y en su gira esta semana por EE UU y Canadá recordó que «para ganar debemos permanecer unidos». Lo dijo en un terreno donde sabe que, al menos por ahora, tiene la partida ganada, con Biden convertido en su principal aliado contra Rusia. El presidente norteamericano, que le recibió el jueves en la Casa Blanca por segunda vez desde el inicio de la invasión, se presentó ante él como el garante de que «el mundo ayuda a Ucrania» en un momento en el que los países del Este han pasado de socios a casi rivales por la crisis del grano.
El veto en abril de Polonia, Hungría, Rumanía y Eslovaquia a la entrada de productos del campo ucraniano -en grandes cantidades a precios inferiores- por su impacto en la agricultura y la economía local abrió un agujero en las relaciones europeas con Kiev. La decisión del Gobierno polaco de no suministrar más armamento a las tropas de Ucrania hizo esta misma semana la grieta aún más grande. Y ese mismo día, sólo unas horas después, Biden reforzó sus lazos con Zelenski con otro gran paquete de ayuda militar: 325 millones de dólares (305 al cambio en euros) en misiles de defensa antiaérea, municiones de artillería y para lanzacohetes Himars, armas antitanque... y las polémicas bombas de racimo que comunicó en verano que iba a entregar. «Tiene exactamente lo que nuestros soldados necesitan ahora», agradeció el presidente de Ucrania, que en los últimos días ha intervenido en la Asamblea General de la ONU, el Consejo de Seguridad o el Parlamento canadiense.
La Administración Biden blinda con esta nueva partida el apoyo estadounidense a Kiev, que «la próxima semana» recibirá los primeros tanques Abrams -hay 31 comprometidos- procedentes de EE UU. «Le aseguré al presidente que nosotros no nos rendiremos y él me aseguró que Estados Unidos estará con nosotros el tiempo que sea necesario», compartió Zelenski en su discurso en el Museo de Archivos Nacionales en Washington, consciente de que su visita a la Casa Blanca había sido «muy importante». El líder norteamericano no ha expresado duda alguna en su respaldo a Ucrania desde el inicio de la guerra en febrero de 2022. Ni siquiera cuando la comunidad internacional mostró su preocupación por la entrega de munición de racimo para luchar contra Rusia.
El propósito de Biden, interesado en mantener su papel protagonista en la escena internacional, es continuar al lado de Zelenski hoy y también cuando acabe la guerra. «Así como estamos comprometidos a ayudar a Ucrania a defenderse ahora, estamos comprometidos a ayudar a recuperarse y reconstruirse en el futuro», defendió el mandatario, que en el otoño de 2024 deberá pasar por las urnas.
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