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Anastasiia Tarashchuk
Domingo, 25 de febrero 2024, 01:11
El país de la Europa oriental que permanece en silencio, pero que en realidad ejerce como activo aliado de Rusia en asuntos exteriores, celebra elecciones parlamentarias. Bielorrusia acude a las urnas con el precedente de la votación anticipada que comenzó hace cuatro días, el miércoles ... 21, en la que la participación ha rondado de media el 14% , según las estadísticas del portal de información Zerkalo.io. La oposición bielorrusa, cuya líder, Svetlana Tijanóvskaya, se presentó a los comicios presidenciales en 2020 y por poco no ganó, ve esta jornada como una oportunidad para protestar contra «el régimen» y por ello sugiere a la población que lo haga sin salir a la calle. Quedarse en casa haciendo las cosas cotidianas, cocinando, charlando con los amigos, practicando deporte... ya sería suficiente como forma de denuncia.
La incertidumbre rodea estas primeras horas. Fuentes opositoras deslizan que su llamamiento está destinado al éxito, pero choca con las primeras informaciones oficiales, según las cuales, el 59,6% del electorado habría votado ya a las dos de la tarde.
«La verdad es que ni me he enterado de estas elecciones, ni la gente de mi alrededor lo hizo, así que me imagino que es normal que tan poca gente haya votado. No lo tomarán muy en serio», comenta Ana, una joven que vive y trabaja en Minsk y que por seguridad prefiere no mencionar su nombre. En total, 6,9 millones de bielorrusos –de los casi 9,5 millones que componen el censo del país– están llamados a votar en estos comicios, que tendrán lugar en seis regiones y la capital, con 1,3 millones de personas convocadas a las urnas. La provincia donde más electores hay es la de Gómel (1.066.370) –en el sureste y fronteriza con Rusia y Ucrania– y la que menos es Grodno (742.575) –en el noroeste, limita con Polonia y Lituania –.
Las elecciones de este domingo servirán para designar a los 110 diputados del Parlamento bielorruso entre los 265 candidatos que se han presentado y a 12.000 representantes, entre los 18.802 aspirantes, para las instituciones locales. La clave de estos comicios consiste en que el Gobierno liderado por Alexánder Lukashenko pretende formar el nuevo órgano constitucional, la Asamblea Nacional de Bielorrusia, en los próximos sesenta días tras la cita con las urnas. Hasta 1.200 personas, entre ellas los 110 parlamentarios elegidos este domingo, formarán parte de este ente.
Pero en Bielorrusia no todos creen que estos comicios vayan a servir para algo. «Efectivamente, esto no son elecciones para nada. No dejaron entrar ni a un candidato independiente, ni siquiera invitaron a los examinadores de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa. Ya ni cuento con la oposición, a la que destrozó el propio Gobierno desde 2020, el año de la manifestación contra Lukashenko. La Policía estatal pega y lleva a la cárcel a entre veinte y treinta personas al día», describe la secretaria de prensa de Tijanóvskaya, Anna Krasulina, sobre el escenario electoral. Son cuatro las formaciones que se presentan a la cita: Bélaya Rus (Rutenia Blanca), los comunistas del KPB, los liberales-demócratas del LDPB y el Partido Republicano del Trabajo y la Justicia (RPTS).
El primer objetivo de cada una de estas siglas es idéntico. Todas quieren «garantizar la integridad del orden constitucional y la armonía civil» y los comunistas añaden también «la independencia y la soberanía de la República de Bielorrusia». Eso sí, para la oposición, los candidatos de estas cuatro formaciones no son nada más que «las muñecas que le convienen al Gobierno».
30 años
en el poder lleva Alexánder Lukashenko. Llegó a la presidencia bielorrusa con las primeras elecciones democráticas de la república, en 1994, y desde entonces no se ha movido de la silla. Todo un récord (seis mandatos) en Europa.
El asesor político de la Oficina para el Renacimiento Nacional, Yauheni Andreichyk, un bielorruso residente en Polonia, recuerda que «es importante entender que los empleados y los estudiantes del país están obligados a votar porque si no el Gobierno les indica de manera clara que habrá consecuencias de desobediencia, lo cual perjudica la honestidad de la votación». «Como entre los candidatos están los que son muy leales hacia el Ejecutivo, forman parte del régimen y tienen poco poder, estas elecciones no representan realmente lo que quiere la población», ahonda. Tijanóvskaya, directamente, se grabó invitando a los bielorrusos a que no vayan este domingo a votar. «Que este día sea más útil para vosotros mismos, no para el régimen», proclama en el vídeo la líder opositora, que entró en política en 2020, cuando el Ejecutivo de Lukashenko encarceló a su marido, candidato presidencial, y encabeza el descontento del país desde el exilio en Lituania.
«Estoy de acuerdo en que hay que evitar la participación en estos comicios, porque la situación política en Bielorrusia da a entender que votar no tiene ningún sentido, ya que esto está controlado por las fuerzas que gobiernan», comenta Andreichyk. El asesor de Tijanóvskaya, Alexánder Dabravolski, coincide en que «la ausencia de la oposición, el control de los medios de comunicación y también la falsificación de los resultados dejan sin el poder de elegir». Y otra de las manos derechas de la líder opositora, Anatoli Lebedko, resume: «Las elecciones sin alternativas no tienen elección».
En términos generales, Dabravolski afirma que el escenario ante las urnas es «como si os quitasen vuestras figuras del tablero nada más haber empezado la partida de ajedrez» y como única opción, dice, «lo que podemos hacer los bielorrusos es evitar la participación en estas elecciones engañosas».
Mientras que la oposición intenta conseguir que la gente ignore estos comicios, el primer y único presidente que ha tenido Bielorrusia, Alexánder Lukashenko, en el cargo desde 1994, un récord en Europa, «no habla mucho de las elecciones porque él y los que están a su servicio en el Gobierno lo controlan todo», explica Krasulina.
Pero Lukashenko tampoco pierde el tiempo. El pasado miércoles se fue de visita a la República de Tartaristán, en Rusia, donde su presidente, Rustam Minnikhanov, le otorgó la Orden de la Amistad. Es una condecoración que reconoce la buena relación con otros países. Al llegar allí, en avión privado, le dieron una bienvenida calurosa con varias mujeres vestidas con trajes tradicionales y los platos típicos en sus manos. Ambos dirigentes intercambiaron ideas sobre la relación entre sus naciones y lo que tenían en común ya que, en su opinión, los dos Estados van al mismo ritmo en desarrollo industrial y tecnológico, el campo en el que les toca competir con 'gigantes' como China. El líder bielorruso también destacó que «los acontecimientos del mundo exterior nos han hecho más cercanos, hemos dejado de discutir. Hemos entendido también que no tenemos muchos amigos, en general, igual ni los tenemos, y que tenemos que crear nuestra felicidad con nuestros propios esfuerzos».
Al día siguiente, en Kazán, la capital de Tartaristán, celebraron junto al presidente ruso, Vladímir Putin, la inauguración de 'Los juegos del futuro', unas competiciones deportivas online donde participan 107 países y cerca de 2.000 atletas y el ganador se lleva 25 millones de dólares. En el vídeo compartido sobre ese momento por un medio oficial de Bielorrusia se muestra el cariñoso gesto del jefe del Kremlin hacia Lukashenko cuando le cede la palabra en un gran escenario y se escucha la ovación de una multitud de espectadores al líder bielorruso.
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