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Es posible que una barcaza semejante al 'Bibby Stockholm' pueda utilizarse para una película sobre un futuro distópico, hordas de todo pelaje fortificadas en un bastión de metal o una aventura de terror naval. Pero lo que está claro es que no es lugar para ' ... Barbie'.
Esta enorme plataforma flotante de 10.659 toneladas de peso y tres pisos de altura guarda la apariencia de un edificio típico del desarrollismo urbano de los años 70. Solo que flota. Y en él vivirá durante meses medio centenar de inmigrantes ilegales. Mark Gleeson, británico, lo vio pasar de camino a la isla de Portland, donde permanece amarrado y este lunes ha comenzado a servir de alojamiento de los solicitantes de asilo. Dice Gleeson que «lo peor no es su estética, sino saber cuál es su destino. Si alojase a trabajadores temporales, puedes decir simplemente que es feo. Pero si lo que tratas es de meter ahí a los inmigrantes que no quieres en el resto del país, ya es una cárcel siniestra».
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Iñigo Gurruchaga
Él sabe de lo que habla. Fue trabajador naval. Itinerante. El de Portland no será el primer puerto en el que ve este tipo de barcazas para empleados de astilleros y de plataformas extractivas. Bloques de grandes paredes de acero y un puñado de ventanas escuálidas. Aséptico. Funcional. Cero lujos. «Lo normal. Pero una cosa es un alojamiento para gente que trabaja fuera todo el día y otro un centro de inmigración cerrado. Resulta siniestro no por lo que es, sino por su uso. Un gueto», reitera.
El 'Bibby Stockholm' tiene otra decena de hermanos, todos ellos barcos-residencias construidos en la última media década, aunque alguno se remonta a los años 50. Algo más grande que éste es el 'Bibby Altona', amarrado en el puerto de Hamburgo para alojar a refugiados. El 'Bibby Kalmar' también estuvo en el puerto germano, pero los últimos años ha sido alquilado por diferentes astilleros noruegos con el fin de acoger a trabajadores temporales.
Entre los más grandes figura el 'Babby Progress', salido en 1976 de los astilleros irlandeses de New Ross. Con 12.611 toneladas y 91,4 metros de eslora sirvió como buque de abastecimiento a una plataforma petrolífera, y en 1990 pasó a funcionar como barco-hotel. Tiene 155 habitaciones y puede dar cabida a 620 personas. Incluye un restaurante, bares y salas de conferencias. Su historia es tan interesante como para escribir un relato de aventuras: alojó a la Legión Extranjera de Francia en el atolón de Mururoa, luego lo utilizó la Marina de Estados Unidos y finalmente los Carabinieri en Nápoles, según un informe de la Asociación de Marina Mercante internacional. Ahora mismo, el buque se encontraría inactivo.
La barcaza británica tiene capacidad para alojar a 220 personas, pero ha sido readaptado de modo que podrá recibir a medio millar. En realidad, la empresa se ha limitado a colocar literas en cada pequeño apartamento. El 'Bibby Stcokholm consta de dos patios interiores. Uno sirve para actividades de recreo y el otro ha sido habilitado como gimnasio. Si alguien espera un camarote con buenas vistas al exterior, las oportunidades escasean. No han sido construidos para el turismo. La subsecretaria de Estado de Salvaguardia británica ha señalado que se trata de «un alojamiento básico, pero adecuado». Sin embargo, los solicitantes de asilo «no pueden esperar quedarse en un hotel de cuatro estrellas».
Y quizá ni siquiera de una. La alcaldesa de Portland, que lo ha visitado, se ha mostrado horrorizada. «Todo es pequeño», ha dicho. Medio centenar de ONG y 23 ministros de la Iglesia han pedido al Gobierno de Rishi Sunak que rectifique, Las organizaciones de derechos humanos califican el programa de «inhumano». El Sindicato de Bomberos ha puesto su índice sobre la «trampa mortal potencial» en la que puede convertirse la barcaza.
La historia parece cíclica. En la zona donde ha amarrado estuvo atracado antes un barco-prisión entre 1997 y 2006. El Ejecutivo británico optó por él para aliviar el hacinamiento en las cárceles británicas. En 2003 hubo una fuga. Un recluso logró encaramarse a lo alto del casco y se marchó. Tras clausurarse su servicio, el buque, llamado 'HP Prison Weare', fue transformado en alojamiento para trabajadores de plataformas petrolíferas y enviado a Nigeria. Paradójicamente, antes de recalar en Portland, el Gobierno intentó que el 'Bibby Stockholm' atracarse en los muelles de Londres, Birkenhead, Teeside y Newcastle. Todos se negaron.
Portland resuta un lugar curioso. La isla tiene apenas 6,5 kilómetros de longitud, pero es propietaria de una larga y prolija historia. Su pieda blanca, de gran calidad, ha servido para construir el Palacio de Buckingham y la catedral de San Pablo. El puerto donde ha sido anclada la barcaza de la vergüenza, también forma parte del pasado militar británico. La Marina Real instaló en el borde occidental una base que alojó las primeras patrulleras en 1916. Más tarde, se transformó en base mixta para los aviones de la RAF y durante la Segunda Guerra Mundial registró una nueva transformación como establecimiento de submarinos. El puerto fue bombardeado repetidamente. En uno de los ataques, la aviación alemana hundió el buque antiaéreo 'HMS Foylebank'. Sus restos y las almas de cientos de marineros reposan a escasa distancia del lugar donde ahora residirán los refugiados. La base militar cerró al término de la Guerra Fría.
Portland es, además, destino de presos. The Verne, una pequeña ciudad fortín construida hacia 1850 por convictos, sigue a día de hoy encuadrada en el Servicio de Prisiones de Su Majestad en la zona de Tophill. Se trata de un centro penitenciario para delincuentes sexuales. Allí cumplió sentencia el cantante Gary Glitter, hombre excéntico condenado por varios delitos sexuales cometidos en su época de rey del glam rock. Glitter ha pasado casi 17 años en esa roca. Fue excarcelado el pasado febrero y un mes más tarde regreso al calabozo por romper los requisitos de la libertad condicional. El rock y sus excesos no perdonan.
Como puede percibirse, el vecindario de los refugiados del 'Bibby Stockholm' carece de precedentes. La barcaza solo admitirá hombres. De 18 a 65 años. Apenas ofrece alternativas al ocio. Un par de patios interiores, parecidos al de luces de una edificio cualquiera, un salón de juegos y una sala de televisión. A todo ello se ha añadido ahora una habitación con ordenadores. También se ha instalado una sala de oración para distintas confesiones.
Los bloques de viviendas llegan al límite del casco. Apenas hay lugares para pasear. Salvo los patios. Según algunos expertos náuticos, todo ello se debe a su vocación de alojamiento laboral funcional y económico, y su uso habitual en climas del norte. Sin una cubierta al uso, también resulta más sencillo de controlar. Un servicio de seguridad se encarga de la vigilancia constante de la barcaza. Según los responsables de migración en Londres, los solicitantes de asilo podrán bajar a tierra, pero únicamente hasta las once de la noche.
Sus desplazamientos tendrán algo de disfuncionales. De la escalerilla pasarán a un recinto y de ahí a unos autobuses especiales que les llevaran hasta el exterior del recinto portuario. Al regreso, la misma operación pero a la inversa. El Ayuntamiento de Dorset ha organizado un programa de actividades que incluyen senderismo, deportes o prácticas de voluntariado y jardinería para que ocupen las horas de ocio. Cada migrante recibirá unos 14 euros a la semana, una cantidad cino veces inferior a la asignación habitual del Gobierno porque tendrán el servicio de catering en el propio barco.
Concebido para procurar un techo a los trabajadores navales, no es la primera vez que el 'Bibbi Stockholm' da albergue a inmigrantes. Ya sirvió para este fin en Países Bajos. De su paso por Suecia arrastra una leyenda negra: maltrato, abusos sexuales, extralimitaciones de los agentes de seguridad, casos de sarna y dos muertes por falta de atención médica. Su último amarre antes de su traslado al Reino Unido fue el puerto de Génova, en calidad de residencia para jóvenes con escasos recursos económicos. «Una vida de lujo», reza la publicidad de la empresa propietaria del buque.
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