Boris Johnson gestionó la pandemia de Covid en el Reino Unido rodeado de funcionarios y colaboradores que lo creían incapacitado para la tarea. Lee Cain, que trabajó para él como responsable de comunicación en el Ministerio de Exteriores y luego en Downing Street, afirmó este ... miércoles que la pandemia fue «una crisis incompatible con sus cualidades».
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Dominic Cummings, que siguió a Cain para responder a las preguntas de la investigación pública sobre una pandemia que se cobró cerca de 230.000 muertes, acuñó una caricatura para Johnson que se hizo popular. Era un 'trolley', un carro de la compra, que iba de un lado a otro en función de la última persona con la que hablaba o del último artículo leído en un periódico conservador.
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El secretario del Gabinete, Simon Case, le había descrito en un mensaje de WhatsApp a sus colegas como alguien que no podía ser líder y al que él no podía ayudar. «Gobernar no es tan difícil», añadía después, «pero este tío lo está haciendo imposible». Este miércoles se recordó que Johnson propuso que se dejase morir a los viejos para no dañar la economía.
El aire truculento y los insultos, algunos obscenos, en los mensajes de Cummings que se han publicado, le presentan como alguien de personalidad dispuesta a la queja y la crítica. Pero en su diálogo con los abogados de la investigación, presidida por la juez Heather Hallett, ha ofrecido un panorama interesante del relativo caos que la pandemia creó en Londres y en otras capitales del mundo.
En Downing Street, inicialmente, los científicos afirmaron que no podría evitarse la expansión del virus por todo el mundo, y que por tanto había que emprender una estrategia de mitigación, al estilo de la que aplicó Suecia. Ya en la segunda semana de marzo, la perspectiva del comité científico cambió y el Gobierno descubrió que tenía que encerrar a la población, en la mayor crisis desde 1945, según Cummings.
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El que fuera asistente esencial de Johnson y estratega de la campaña en favor del Brexit quiere ser un reformador de las estructuras administrativas, pero lo despiden pronto. El alto funcionariado británico tiene prestigio internacional, pero Cummings afirmaba este martes que ningún ministerio tenía un plan para una pandemia, aunque todos pretendían tenerlo.
Su objetivo más atacado es el Cabinet Office, parecido a un Ministerio de la Presidencia, que coordina a los servicios de seguridad y la implementación de las decisiones del Gobierno. La situación cuando llegó Cummings era, según él, un consejo de ministros demasiado grande, que no podía ni decidir ni ejecutar, y un Ministerio del Gabinete muy poderoso, pero con múltiples problemas.
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El visionario intentó enmendar con datos un caos de Downing Street que era consecuencia del alud de asuntos sin resolver que le llegaban de su ineficiente vecino. Su equipo de datos habría ofrecido al menos una imagen más exacta de la realidad. Con mirada retrospectiva, ofreció la política que habría que aplicar en una nueva pandemia, que es uno de los objetivos de la investigación.
Siguiendo el ejemplo de Singapur, habría que cerrar las fronteras y tener un sistema de test y localización con cobertura eficaz en todo el país. Habrían evitado tantas muertes y ruinas, pero, según Cummings, el Reino Unido nunca ha sido capaz de controlar sus fronteras. Se esperaba una intervención agria, pero fue la más instructiva. Y el sabio de alta tensión ya reconoce que «es una locura que yo estuviese en Downing Street».
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