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El canciller federal alemán, Olaf Scholz, y el primer ministro chino, Li Qiang, demostraron este martes la importancia que sus gobiernos conceden a las relaciones bilaterales, pese a las diferencias manifiestas en temas como los objetivos económicos y políticos de sus países, la crisis de ... Ucrania o los derechos humanos. «El diálogo directo, la conversación personal, el intercambio real son hoy más importantes que nunca en estos tiempos extraordinarios llenos de retos globales», dijo el mandatario germano en rueda de prensa al término de las consultas que celebraron en Berlín ambas potencias y a las que Li acudió acompañado de diez ministros de su gabinete.
«Cuanto más sepamos el uno sobre el otro y cuanto más abierto sea el intercambio, menor será el espacio para malentendidos», subrayó el canciller federal, quien puso el énfasis de su intervención en el conflicto ruso-ucraniano y la crisis climática, mientras el primer ministro chino se centró en la cooperación económica. En ese sentido, Li destacó que Pekín atribuye un gran valor al desarrollo de las relaciones con Alemania y Europa y la disposición de su país a elevar un escalón más sus contacto con Berlín, «a un nivel cada vez más alto».
«Si reforzamos la cooperación en la ciencia, industria y economía haremos una aportación a la estabilidad de la economía mundial», aseguró el jefe de Gobierno chino, quien comentó que la economía de su país se recupera de manera continuada pese a la mala dinámica de crecimiento de la economía mundial.
Li Qiang, cuya intervención ante los medios fue apreciablemente más breve que la de Olaf Scholz, no hizo mención alguna a la guerra de Ucrania, mientras su anfitrión volvió a solicitar que Pekín haga uso de su influencia sobre Moscú para conseguir que Rusia detenga su guerra. Como miembro permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, «China debe asumir una tarea especial», incidió el mandatario germano, quien insistió en que las autoridades de Pekín no deben suministrar armas «al agresor ruso».
Scholz recordó asimismo su visita a China en noviembre pasado, en la que junto al presidente chino, Xi Jinping, dejaron claro que no debe haber amenazas «y mucho menos uso» de armas nucleares en ese conflicto. «Eso sigue vigente y estoy agradecido de que compartamos ese punto de vista», señaló el canciller federal. Además destacó el derecho a la integridad territorial y soberanía de Ucrania. «Sobre ese orden basado en normas internacionales se sostiene la coexistencia en el mundo, no sobre el poder del más fuerte», dijo el líder alemán, que exigió el respeto de las fronteras y dejó claro que ningún país puede contemplar a otros como si fueran su patio trasero y buscar con violencia cambios fronterizos.
«El imperialismo no es la solución», añadió Scholz, también con la vista puesta en Taiwán, la isla que China reclama como territorio propio. Li tampoco respondió al llamado de mediación de su par germano en el conflicto de Ucrania cuando destacó que el gigante asiático es un «socio estratégico» de Rusia. Pekín no ha condenado hasta ahora la invasión, no oculta su respaldo al presidente ruso, Vladímir Putin y critica abiertamente a Estados Unidos y la OTAN por su intervención.
Por deseo expreso de la delegación china no hubo preguntas de los periodistas a los dos dirigentes durante la rueda de prensa, algo completamente excepcional en la Cancillería Federal. Seguramente para evitar a Li tener que pronunciarse sobre temas polémicos como el conflicto de Ucrania o los derechos humanos. Algo que no omitió, sin embargo, el canciller federal al destacar la importancia de éstos en la fabricación de productos y la cadena de suministros. «Condiciones de producción dignas y con ello la mejora de la situación de los derechos humanos son de nuestro común interés», dijo Scholz en referencia velada a las acusaciones contra Pekín de someter a trabajos forzosos a minorías étnicas como los uigures.
Pese a todo, el político socialdemócrata alemán aseguró que su gobierno apuesta por el desarrollo de la cooperación económica con la segunda gran economía mundial, pese al debate en el país sobre los riesgos de una dependencia de China en determinados sectores. «No tenemos interés alguno en desengancharnos económicamente de China», afirmó Scholz, que exigió, sin embargo, amplias mejoras en el acceso de empresas germanas y europeas en general al mercado del gigante asiático y condiciones justas de competitividad.
Ambas partes subrayaron también el interés en estrechar la cooperación en el campo de la protección del clima y el medio ambiente. El mayor emisor del mundo de CO2 tiene una responsabilidad especial ante el cambio climático, dijo Scholz mirando a Li, a quien pidió que China haga más ecológicos sus procesos industriales, acelere la transición energética y fomente la movilidad eléctrica.
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