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M. P.
Viernes, 21 de julio 2023, 22:05
En una guerra donde los países enfrentados se asoman al mismo mar resulta imprescindible cobrar ventaja naval. Es lo que ha sucedido en las aguas de Azov y el mar Negro, que Rusia quiere mantener bajo su control mientras Ucrania busca desesperadamente evitar el cerco. ... El resultado es una costa fuertemente minada. Según Moscú, su enemigo desplegó al inicio de la guerra 450 minas. Mientras tanto, Kiev asegura que los invasores sembraron una cifra aún mayor, alrededor de 600, para entorpecer la navegación hacia cualquier puerto bajo dominio ucraniano.
Los artefactos más modernos se alternan con otros que proceden de los arsenales de la Segunda Guerra Mundial. Se anclan con cadenas al fondo, a dos metros de la superficie, y disponen de una carga suficiente para abrir un boquete en el casco. A menudo, los países vecinos han alertado de la presencia de minas a la deriva. Bulgaria y Rumanía han encontrado algunas. Georgia y Turquía mantienen estrechos dispositivos de vigilancia marítima. El fin es evitar colisiones con los artefactos, como el que hundió en marzo de 2022 un buque mercante estonio de bandera panameña.
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Rafael M. Mañueco
La Flota del Mar Negro rusa se compone de decenas de buques, entre ellos siete submarinos de la clase Kilo sobre los que gira gran parte de su capacidad depredadora. Cuatro salieron de los astilleros entre 2014 y 2016. Son nuevos. Equipan, por tanto, los sistemas de armamento más avanzados, entre ellos los misiles Kalibr que castigan a diario la infraestructura portuaria de Odessa, sus almacenes de cereal, y las ciudades del interior. Durante la invasión Moscú ha perdido alrededor de media docena de navíos, entre ellos, la joya de la corona, el crucero 'Moskva'.
Rusia se llevó la mejor parte de la antigua Flota Soviética del Mar Negro, que debió repartirse con Ucrania y Georgia a principios de los 90. Se quedó con la mayoría de los barcos, todos los sumergibles y la base de Sebastopol. Y buena parte del legado correspondiente a Kiev lo perdieron los ucranianos en 2014 durante la ocupación de Crimea. En la actual invasión, su poder en el mar Negro ha estado depositado especialmente en los misiles Neptune y en la nueva era bélica protagonizada por los drones navales.
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