El rotundo grito triunfal de los agricultores holandeses

La victoria le convierte en una fuerza mayoritaria en el Senado, ya que tendrá entre 15 y 17 de sus 75 escaños, y en un fenómeno de la política holandesa. Hasta ahora disponía de un escaño en el Congreso, ocupado por su fundadora, la periodosta Caroline van der Plass, que ha demostrado ser la primera sorprendida del resultado de las elecciones provinciales A medida que avanzaba el recuento, ella respondía con un atónito «no me lo puedo creer», que remató con un sonoro «me voy de fiesta» durante la madrugada del jueves cuando se supo que el BBB había conquistado ocho de los doce distritos electorales. Este viernes se ha confirmado que la victoria es completa con el respaldo de las doce provincias, entre ellas, la más importante, Utrecht, bajo control de la ultraderecha populista representada en el Foro Para la Democracia desde la anterior cita electoral de 2019.

Los agricultores neerlandeses han saltado del campo a los sillones del Senado en apenas cuatro años. Es el tiempo que ha transcurrido desde que decidieron crear su propio partido para plantar batalla a la política medioambiental del Gobierno de Países Bajos hasta su histórico triunfo en las elecciones. Así ha sido definido por todos los medios del país. E incluso el primer ministro, Mark Rutte, se ha rendido a la evidencia de que el resultado es «un grito muy claro a los políticos» y una «señal muy clara» de los votantes neerlandeses.

El BBB se define como un partido de centroderecha conservador, euroescéptico y defensor del desarrollo agrario. Su color es el verde. En su ideario mezcla tesis procedentes efectivamente de la derecha con otras más progresistas

Su principal elemento de cohesión ha sido en su breve andadura de tres años la lucha contra la política gubernamental para conseguir una drástica reducción del 50% de las emisiones de nitrógeno en 2030, en línea con las políticas europeas de medio ambiente. Sin embargo, su argumento consiste en que tal recorte sólo se puede conseguir mediante un descenso significativo de las ganaderías y el uso de fertilizantes, dos grandes emisores de este gas, lo que conllevaría la ruina para miles de familias neerlandesas.

Los primeros análisis apuntan a que en el éxito de este partido confluyen varios factores. El argumento de que, sin las tradicionales ganaderías ni los no menos históricos pastos holandeses, el país está abocado a perder su identidad y sufrir una quiebra económica ha calado hondo en la población. A eso habría que unir el descontento social, el propio desgaste de la coalición de Gobierno y un sentimiento en contra de las estrategias comunitarias que se toman lejos de allí, en Bruselas, pero que redundan negativamente en el tejido social y económico doméstico; una especie de rebelión contra la imposición que el sector agrario ha sabido manejar en constantes movilizaciones de protesta.

El Movimiento Campesino Ciudadano ya había demostrado su fuerza hace unos meses cuando, en verano, los agricultores bloquearon importantes carreteras del país y volcaron estiércol sobre ellas, pero era una incógnita lo que ocurriría en las urnas. Y el respaldo obtenido confirma que «los holandeses están hartos de la política», señaló Van der Plass. O, más bien, de las intenciones del Ejecutivo neerlandés en materia medioambiental, que el partido agrario observa como un ataque al sector y exige «dejar fuera de la mesa» las propuestas sobre la agricultura intensiva.

Ahora, tras las elecciones que han llevado a 13 millones de neerlandeses a las urnas, la líder del BBB defiende que «el pueblo ha hecho oír su voz». «Y de qué manera. No podéis ignorarnos durante más tiempo. Entraremos en el Gobierno», ha advertido. Allí será la mayor fuerza junto a la coalición de socialdemócratas y -curiosamente- verdes, que suman 15 asientos. Las elecciones regionales, además, no son una cita menor en Países Bajos ya que las provincias tienen poder de decisión en asuntos como la construcción de carreteras y casas, el transporte y, evidentemente, y la política medioambiental.

El malestar hacia el primer ministro, Mark Rutte, que supera una década en el poder, también se ha visibilizado en estas elecciones. De hecho, el partido Cristianos Demócratas, miembro de la coalición de Gobierno, ha perdido la mitad de sus escaños. Y los cuatro partidos de la alianza centro-derecha han sufrido pérdidas significativas de votos y ocuparán menos de un tercio de los asientos del Senado, lo que deja tocado al Ejecutivo nacional. En su seno, recoge el diario neerlandés 'De Telegraaf', reconocen que «ella (por Van der Plass) lo hizo muy bien». Tanto que la política 'eco' de Rutte ha quedado en entredicho.

El primer ministro, consciente del complicado escenario, aseguró que analizará lo ocurrido «con calma, aunque descarta una posible crisis de gobierno al entender que todas las fuerzas más votadas, un mensaje dedicado en especial a los agrarios, tiene «intención de colaborar» . Sin embargo, tranquilidad es elago que el BBB no parece dispuesto a concederle. Su líder ha emplazado este mismo viernes a Rutte a sentarse a «hablar» tras conocer el último dato de apoyo en las urnas. Mientras el BBB supera ligeramente el 13% de votos, la izquierda verde GroenLinks ha cosechado un 12,8 %, por delante del 11,9% logrado por el partido del primer ministro, según ha anunciado hoy la Junta Electoral. «Ha sido una píldora muy amarga», ha reconocido el ministro de Exteriores, Wopke Hoekstra.