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Londres se prepara para convertirse en un enorme búnker donde nada ni nadie interfiera en la coronación de Carlos III y su esposa Camilla. Unos 30.000 agentes velarán por que el multitudinario acto que arrancará el sábado sobre las 11.30 (hora española) discurra ... sin sobresaltos aunque el plan de seguridad bautizado como 'Golden Orb', y que implica a francotiradores, la unidad marina o equipos de perros, entre otros efectivos, lleva «meses» en marcha. No se trata sólo de proteger el evento, el primero de estas características en Reino Unido en siete décadas, y a sus protagonistas sino a una lista con dos millares de invitados -6.000 menos que cuando Isabel II llegó al trono- que incluye a monarcas y jefes de Estado de todo el mundo, miembros del Gobierno británico y un variopinto elenco de VIPs. Una histórica cita que ha atraído a miles de 'royal fans' hasta la capital londinense.
La Policía Metropolitana de Londres, la 'Met', tiene muy reciente la experiencia de los grandes dispositivos de seguridad desplegados en 2022 por el Jubileo de Isabel II y, meses más tarde, por su funeral. «Fueron un éxito y hemos aprendido de ellos», reconoce el comandante adjunto de este cuerpo, Ade Adelekan, consciente de las posibles amenazas en eventos masivos con la familia real. Desde antimonárquicos a alborotadores profesionales, psicópatas o terroristas, a quienes se vigila hace semanas. En el caso de las personas obsesionadas con los Windsor incluso se han organizado visitas con profesionales de la salud mental para reducir los riesgos en el acto del sábado.
«Voy a ser muy claro. Nuestro umbral respecto a cualquier cosa que interrumpa o que impida que esto sea un éxito absoluto va a ser muy bajo», avisa Adelekan. De hecho, los policías cuentan con el respaldo de una nueva Ley de Orden Público -entró en vigor el miércoles 3 de mayo- que amplía sus poderes ante posibles protestas y manifestaciones en el marco de la coronación. El texto contempla penas de hasta seis meses de cárcel y multas ilimitadas para quienes se encadenen a objetos o edificios y de hasta un año para aquellas personas que «interfieran en infraestructuras clave» como carreteras, vías de tren o aeropuertos. En el espacio de exclusión aérea que se ha decretado en el centro de Londres para el sábado como parte de la operación 'Golden Orb' no se permitirá, por ejemplo, el uso de drones y sólo podrán volar helicópteros policiales y de medios de comunicación autorizados.
La 'Met', reforzada estos días con agentes de otros cuerpos, tiene el desafío de controlar cada palmo de los 156 metros de recorrido que realizará el rey, y otros miembros de los Windsor como su heredero, hasta el altar de la abadía de Westminster desde el palacio de Buckingham. Allí, a sus puertas, fue arrestado esta misma semana un hombre por arrojar artículos «sospechosos de ser cartuchos de escopeta». La consigna, recuerda Adelekan, es clara: actuar con «enorme rapidez» ante el más mínimo movimiento que pueda ensombrecer la coronación.
Con esa intención hay uniformados y policías de paisano sobre un terreno que está ya tomado por seguidores de la realeza y curiosos de todo tipo que quieren seguir el evento en primera fila. Muchos son británicos pero también hay ciudadanos llegados del extranjero acampados a lo largo del Mall que han podido ver los ensayos -algunos de madrugada- previos al gran día. «No me hubiera perdido esto por nada del mundo. Estar en casa viéndolo por televisión no es como estar aquí en la vida real», admitía Tony Chen, que ha viajado desde el centro de Inglaterra hasta la capital. Como aperitivo a la coronación, Carlos y Camilla ofrecieron el miércoles una fiesta en los jardines de Buckingham –una tradición que encantaba a Isabel II– con 8.000 invitados, entre ellos el cantante Lionel Richie.
Un sondeo realizado entre los países que componen la Commonwealth, y publicado por el diario 'The Daily Mail', ha amargado los días previos de la coronación al rey. Casi la mitad de ellos (seis de los catorce, sin contar a Reino Unido, que tienen a Carlos III como jefe de Estado) se muestra a favor de una república y apoyaría romper con la monarquía británica. En esta posición se encuentran Antigua y Barbuda, Bahamas, Jamaica, Islas Salomon y las dos naciones de mayor tamaño de esta 'comunidad', Australia y Canadá. Los canadienses destacan, de hecho, como los ciudadanos entre quienes impera más el sentimiento republicano (un 47% de los encuestados frente al 23% que respalda a los Windsor). El mantenimiento de esta unión que parece resquebrajarse será uno de los retos del heredero de Isabel II.
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