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La semana de Rishi Sunak ha sido una tragicomedia. El presidente de su partido, Richard Holden, ha huido del nordeste de Inglaterra, donde tenía su escaño, y ha sido 'enchufado' como candidato conservador en una circunscripción segura del sudeste en la que el diputado 'tory' ... se ha retirado. Los miembros locales de la formación están indignados por la imposición de un 'paracaidista'.
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La gente de la región de Essex, en donde ha aterrizado el extraño, es muy orgullosa de su comarca. También lo son los habitantes del norte de Inglaterra, que han visto a otros cuatro diputados conservadores huir a puntos lejanos del sur porque están convencidos de que esta vez no mantendrán los escaños que ganaron en 2019, en lo que fue la gran conquista 'brexiter' de un territorio políticamente rojo.
Más fugas. Mientras diputados de su cuerda escapaban del norte inglés, Sunak se marchó sigilosamente de los campos de la libertad y la muerte en Normandía, en los que se conmemoraba el desembarco del Día D (el 6 de junio de 1944). Evitó la cumbre de líderes de los países aliados –Biden, Trudeau, Macron, Scholz– porque había quedado en Londres para hacer una entrevista que se emitirá el próximo miércoles.
El primer ministro británico pidió disculpas por ello. Algo que no hizo el miércoles pasado. Entonces envió a su ministra Clair Coutinho para que negase tajantemente que él hubiese mentido en el primer debate televisado, cuando repitió una y otra vez que un análisis de los funcionarios de Hacienda señalaba que los laboristas aumentarán los impuestos en una media de 2.350 libras por familia.
Su protegida, Coutinho, afirmaba en radios y televisiones que los empleados del Servicio Civil habían calculado esa cifra justo en el momento en el que se publicó una carta del más alto secretario del Tesoro confirmando que había pedido a miembros del Gobierno que no atribuyeran esos números a los funcionarios.
Pero eso no es lo más grave que le ha sucedido esta semana. Lo peor para el primer ministro es que Nigel Farage haya decidido presentarse a las elecciones. Según la firma de encuestas YouGov, Farage es más popular que el laborista Keir Starmer. Mientras que el líder del Brexit es el que tiene más apoyo, un 38%, y provoca el rechazo del 42% de los encuestados, Sunak solo causa buena impresión a un 20% y el disgusto del 55%.
En la noche del viernes, la BBC organizó un debate entre siete representantes de los partidos que tienen más escaños o más intención de voto en los sondeos. Contestaban a preguntas de la audiencia. Las primeras fueron sobre la capacidad de las Fuerzas Armadas y la marcha de Sunak de las ceremonias del aniversario del Día D. La ministra conservadora Penny Mordaunt reconoció que fue algo «totalmente equivocado».
La respuesta del líder de Reform UK fue extraordinaria. Según él, el ejército está peor dotado que con el último Gobierno laborista. Además, la marcha de Sunak de los actos en Normandía mostraría que «no comparte los instintos del pueblo británico, del que está desconectado». Aunque el primer ministro nació en Inglaterra en una familia de inmigrantes indios y se ha educado en la cultura del Reino Unido, para Farage es «muy antipatriótico».
La del viernes fue la primera presencia del jefe de Reform UK en los debates televisados de la campaña para las elecciones del 4 de julio. Encuestas de los últimos días dan al partido de Farage un 17% de intención de voto, frente al 19% de los conservadores. La gran mayoría lograda por la formación liderada por Boris Johnson en 2019 se debió en parte a que Farage, entonces al frente del Partido del Brexit, no presentó candidatos en circunscripciones conservadoras. Esta vez tiene más votantes potenciales y ataca a los 'tories' por haber aceptado 4,3 millones de inmigrantes durante sus 14 años de mandato, más que los 2,7 millones de la era laborista.
En su discurso final, el líder del Brexit invitó a los británicos a unirse a un «fenómeno político» que ocurrirá, según él, en las próximas semanas; a una «revuelta» contra un sistema sostenido por dos partidos parecidos –conservadores y laboristas– «que no cambiarán nada».
Sunak tiene una compleja campaña electoral en la que debe batallar desde una posición débil contra un Partido Laborista que le aventaja en 20 puntos y contra la demagogia nacionalista de un Farage que quiere destruirlo.
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