Escocia y Cataluña avanzan hacia una extraña sincronía

Los movimientos nacionalistas en las dos regiones mantienen relaciones de solidaridad, pero nunca antes han vivido un tiempo de tal sincronía como el que se daría si gobiernan con un mismo afán y enfrentados también al rechazo de los gobiernos de Londres y Madrid a conceder la celebración del referéndum. Las analogías son, sin embargo, escurridizas.

Ni la líder, Nicola Sturgeon, ni el SNP, han publicado comentarios sobre el resultado de las elecciones del domingo en Cataluña. El silencio puede explicarse por el deseo de evitar que los electores los asocien con un movimiento catalán percibido como más arrojado y también para no avivar la hostilidad del Gobierno español, cuando aún postulan, tras el 'brexit', el regreso de Escocia a la Unión Europea.

Los comentarios en la prensa no alientan fervor. El profesor de la Universidad de Aberdeen, Michael Keating, afirma en el 'Herald' de Glasgow que las elecciones catalanas dejan «un lío y no se ve una salida clara». «Estamos de nuevo en punto muerto», afirma. «Es básicamente 50-50. Ha habido un pequeño movimiento hacia el lado de la independencia y eso les da una mayoría de votos y escaños».

En «The National», diario independentista, Michael Fry señala similitudes en este momento y especula sobre diferencias en el futuro, porque los nacionalistas de Carles Puigdemont son procapitalistas y serían más fácilmente encajados en la UE que los seguidores de una socializante Sturgeon. Las diferencias del ahora ya tienen, sin embargo, suficiente enjundia.

Las encuestas registran una caída en la intención del voto al SNP en el mes de enero- quizás debido al enfrentamiento entre Sturgeon y de su predecesor, Alex Salmond, que culpa al Ejecutivo de las acusaciones de delitos sexuales de las que fue exonerado por los tribunales-, pero la proyección es que el partido obtenga en mayo una mayoría absoluta de más de diez escaños.

En circunstancias similares, el exprimer ministro conservador, David Cameron, alegó que no se podía eludir la voluntad de los electores escoceses y transfirió a Salmond la competencia de convocar una consulta, en 2014. Ganó el 'no' por 55.3% contra 44.7%. Desde junio de 2020, todos los sondeos han dado victoria al 'sí', el último por 47% frente al 42%.

Pero Boris Johnson se opone a la nueva consulta, recordando que la de 2014 se presentó como una decisión para una generación y amparándose en el ejemplo del 'brexit'. La marcha de la UE se decidió en 2016, revocando el resultado del referéndum de confirmación del acceso a la entonces Comunidad Económica Europea, en 1975.

Dos profesoras universitarias, Judith Sijstermans y Coreen Brown Swan, han analizado las diferencias entre la encendida solidaridad expresada al independentismo catalán por el partido flamenco, N-VA, y el más cauto apoyo del SNP. Tanto Salmond como Sturgeon han rechazado la posibilidad de referéndums ilegales, que no obtendrían reconocimiento doméstico o internacional.

La ministra principal presentará, sin embargo, en los próximos días, un proyecto de ley para convocar la consulta. Lo sometería al nuevo Parlamento de Edimburgo tras las elecciones. La presentación del proyecto de ley avala la demanda de una agrupación de independentistas al máximo tribunal escocés para que reconozca que la historia constitucional permite a la asamblea escocesa convocar el referéndum.