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Los estudiantes de las grandes universidades de Estados Unidos y Europa serán en unos años los que dirijan buena parte del mundo. Ahora, aún en las aulas, han levantado la voz contra la invasión israelí de Gaza y el cerco a la Franja que condena ... a la población gazatí a la miseria y la muerte. El cambio climático y la visión pesimista del futuro han sembrado entre los jóvenes una certeza hasta ahora desconocida: creen que vivirán peor que sus padres. Y algunos se rebelan ante ese destino y ante la injusticia. «Ya no soy lo suficientemente joven como para saberlo todo», dijo Oscar Wilde. Pero a la juventud, como repetía el presidente francés François Mitterrand, conviene escucharla. Ya sucedió en Mayo del 68 y en tantas movilizaciones contra el racismo y guerras como la de Vietnam. Hoy, aunque a una escala mucho menor, los estudiantes gritan para que termine el «genocidio» de Gaza.
El eco de las bombas que llevan meses cayendo sobre la arrasada Franja retumba desde abril en las universidades del mundo, de Estados Unidos, sobre todo. Las protestas de los estudiantes ante la masacre que sufre la población palestina -han fallecido 35.000 civiles- han conformado una mecha que le ha estallado en la cara al presidente norteamericano, Joe Biden. EE UU es el gran aliado del Gobierno hebreo. En noviembre esperan las elecciones americanas: uno de los candidatos, el republicano Donald Trump, tacha de «traidor» a Biden por haber bloqueado la entrega de armas al ejército israelí. El otro aspirante es Biden, que ve cómo se le revuelven los jóvenes y cómo el conflicto de Gaza le pasa factura entre las filas demócratas. Por eso busca desesperadamente un alto el fuego que calme el ambiente.
Los estudiantes han elevado el tono. Hace unos días, la Universidad de Columbia, en Nueva York, tuvo que aplazar la ceremonia de graduación. El sábado, los manifestantes se dejaron oír en este acto de cierre de curso de la Universidad de Berkeley, en California. La mayor parte del público permaneció ajena a la protesta, pero un grupo numeroso de alumnos gritó lemas en favor del pueblo palestino y ondeó su bandera. Desde que se produjo la primera acampada en Columbia, la Policía ha detenido a 2.400 estudiantes y a 50 profesores en los campus estadounidenses. En Europa, la respuesta del alumnado ha sido más tibia, aunque ya ha habido movilizaciones en diez universidades españolas y esta semana se han producido desalojos en Ámsterdam, Berlín y París.
La capital francesa fue el escenario de primera revuelta estudiantil de la historia. En 1229. Y por un motivo muy distinto: todo comenzó con una pelea de taberna porque los alumnos se quejaron del alto precio del vino. Fueron apaleados por la guardia. Los responsables de la universidad salieron en su defensa y recurrieron a la reina. Ante la falta de respuesta del trono, varios profesores dejaron de dar clase y se largaron de la ciudad. Así se generó la primera huelga estudiantil de la que hay registro.
Ahora, con Gaza en el foco, son los campus estadounidenses los que levantan la mano para acusar a Israel. Piden a sus rectores que se desvinculen de los mecenas judíos que financian las universidades. Los responsables de los centros educativos oscilan entre respetar la libertad de expresión de los jóvenes y mantener el orden en sus instalaciones. En muchos casos han recurrido a los antidisturbios para desmantelar las acampadas y desalojar los edificios. Hay división interna, como se ha comprobado en la ceremonia de graduación de Berkeley. Entre estudiantes y también entre los enseñantes.
El director de la Asociación Estadounidense de Profesores Universitarios, Isaac Kamola, lamenta que los docentes «no saben con seguridad qué pueden y no pueden decir». Muchos son interinos. Pueden acabar en la calle. Y critica que se haya convertido en habitual la presencia de la policía en los campus, que son un espacio de «debate académico». Annelise Orleck, profesora en Dartmouth, en New Hampshire, describió así la acción policial: «Fue como una invasión armada. Había una cadena de policías con cascos y porras. En tres décadas de docencia no había visto nada igual».
Pese a las detenciones, los alumnos insisten. «No podrán acabar con el movimiento de protesta. Volveremos» difundió por las redes sociales un grupo de estudiantes del Instituto de Tecnología de Massachusetts que había sido desalojado por orden de la rectora, Sally Kornbluth. «No hay cabida para el antisemitismo en ningún lugar de Estados Unidos», avisa Biden. En muchas universidades de su país, los jóvenes portan carteles con el rostro del presidente y la palabra 'genocida'. Tienen en la retina las dolorosas fotografías de muertos y heridos que llegan a diario desde Gaza a todas la pantallas del mundo. Les ponen voz a esas imágenes desesperadas.
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