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mercedes gallego
Nueva York
Viernes, 24 de julio 2020, 21:43
Parecía que cuatro millones de casos fueron la dosis de realidad que necesitaba Donald Trump para entender que este año no es el más adecuado para el baño de masas que quería para coronarse candidato a la reelección, pero resulta que no, que el número ... mágico lo pusieron las encuestas.
El 62% de los habitantes de Florida, donde Miami es el nuevo epicentro del coronavirus, se opone a su decisión de celebrar la convención en Jacksonville (Florida), según una encuesta de la Universidad de Quinnipic. El presidente cambió la sede de los discursos, programada originalmente en Charlotte (Carolina del Norte), porque el gobernador demócrata de ese estado se negaba a romper las reglas de la distancia social. El de Florida, un discípulo fiel que niega la epidemia, no tuvo inconveniente alguno en complacer las necesidades de su ego, pero medida que se recrudece la infección los habitantes de Florida son más renuentes a alojar un acto masivo de esas características. Trump necesita el estado para ganar la reelección, porque ningún presidente salgo Bill Clinton en 1992 ha llegado a la Casa Blanca si ese estado desde que se convirtió en cuna del exilio cubano americano.
Si algo no estaba dispuesto a ver el presidente era un aforo medio vacío. Sus asesores intentaron encontrar soluciones. Primero barajaron realizar diariamente la prueba del Covid-19 a todos los delegados y periodistas que asistieron a la convención del partido republicano, pero cómo resulta impracticable decidieron trasladarla al aire libre. Con todo, la pandemia está lejos de desaparecer y agosto se acerca, por lo que el temor de que esos tres días de discursos glorificadores se convirtieran en una lluvia de críticas negativas se impuso.
Al final, lo que logró convencer al mandatario para que renunciase a ese gran baño de masas con el que soñaba fue la promesa de que esa decisión le haría subir en las encuestas, según Político. Trump ha tenido que tragarse las burlas que hizo de los demócratas por minimizar su propia convención de cuatro días en Milwaukee (Wisconsin), para la que se ha urgido a los delegados del partido a quedarse en casa y ver los discursos pregrabados por internet. Joe Biden no tendrá su momento glorioso en el escenario, pero Trump tampoco.
Al presidente le recordaron que el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu también era un héroe de la pandemia hasta que llegó la segunda oleada, como el brasileño Jair Bolsonaro hasta que cayó el mismo víctima del virus y se enfrentó a más de 2 millones de casos. Estados Unidos ni siquiera ha salido de la primera oleada. Algunos, como Nueva York, han hecho un gran trabajo controlando el virus, con tanta austeridad que todavía no han abierto los restaurantes salvo al aire libre, pero el resto de los estados que reabrieron sin precauciones han visto un recrudecimiento tan fuerte que está erosionando la popularidad de sus gobernadores. En palabras de Trump, «el país está en muy buena forma, salgo que mires al sur o al oeste», dijo el miércoles.
La rapidez con la qué se propaga la infección este verano ha estremecido a los expertos que se creían curados de espanto esta primavera. Entonces se tardaron 45 días, desde el 28 de abril al 11 de junio, en pasar de un millón a dos millones de casos, pero para el tercer millón se han tardado sólo 27 días. La media de siete días se ha doblado en menos de un mes, alcanzando 66.000 nuevos casos diarios el miércoles. El balance mortal supera los 141.000 y se acerca rápidamente a la marca de los 150.000. Entre los muertos está la abuela de uno de los asesores más extremistas de Trump, Stephen Miller, inspirador del veto musulmán y la separación de niños en la frontera. La Casa Blanca sacó un comunicado asegurando que la abuela de Miller había muerto «pacíficamente mientras dormía» de causas naturales, pero el tío abuelo de Miller ha colgado en Internet el certificado de defunción que atribuye el fallecimiento al Covid-19. Una de las muchas muertes de las que se responsabiliza a Trump y que puede costarle lo que más importa, su reelección
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