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caroline conejero
Nueva York
Jueves, 21 de enero 2021, 22:39
En su mensaje de despedida como presidente, que revelaba tonos de revancha aplazada propios del final de una película de terror, Trump anunció solemnemente al mundo que volverá. «El movimiento que comenzamos apenas ha empezado», señaló con inflexión mesiánica a sus incondicionales, «nunca ha habido ... nada igual», decretó. «Salgo de este majestuoso lugar con el corazón leal y jovial, y el espíritu optimista, y con la suprema confianza de que, para nuestro país y para nuestros hijos, lo mejor está aun por llegar», declaró parafraseando un poco a Sinatra.
El mensaje, codificado para su audiencia de incondicionales políticos y los millones de seguidores a través del país, apunta a que Trump no se resignará a la vida de ciudadano privado después de dejar la Casa Blanca. Si las especulaciones sobre el futuro de Trump después de Trump necesitaban alguna evidencia nuevas revelaciones sobre sus últimas gestiones indican que el expresidente ya prepara su retorno al escenario de la vida política. Desde su incitación al intento de golpe en el Capitolio, Trump ha venido entreteniendo la idea de la formación de un nuevo partido político que se llamaría Partido Patriota.
Según fuentes cercanas, ha discutido la idea con varios asesores y personas cercanas a él y, aunque los detalles del nuevo partido son vagos y requerirán mucho esfuerzo, -ya que de seguro enfrentará la resistencia del propio partido republicano-, dinero no le falta.
A pesar de las duras críticas por parte de muchos republicanos que lo abandonaron tras la incitación a la violencia, y de la segunda sesión de 'impeachment' que se va a vivir en el Congreso, el expresidente tiene un sólido seguimiento político y ciudadano que planea explotar.
La realidad es que Trump sigue siendo popular entre los republicanos, para quienes, a pesar de haber perdido las elecciones, en 2020 obtuvo 10 millones de votos más que en 2016, un récord electoral histórico para un candidato republicano en una elección presidencial.
Su robusta base de partidarios que han defendido la campaña de fraude electoral sin ofrecer ninguna evidencia, objetaron la certificación de los resultados electorales incluso después del violento asalto al Congreso, y continúan dando muestras del obstruccionismo por venir en las audiencias de confirmación del gabinete del presidente Joe Biden.
No por nada, cuatro años en política le han sido muy rentables a Trump y a su familia, que han hecho negocio con el gobierno y han sabido monetizar las donaciones políticas. Desde que perdió las elecciones el 3 de noviembre pasado, Trump ha recaudado 250 millones de dólares, que, tras pagar las deudas de su campaña presidencial, 100 millones, le dejan con una caja de 150 millones.
Como se trata de un PAC -Comité de Acción Política-, el dinero solo puede ser utilizado para fines políticos, pero eso no le impide usarlo para pagarse a sí mismo y a su familia, y canalizar gastos en dirección a sus negocios.
En estos cuatro años de presidencia Trump ha descubierto que la política no solo es un negocio extremadamente rentable, sino que la 'política del odio' es una extraordinaria fuente de ingresos con poderosos donantes políticos como el influyente matrimonio Mercer y muchos otros millonarios con voluntad política.
Un nuevo partido político seria la plataforma ideal para ayudar a Trump a seguir ejerciendo influencia después de su presidencia, y poder echar mano a la caja del PAC. Además, la creación de un nuevo partido le proveería de una plataforma de difusión pública, que, tras la cancelación de sus cuentas en las redes sociales, necesita desesperadamente para poder funcionar política y emocionalmente.
El ex comandante en jefe dos veces imputado con cargos de destitución se ha movilizado ya realizando llamadas telefónicas a sus legisladores republicanos acólitos para averiguar su intención de voto en su segundo proceso de 'impeachment', que, en caso de resolverse en su contra, le imposibilitaría ocupar el cargo de la presidencia nunca más.
Todavía en la Casa Blanca el día antes de salir, Trump criticaba la ceremonia inaugural de Joe Biden adelantando que «sería muy aburrida» y que probablemente Biden tartamudearía y no sería capaz de terminar su discurso. Aún comandante en jefe en su última hora, siguió con obsesión todas las noticias de la investidura en los televisores del avión presidencial que aterrizó en Florida antes de la toma de juramento de Joe Biden.
Pocas horas después, el nuevo presidente deshacía a golpe de firma ejecutiva en el Despacho Oval mucho del legado de Trump en inmigración, racismo y aislacionismo, una anulación que apenas acaba de empezar y que continuará en los próximos días y semanas. Un golpe para Trump que a pesar de las burlas y la aparente jovialidad que se esfuerza en desplegar, según algunos de los asistentes a su ceremonia de partida, estaba deprimido por dentro y se sentía fracturado.
En las últimas horas de su mandato en la Casa Blanca Trump produjo una oleada de acciones de clemencia que beneficiaron a más de 140 personas, incluidos artistas de rap, exmiembros del Congreso y otros aliados, como su exjefe de estrategia Steve Bannon.
Los indultos, que sobrepasan los límites del propósito de clemencia y favorecen a amigos y aliados, son una calculada acción de doble interés personal, que por un lado le puedan beneficiar en el futuro y que al mismo tiempo no puedan perjudicarle.
La Administración Biden ha comenzado a revisar estos procesos, algunos de los cuales no tendrían la necesaria base legal. Por esa duda sobre su validez, Trump finalmente obedeció a su equipo de asesores y no extendió los indultos a los miembros de su familia o a sí mismo, se trataría de un arma de doble filo que le pondría en un serio riesgo legal en el futuro.
Testificar contra el padre
El beneficio del indulto presidencial inhabilita el derecho a atenerse a la Quinta Enmienda que protege de la trama de negocios de Trump y les convertiría inmediatamente en presa de los incesantes fiscales en varios Estados que lideran graves investigaciones contra las operaciones financieras ilícitas de la 'organización Trump'. En ese escenario judicial, sus hijos no tendrían máas remedio que testificar contra él para salvar su propia piel.
Tampoco está claro que los indultos preventivos como el de Bannon tengan validez legal ya que nunca se han ejecutado y los expertos en ley constitucional se encuentran en territorio inédito. El de Bannon destaca especialmente, ya que su juicio por estafa se encuentra en las primeras fases, a meses de poder establecer una fecha para el juicio. Ya que Bannon no tiene aún un veredicto ni sentencia, ni ha cumplido tiempo en prisión, no está claro si la anulación de la acusación y potencial sentencia es legal.
Bannon fue detenido en agosto a punto de abordar su yate acusado de engañar a miles de donantes de la campaña de Trump para construir el muro fronterizo, y del desvío de más de un millón de dólares a su cuenta personal y a la de otro funcionario de la campaña. Los otros imputados en el caso no fueron indultados, lo cual deja la puerta abierta a nuevos desenlaces judiciales inéditos.
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