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mercedes gallego
Nueva York.
Jueves, 16 de julio 2020, 22:16
Se lo había dicho bien claro en abril, cuando la crisis del coronavirus se empezó a reflejar en las encuestas. «¡No voy a perder frente a Joe Biden!», le gritó furioso durante una conferencia telefónica. Después de semejante aviso, Brad Parscale todavía cometió un error ... imperdonable: prometió un millón de personas para el mitin de Tulsa (Oklahoma) con el que Donald Trump relanzó su campaña el mes pasado, pero metió poco más de 6.000. El auditorio se veía vacío por televisión, todo un insulto para el amante de las cámaras.
«La cagó y lo sabe», contó otro de sus asesores. El hecho de que los seguidores de la aplicación Tik Tok le hubieran engañado, solicitando entradas sin tener la intención de asistir, no le excusó. Desde entonces, el jefe de la campaña de reelección de Trump, Brad Parscale, había estado relegado, hasta que el presidente anunció el miércoles por la noche en Facebook su relevo por otro colaborador cercano que también trabajó con él en 2016, Bill Stepien.
Prueba de qué Parscale es un amigo de la familia fue la forma cariñosa en la que el líder republicano le despidió. «Parscale, que ha estado conmigo durante mucho tiempo, ha liderado un tremendo trabajo digital y de estrategia de datos, así que permanecerá en ese papel». Fue su yerno, que según todas las fuentes está al frente de los esfuerzos de reelección, el que le transmitió la noticia. Trump ya echó a su jefe de campaña dos veces en 2016. Esta vez está dispuesto a involucrarse él mismo en el manejo y a seguir sus propios instintos para evitar lo que a todas luces empieza a ser un camino cuesta arriba.
Nadie le subestima. Su falta de escrúpulos y su capacidad para conectar con los instintos más básicos de los votantes le han granjeado victorias que nadie esperaba, pero a cuatro meses de las elecciones de noviembre va diez u once puntos por detrás de su rival, Joe Biden. La crisis del coronavirus no cede en Estados Unidos, por lo que tampoco podrá remontar la economía.
Stepien ya fue jefe de la campaña del gobernador de Nueva Jersey Chris Christie y trabajó en su Gobierno hasta el escándalo de 'Bridgegate', pero se salvó de la investigación. Tiene experiencia en campañas presidenciales, al haber trabajado en la de John McCain en 2008 y antes en New Hampshire con George W Bush en 2004.
Trabajó en la Casa Blanca como director político y tuvo grandes desacuerdos con otro jefe de campaña de Trump, Corey Lewandowski. El presidente les escuchó a los dos. Al final se inclinó por Stepien y dejó marchar a Lewandowski. El ascenso de Stepien al puesto que un día ocupó Lewandowski es su última victoria. «El presidente es un mandatario muy orientado a los resultados», contó a CNN hace tres años. «Quiere ver que se gana». Ese será su reto ahora.
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