El histórico veredicto que el jueves convirtió a Donald Trump en el primer expresidente de Estados Unidos condenado por un delito penal ha elevado la temperatura en un país que vive un momento de extrema polarización y volatilidad política. A ello contribuyó el propio republicano ... que, cuando todavía no habían transcurrido veinticuatro horas de la decisión del jurado de condenarlo por los 34 casos abiertos por el pago para conseguir el silencio de la actriz porno Stormy Daniels durante la campaña de 2016, arremetía este viernes contra el proceso judicial y la Casa Blanca en un discurso plagado de falsedades y teorías de conspiración lanzado desde la torre Trump de la Quinta Avenida, su antigua residencia en Nueva York.
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«Si pueden hacerme esto a mí, pueden hacérselo a cualquiera», declaró en la rueda de prensa ante una masiva presencia de periodistas y medios de información en la que se presentó como víctima de «una persecución orquestada por la Casa Blanca» y «un Estado fascista». «Fue muy injusto... Vieron lo que le ocurrió a algunos de los testigos de nuestro lado. Literalmente los crucificaron», afirmó en su intervención. A través de su plataforma de Truth Social llegó a calificar al juez Merchán de «altamente conflictivo» y criticó las instrucciones que dio al jurado por considerarlas injustas. El exmandatario, de 77 años, anunció que apelará el fallo y que su equipo de abogados tiene numerosos elementos para cuestionar «esta estafa» diseñada para evitar que vuelva a Washington.
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Consciente de su capacidad de influir en los partidarios de su movimiento político, del tema judicial pasó rápidamente a elevar el tono de sus teorías de la conspiración -como ya hizo el jueves en sus declaraciones a la salida del tribunal- para evitar que si recupera el poder ponga fin a la invasión de inmigrantes, describiendo a la prensa un escenario apocalíptico en el que hordas de foráneos inundan el país. «Millones y millones de personas están llegando de todas partes del mundo. No sólo de Sudamérica, de África, de Asia, de Oriente Medio: malas personas, personas enfermas... Provenientes de cárceles y prisiones, de instituciones mentales y manicomios», indicó.
Mientras la recaudación para su campaña crecía de forma imparable -34,8 millones de dólares en menos de veinticuatro horas, provenientes de pequeñas donaciones-, los seguidores del expresidente prendían fuego a las redes enfurecidos por el veredicto y con llamamientos incendiarios a la violencia, a los disturbios, a la insurrección armada e incluso a una guerra civil abierta. Los simpatizantes de MAGA inundaron plataformas como Truth Social, Patriots.Win y Gateway Pundit para apremiar explícitamente a la toma de represalias violentas, ataques contra los miembros del jurado, la ejecución del juez Juan Merchán y la muerte de liberales e izquierdistas.
Duda que Joe Biden haya jugado un papel directo en su condena porque «no se entera de nada»
«Trump amenaza la democracia. Primero cuestionó nuestro sistema electoral y luego el judicial»
«Alguien en Nueva York que no tenga nada que perder que se haga cargo de Merchán», decía un exaltado en Patriots.Win. En Gateway Pundit otro declaraba que era «hora de empezar a liquidar izquierdistas. Esto no se puede solucionar votando». «Ojalá se haga frente a los ilegales con un machete», afirmaba otra publicación de Patriots.Win y algún seguidor publicó una foto en la plataforma con un verdugo y una soga, donde escribió: «Mafioso traidor del sistema judicial».
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Jacob Ware, investigador del Consejo de Relaciones Exteriores y coautor del libro 'Dios, las armas y la sedición: el terrorismo de extrema derecha en Estados Unidos', señaló que el lenguaje violento utilizado por los seguidores de Trump testimonia «la fuerte capacidad del expresidente para movilizar a los partidarios más extremistas a pasar a la acción, tanto en las urnas como mediante la violencia». «Hasta que acepte el proceso, la reacción extremista a sus problemas legales será militante», dijo.
La campaña del presidente, Joe Biden, advirtió el jueves por la noche (madrugada de este viernes en España) de que, a pesar de ser ahora un «delincuente convicto desquiciado», la candidatura de Donald Trump a la Casa Blanca no ha terminado. «La única forma de mantenerlo fuera del Despacho Oval es mediante las urnas», señaló el director de comunicaciones, Michael Tyler. En su opinión, la condena reivindica el sistema de justicia estadounidense. «Nadie está por encima de la ley», añadió.
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El Kremlin dijo este viernes que la condena contra Donald Trump es una demostración de la «eliminación de rivales políticos por todos los medios legales e ilegales posibles» en Estados Unidos. Fue uno de los escasos gobiernos que salieron en defensa del líder republicano, a quien el húngaro Viktor Orbán calificó de «hombre de honor» que «siempre ha antepuesto a su país, infundió respeto en todo el mundo y construido la paz». El derechista Matteo Salvini, líder de la Liga Italiana, envió su «solidaridad y pleno apoyo» al expresidente convicto, al que consideró «víctima de acoso judicial» orquestado por la izquierda. El populista británico Nigel Farage tachó el veredicto de «desgracia», pero vaticinó que «Trump logrará ahora una gran victoria» electoral.
Seguidamente advirtió sobre la gran amenaza que Trump supone para la democracia y las libertades constitucionales tras haber prometido ser un dictador el primer día de su mandato y suspender la Constitución. El regreso de Trump, consideró, «significa venganza, el fin de las libertades y el fomento de la violencia política».
Biden, que este viernes regresó a la Casa Blanca desde Delaware, donde celebraba con su familia la conmemoración del noveno aniversario de la muerte por cáncer cerebral de su hijo Beau, se limitó a declarar que es «imprudente, peligroso e irresponsable» decir que el juicio fue amañado sólo porque a Trump no le gusta el veredicto». El sistema de justicia estadounidense, dijo, ha durado casi 250 años y es «literalmente la piedra angular del país. Debe ser respetado».
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Trump conocerá su condena el 11 de julio, cuatro días antes de la Convención Nacional Republicana de Milwaukee, Wisconsin, donde se espera que sea nominado oficialmente. En EE UU no existe ninguna ley o precepto constitucional que impida a un convicto presentarse como candidato a la presidencia, incluso en el escenario, improbable pero no imposible, de que estuviera encarcelado.
Trump se ha convertido en el primer expresidente de EE UU convicto después de que el jurado le declarase culpable de 34 cargos por falsificación mercantil.
Debe presentarse al Departamento de Libertad Condicional, pero previsiblemente tendrá un doble estatus que le permita viajar.
El juez Merchán dictará la condena el 11 de julio. Cómo máximo serían cuatro años de cárcel y lo más probable es que no llegue a pisar un calabozo.
Las sentencias del Estado de Nueva York permiten votar a los convictos si no están en prisión, así que el candidato republicano podrá depositar su papeleta en las presidenciales de noviembre.
Nadie sabe qué efecto tendrá la condena en la campaña electoral. Se trata de un caso histórico en la política estadounidense. De momento, su apoyo sigue siendo sólido. Si resulta elegido, sería el primer convicto al frente de la Casa Blanca.
No parece posible que Trump pudiera indultarse a sí mismo si logra la presidencia al tratarse de un caso estatal.
Las encuestas revelan que un número significativo de partidarios republicanos no se sienten cómodos con la idea de votar a un delincuente para dirigir el país. Esta tendencia es más acentuada entre los jóvenes y la población negra, y podría suponer un porcentaje decisivo a favor de Biden.
La capacidad de supervivencia de Trump es muy alta. Algunos análisis se fijan en que nadie de su equipo ha desertado y en el Partido Republicano tampoco ha habido un terremoto crítico.
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