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Caroline Conejero
Nueva York
Martes, 25 de abril 2023, 23:01
A menos de un mes de ser imputado de cargos relacionados con un pago de dinero secreto a una estrella porno, Donald Trump se enfrenta esta semana a un juicio por violación que, de prosperar, podría, por primera vez, responsabilizarle de agresión sexual, tras un ... historial de decenas de acusaciones de asalto sexual y conducta inapropiada. Este martes ha comenzado la selección del jurado que tendrá que dirimir en la demanda de la columnista de la revista 'Elle', E. Jean Carroll que acusa al expresidente de asalto sexual en unos almacenes de alta gama en la década de los 90.
El caso es una demanda de 2019, que Trump ha intentado bloquear sin éxito una y otra vez, y que a medida que se alarga, no hace más que complicarse. El lunes, Lewis Kaplan, el juez federal que supervisa el caso rechazó un recurso del equipo legal del exmandatario para evitar que los miembros del jurado sepan de otro caso suyo de conducta sexual inapropiada que habría tenido lugar en 2005. El incidente envuelve a la excorresponsal de la revista 'People', Natasha Stoynoff, y que, de testificar, podría establecer un patrón de conducta adverso al acusado.
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El episodio tuvo lugar en Mar-a-Lago cuando Stoynoff realizaba una historia para la sección de celebridades sobre el primer aniversario de bodas de Trump con su esposa embarazada, Melania, y ésta se excusó para ir a cambiarse de ropa para la sesión de fotos. Tras ello, Trump se llevó a la periodista a mostrarle la mansión hasta llegar a una habitación donde cerró la puerta detrás de ellos. El juez Kaplan dictaminó que el equipo legal de Trump presentó su apelación demasiado tarde, y permitió que la periodista testifique en el caso.
Trump se enfrenta a dos demandas civiles, una por difamación que proviene de 2019, (cuando el caso de violación había prescrito ya), después de que Carroll publicara un libro que incluía el episodio y el entonces presidente Trump la acusara de mentir para promover las ventas del libro. La segunda, por la violación en sí, fue presentada el año pasado en virtud de una nueva ley en el Estado de Nueva York que permite a las víctimas de asalto sexual querellarse por la vía civil aun cuando el caso haya prescrito por la vía penal.
Como ambas demandas son civiles, no existe riesgo de cárcel para el expresidente. Con todo, el jurado podría establecer una compensación multimillonaria por daños para Carroll. El juicio conlleva riesgos considerables para ambas partes por un incidente que supuestamente ocurrió hace casi 30 años y que carece de testigos presenciales.
Según Carroll, una noche a finales de 1995 o principios de 1996, se encontró con Trump a la salida de los almacenes Bergdorf Goodman, que la reconoció porque ambos 'navegaban los mismos círculos de medios de Nueva York'. Trump le pidió consejo para comprar un regalo para una 'chica', y tras intercambiar algunas ideas, él sugirió visitar el departamento de lencería. Según la demanda, en el mostrador vieron una pieza transparente gris lila y los dos bromearon sobre cuál de ellos debería probársela. Tras ello, Trump la cogió del brazo, la condujo al probador, que estaba vacío, y cerró la puerta. Una vez dentro, la empujó contra la pared, golpeándole la cabeza y le «puso la boca sobre los labios».
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Cuando ella le empujó hacia atrás, él «la sujetó de los dos brazos», la empujó de nuevo, «le metió la mano debajo del abrigo y le bajó las medias». Según la descripción de Carroll en la demanda, Trump se desabrochó los pantalones, 'empujó los dedos en sus genitales y forzó la penetración'. Carroll se liberó poniendo la rodilla contra él y empujándolo, y salió corriendo. Al salir de los almacenes llamó inmediatamente a una amiga, Lisa Birnbach, y le relató el incidente. Birnbach le dijo que 'la había violado' y la instó a llamar a la Policía, pero «en estado de shock y reacia a verse como una víctima de violación», no lo hizo.
Varios días después, Carroll se lo contó a otra amiga, Carol Martin, que le aconsejó que no se lo dijera a nadie, y así lo hizo. Se espera que ambas, Birnbach y Martin, sean testigos de la acusación. En cualquier caso, dicho proceso entraña riesgos. Carroll tendrá que convencer a un jurado de que crea su testimonio sin testigos presenciales, y tendrá que someterse a un agresivo interrogatorio en la que el equipo legal de la defensa intentará desacreditarla a través de detalles íntimos que tendrá que revivir en público de nuevo.
Los abogados de Trump intentarán demostrar que el caso es parte de una trama política contra él y de que la demandante alberga motivos lucrativos. Como se trata de un caso civil y la asistencia no es obligatoria, Trump ha anunciado ya que no irá, a diferencia de Carroll.
El juez Kaplan, ha ordenado un jurado anónimo, lo que significa que los nombres de los miembros no se divulgarán al público ni a Carroll, Trump o sus abogados, un paso inusual que intenta proteger las identidades de los mismos debido al «gran riesgo» de acoso y amenazas de violencia que ya se han producido con anterioridad en casos relacionados con el expresidente por parte de sus partidarios.
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