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Para Donald Trump, cada comparecencia judicial se ha convertido en una oportunidad política. Y nada cala más entre sus bases que el victimismo y la rabia de una persecución política. Este lunes, durante su primer interrogatorio ante un tribunal, dentro de la saga actual en ... la que enfrenta también 91 cargos penales, el mandatario puso a prueba la paciencia del juez Arthur Engoron con diatribas políticas y desafíos personales.
El juicio civil por el fraude fiscal de sus empresas, a la hora de inflar y devaluar sus activos, dependiendo de los que conviniese para préstamos y seguros, ya lo tenía perdido desde septiembre, cuando el juez consideró culpable a Trump Organization en un sumario preliminar. Lo que se trata ahora es de fijar el alcance y las penas. La Fiscalía pide 250 millones de dólares, además de inhabilitarle para hacer negocios en el estado de Nueva York en el que se le juzga. «¡Usted dice que soy un fraude y ni siquiera me conoce!», atacó el magnate al magistrado.
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Caroline Conejero
Su abogado le había presentado, de forma intimidatoria, como «el futuro presidente de EE UU». Falta un año para las elecciones, pero las encuestas presentadas el domingo por 'The New York Times', reflejan que, efectivamente, el probable candidato republicano ganaría al actual mandatario en el desquite de noviembre próximo. Biden va por detrás en cinco estados clave -Michigan, Pensilvania, Georgia, Nevada y Arizona-, en gran parte porque ha decepcionado a sectores claves del electorado como los afroamericanos o los jóvenes, entre los que se anticipa un gran absentismo.
«Esto es una persecución política, es la primera vez que se usa este método de hacer trampa tan fragante en EE UU», acusó Trump al entrar a los juzgados, «¡Caza de Brujas!». Justo lo que había anticipado que diría «con toda certeza» la fiscal general del Estado de Nueva York Letitia James, la primera afroamericana en el cargo, a la que ante el juez Trump acusó de racismo y de ser una «agente política» del presidente. El magnate estaba fuera de control, en palabras del magistrado, que llegó a ordenar un receso para dar tiempo a sus abogados a que «controlaran» al demandado, antes de que él tuviera que «excusarle» de la sala.
El descanso no sirvió para calmarle, hasta el punto de que cundió la sospecha de que intentaba hacer perder al juez los estribos para poder usarlo contra él. «Tienes derecho a contratar a un abogado para que hable por ti si ve algo mal, pero a mí hoy me ha gritado que me sentara», dijo a los periodistas su letrada más elegante, Alina Habba, que acusó al juez de corrupción.
El expresidente evadía responder a las preguntas pronunciando en su lugar largas diatribas políticas y comentarios irrelevantes sobre sus éxitos como empresario y la grandiosidad de sus propiedades, en las que supuestamente habría construido «el mejor campo de golf del mundo», dijo del de Escocia. «¡No quiero escuchar lo que tiene que decir», dijo desesperado el juez. «Es lo más honesto que se ha dicho en la sala, viniendo de un juez que ya había predeterminado que mi cliente había cometido fraude antes incluso de que entráramos», contó después complacida la abogada, sin mencionar que eso es un procedimiento estándar en este tipo de juicios civiles. La Fiscalía ha presentado una investigación concluyente, que incluye la confesión del director contable de la empresa.
Los dos hijos mayores del magnate declararon la semana pasada, mientras que Ivanka Trump lo hará el miércoles. A diferencia de Trump, que no deja por escrito rastro alguno de sus conversaciones, sus hijos fueron confrontados con correos electrónicos que contradecían su testimonio de que eran ajenos al trabajo del contable en el que habían delegado. La Fiscalía intenta ahora probar que Trump conocía las cifras infladas que este presentaba. Cuando se le dijo que un agente inmobiliario había triplicado la superficie de 2.700 metros que tiene su ático de la Torre Trump, el magnate argumentó que había incluido el tejado. «Tengo acceso a él, si lo incluyes no está lejos de eso». En la estimación se había contado hasta el hueco del ascensor, pero Trump lo tenía calculado. «Hay una cláusula de descargo de responsabilidades», replicó el magnate. «Si lo pones y te equivocas en algo no te puede demandar la oficina del fiscal general». El cálculo que le es más favorable es que no se esperan sentencias judiciales antes de las elecciones, por lo que el presidente seguirá en campaña en los juicios que le aguardan.
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