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Desde que Donald Trump supo que iba a regresar al Despacho Oval tras salir victorioso en las elecciones presidenciales de noviembre, juró venganza contra todas aquellas instituciones, empresas, asociaciones y personas que le habían hecho daño durante estos años. Y por supuesto, los medios de ... comunicación no iban a ser una excepción. En su primera rueda de prensa tras salir presidente electo, prometió «enderezar a la prensa corrupta» del país. Todo ello, enmarcado tras una victoria atípica al saber que la cadena ABC News -propiedad de Walt Disney Company- lo iba a indemnizar con 15 millones de dólares, que irán destinados a su «futura fundación y museo presidencial», además de un millón adicional en honorarios.
Su equipo presentó una demanda contra la cadena tras una entrevista emitida en marzo, en la que el presentador George Stephanopoulos insinuó que el magnate había sido declarado culpable de violar a la escritora E. Jean Carroll. En realidad, el tribunal condenó a Trump por difamación y le obligó a abonar una fuerte multa a Carroll. La ABC News, propiedad de Walt Disney Company, prefirió evitar sumergirse en un profundo proceso legal en los tribunales y llegó a un pacto con los representantes del futuro presidente estadounidense para enmendar el error.
Este hecho constituye una victoria atípica porque anteriormente el mandatario no había tenido éxito alguno en sus demandas contra los medios de comunicación. El presidente electo acumula un largo historial de antecedentes hostiles contra el denominado cuarto poder. Desde su primer mandato, siempre se ha mostrado muy crítico con el papel de la prensa, y prueba de ello son los incontables tuits que les ha dedicado, por ejemplo, a periódicos como el 'The New York Times' o el 'The Washington Post', a los que ha señalado públicamente como «enemigos de la gente», «deshonestos» o «corruptos». Según un estudio de Reporteros Sin Fronteras, utilizó el término «fake news» en 2.000 ocasiones durante su presidencia.
#FraudNewsCNN #FNN pic.twitter.com/WYUnHjjUjg
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) July 2, 2017
En pleno clímax de la campaña electoral, el 1 de noviembre, Trump demandó también a la cadena de televisión CBS, acusándola de haber manipulado la entrevista de Kamala Harris emitida unos días antes, y calificando de «engañosa» la edición de la misma. La demanda reclamaba 10.000 millones de dólares en daños y perjuicios y denunciaba a la cadena por haber participado en «actos partidistas e ilegales de interferencia electoral y de votantes a través de distorsiones de noticias maliciosas, engañosas y sustanciales».
Pero el episodio más reciente de una guerra cada vez más exacerbada sucedió este mismo mes de noviembre, cuando presentó una demanda contra la encuestadora J. Ann Selzer y el periódico 'Des Moines Register' «por una descarada interferencia electoral» que situaba al republicano tres puntos por detrás de Kamala Harris en el Estado de Iowa. Finalmente, Trump arrasó con una ventaja de trece puntos. «Me siento en la obligación de presentar una demanda contra la gente de Iowa, su periódico, que tenía una encuestadora muy, muy buena que justo antes de la elección, dijo que iba a perder por tres o cuatro puntos», dijo Trump con ironía.
La demanda afirma que los «residentes del Estado fueron engañados por la encuesta manipulada de Harris» y que «el error del sondeo no fue una coincidencia asombrosa, sino que fue intencional». Ann Selzer aseguró después de los comicios que a partir de ahora se dedicará a otras actividades desligadas de la política. La analista ha sido una de las más respetadas por demócratas y republicanos debido a sus precisos sondeos de opinión en Iowa, uno de los Estados que registran una gran influencia en los procesos electorales. Ambos bandos tildaban sus encuestas como el «estándar de oro» y a ella misma se la considerada «bipartidista» por pronosticar victorias tanto para candidatos conservadores como demócratas.
El 'Des Moines Register' se defendió de las acusaciones de Trump en un comunicado en el que alegaba haber reconocido que la encuesta «no reflejó el margen final« de su victoria, pero había sido completamente rigurosa desde el punto de vista técnico »al publicar los datos demográficos completos de la encuesta, las tablas cruzadas, los datos ponderados y no ponderados, así como una explicación técnica de la encuestadora Ann Selzer. Respaldamos nuestra información sobre el asunto y creemos que esta demanda no tiene fundamento».
De hecho, las pasadas elecciones de noviembre, en las que el líder republicano arrasó, supusieron un vuelco para la mayoría de los sondeos estatales y nacionales que, en las semanas previas, pronsticaban un empate técnico constante con la aspirante demócrata, Kamala Harris.
El pacto entre ABC News y Donald Trump ha hecho que muchos medios de comunicación se estremezcan y hayan activado la señal de alerta. Según varias fuentes del medio propiedad de Disney, que han preferido mantenerse en el anonimato, las dos partes llegaron a un acuerdo no sólo por los riesgos legales del caso, sino también por las promesas de Trump de tomar represalias contra sus enemigos. Según Chuck Todd, de la propia cadena, esto «sienta un precedente peligroso del que será muy difícil salir. Ha sido un golpe al estómago para cualquiera que trabaje en un medio de comunicación».
Los defensores de la primera enmienda de la Carta de Derechos de Estados Unidos, que garantiza que el «Congreso no puede crear leyes para limitar la libertad de expresión y prensa», observan con preocupación el desarrollo de los acontecimientos. Temen que, con su actitud, el magnate abra la puerta a oleadas de demandas ante las informaciones inconvenientes o críticas o que pueda «crear una confluencia de fuerzas legales, políticas y sociales que trabajan juntas para erosionar la confianza que algún día tuvimos en la vitalidad de la prensa estadounidense», según RonNell Andersen Jones, experto en la Primera Enmienda y profesor de Derecho en la Universidad de Utah.
En su primer mandato, la Casa Blanca pasó casi un año, en concreto 300 días, sin que su portavoz de comunicación diera una rueda de prensa oficial. Y ya ha habido afines al republicanismo más duro que apuestan porque en la próxima legislatura no se permita entrar en la sala de prensa a los medios más críticos.
En cualquier caso, el mal ya está hecho, según parece. El 31% es el porcentaje de estadounidenses que expresa «mucha o bastante» confianza en los medios de su país para informar de la actualidad «de manera completa, precisa y justa». El dato, extraído del estudio que Gallup' publica desde 1972, es el más bajo de la serie histórica. Y la publicación evidencia que la caída es estable, siendo 1976 el año en el que más confianza tenían (72%). Desde entonces, el porcentaje ha ido disminuyendo año a año. La polarización política, la influencia de sus líderes, los bulos en los discursos y la proliferación de 'fake news' en redes y medios alternativos han acelerado la desconfianza en los últimos tiempos.
El estudio también demuestra que es una cuestión relacionada con la ideología y la edad. Por ejemplo, el 54% de los demócratas dice que tiene mucha o suficiente confianza en la prensa, pero por el contrario, solo el 12% de los republicanos lo hace, un ínfimo porcentaje que también deja entrever el alto grado de polarización que reina en la sociedad norteamericana actual. Por otro lado, los jóvenes entre 18 y 29 años son más reticentes frente a los mayores de 65 años, que sitúan su confianza en un 43%.
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