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Donald Trump volvió a empuñar anoche el arma arancelaria, una medida de distracción masiva que promete redefinir el panorama del comercio automotriz internacional. El presidente ... de Estados Unidos firmó un decreto que impone a partir del 2 de abril aranceles adicionales permanentes de hasta un 25% para las importaciones de automóviles de «amigos y enemigos». En la actualidad son del 2,5%.
Trump cree que sus aranceles «llevarán a un tremendo crecimiento de la industria automovilística» y, de hecho, afirma, ya han traído «un boom de inversión en las últimas seis semanas». Sus asesores aseguraron ayer, mientras firmaba, que estos gravámenes generarán 100.000 millones de dólares adicionales en ingresos, aunque él lo aumentó, igual de aleatoriamente, a «entre 600.000 millones y un billón en uno o dos años».
Según el texto del decreto, el arancel del 25% se aplicará a «los vehículos de pasajeros importados (sedanes, SUV, 'crossovers', monovolúmenes, furgonetas de carga) y a las camionetas ligeras, así como a piezas clave del automóvil (motores, transmisiones, componentes del tren motriz y componentes eléctricos), con procesos previstos para ampliar los aranceles a otras piezas si fuera necesario». Las piezas fabricadas en México y Canadá quedan exentas temporalmente hasta que se determine qué parte es estadounidense y cuál no, mientras que a los vehículos fabricados en esos dos países se les aplicará un gravamen parcial. Y ello pesar de que Trump dijo que no haría excepciones. «Francamente, los amigos muchas veces han sido peores que los enemigos», observó ayer.
El incremento sobre los componentes afectará al mercado local con un alza de precios potencial para el consumidor estadounidense. Ford, General Motor y Stellantis dependen en gran medida de esas piezas para su mercado doméstico en EEUU.
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El anuncio estaba previsto para la primera semana de abril, cuando entrarán en vigor, pero a la luz de la intensidad cobrada por el escándalo de las filtraciones de planes de guerra en un chat de Signal, la Casa Blanca necesitaba desviar la atención. «Mira, aquí estamos hablando de cómo las grandes compañías del mundo se mudan a EEUU, ¿y tú quieres hablar de Signal?», atajó Trump ayer a preguntas de un periodista.
La noticia agitó a los mercados, alarmó a los fabricantes y obligó a los países vecinos a preparar contramedidas. Trump ha sostenido durante mucho tiempo que estos aranceles fomentarán la fabricación nacional, apostando a que los costos adicionales incentivarán a las empresas a trasladar su producción a territorio estadounidense. «Es muy simple, porque si fabricas tu producto en EE UU, no hay aranceles», repitió ayer.
El primer ministro canadiense, Mark Carney, reaccionó con rapidez y anunció un fondo de respuesta estratégica de 2.000 millones de dólares canadienses (unos 1.300 millones de euros) para reestructurar la industria del automóvil si los aranceles de EE UU entran en vigor, que está por ver. Su objetivo, explicó, es construir un sistema «hecho totalmente en Canadá» que reduzca o elimine la dependencia de componentes que atraviesan varias veces la frontera.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, lamentó «profundamente» el anuncio de Trump y avanzó en un comunicado que la UE «evaluará» la respuesta a dicha medida. El bloque comunitario, afirmó, «seguirá buscando soluciones negociadas» que permitan salvaguardar sus intereses económicos.
Países como México, Alemania, Japón y Corea del Sur, que exportan vehículos y componentes a EE UU, podrían reaccionar también a estas medidas proteccionistas, pero los fabricantes en sí prefieren estar en el lado bueno de Trump. La surcoreana Hyundai se ha sumado a su propuesta al anunciar el lunes la construcción de una acería en Luisiana para reducir su exposición a los aranceles.
Caída de la Bolsa
Lo que no se hizo esperar fue la reacción de los mercados financieros. El Dow Jones cayó ayer 132,71 puntos, o el 0,31%. Las acciones de General Motors y Stellantis perdieron cada una más del 3%, y las de Tesla un 5%, arrastrando también a otras empresas como Amazon, que registró una caída del 3%.
Expertos en comercio citados por Reuters adelantaban que la administración Trump podría basarse en una investigación de 2019 que concluyó que las importaciones excesivas de automóviles debilitaban la base industrial y podrían perjudicar la seguridad nacional. Aunque en ese momento no se tomaron acciones, esta investigación podría servir como respaldo legal para los nuevos gravámenes.
Trump planea anunciar su mayor traca de aranceles el próximo día 2, que ha bautizado como 'Día de la Liberación', para magnificar el papel victimista que asume a la hora de vengarse de las regulaciones de otros países, particularmente de la Unión Europea, donde considera que incluso el IVA es un arancel.
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