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Mercedes Gallego
Corresponsal. Nueva York
Viernes, 24 de enero 2025, 07:18
La fascinación colectiva por los grandes asesinatos que sacudieron al mundo en los años 60 colude con las teorías conspiratorias sobre el 'deep state', ese estado profundo por el que Donald Trump se siente perseguido. Era hora de arrojar luz sobre qué hay detrás de ... tanta sospecha en los ficheros más secretos del país.
El jueves, entre firma y firma, le pusieron por delante una orden ejecutiva titulada 'Desclasificación de archivos concernientes a los asesinatos del presidente John F. Kennedy, el senador Robert F. Kennedy y el reverendo Martin Luther King'. «¡Ah, esta es una gorda!», comentó entusiasmado. «Hay mucha gente que lleva años y décadas esperando esto. Ahora se va a revelar todo», prometió.
El documento establece un plazo máximo de 45 días para que los archivos sean publicados en su totalidad. Esto incluye no solo los documentos relacionados con el asesinato de John F. Kennedy, cuya desclasificación estaba estipulada desde 1992, pero ha sido constantemente aplazada por motivos de seguridad nacional.
Desde su asesinato el 22 de noviembre de 1963, la muerte del carismático presidente de 43 años que conquistó a Marilyn Morgan y al mundo, ha sido objeto de continuas especulaciones. La policía tardo menos de una hora en detener a Lee Harvey Oswald como presunto autor del crimen, pero precisamente el asesinato de este disparó la intriga al verse como un intento de impedir que revelase quién le había contratado. Aunque la Comisión Warren concluyó que Oswald actuó solo, muchos creen que se trató de una conspiración que involucró a la CIA, la mafia o incluso a gobiernos extranjeros. Cinco años después, la muerte de Robert F. Kennedy en plena campaña presidencial dejó los mismos interrogantes sobre los motivos de su asesino, perpetrado por Sirhan Sirhan. Y ese mismo año, el asesinato de Martin Luther King se consideró como un intento de apagar la lucha por los derechos civiles.
El hijo del senador que pretendía llevar el testigo del presidente Kennedy es ahora parte del gabinete de Trump y aprovecha esa influencia para que salgan a la luz los detalles de la investigación que siempre le han mortificado. Con su afinidad para alimentar sospechas, Trump ha avivado el fuego con alusiones a «entramados oscuros» dentro de lo más profundo del gobierno de EEUU. Su orden ejecutiva descarta que la seguridad nacional sea ya un obstáculo para la revelación de estos secretos. «He determinado que la continua censura y retención de información en los documentos relacionados con el asesinato del presidente John F. Kennedy no se corresponde con el interés público», decretó. «La publicación de estos documentos ya se ha retrasado demasiado».
La pelota está ahora en el tejado de la Oficina del Director de Inteligencia Nacional y el Departamento de Justicia, que tienen la misión de coordinar la desclasificación de los archivos. El temor en las instituciones es que al hacerlo se ponga en riesgo la reputación de figuras clave o incluso se comprometan relaciones diplomáticas. Desde los años 90 ya han salido a la luz algunos documentos, incluyendo memorandos que apuntan a la tensión entre Kennedy y sus altos mandos militares, así como registros del FBI que evidencian la vigilancia de King y sus aliados. Un torrente de periodistas, investigadores y ciudadanos comunes se prepara para bucear entre millones de documentos en busca de las piezas clave del rompecabezas, que podrían confirmar o desmentir las teorías conspirativas, pero en ningún caso acallarlas para siempre.
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