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Ni la voz a veces entrecortada por los sollozos, ni el arrepentimiento que declaró sentir por sus actos le valieron al acusado de liderar el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021, Enrique Tarrio, para eludir la cárcel. La Justicia estadounidense dictó el ... martes 22 años de prisión a Tarrio por conspiración sediciosa, la sentencia más dura hasta el momento por el ataque a la sede parlamentaria. Exdirigente de la formación ultraderechista Proud Boys (2018-2021) y responsable también de la asociación Latinos for Trump, Tarrio habría sido el cabecilla de la revuelta.
Ese día, más de un millar de personas acudieron al edificio federal -1.100 han sido declaradas culpables-, entre ellas se encontraban 200 miembros de los Proud Boys. «Tarrio era el líder máximo de la conspiración», advirtió el juez de distrito Timothy Kelly. Pero el «organizador» no estaba en la capital estadounidense cuando se desató la rebelión. Dos días había sido arrestado a su llegada a Washington y puesto bajo orden judicial de abandonar la ciudad. Tarrio, de 39 años, se encontraba entonces en Baltimore, en el vecino estado de Maryland. La Fiscalía había pedido una pena de 33 años por no haber estado presente en las actividades.
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«La única razón por la que Tarrio no marchó junto a los demás fue porque estaba detenido», explicó el magistrado para determinar los 22 años de condena. «No tuvo la intención de matar. Pero hizo mucho más daño del que podría haber hecho como un agitador individual», zanjó. El impasible juez desestimó las disculpas por el «dolor y sufrimiento» que sufrieron las fuerzas del orden y los legisladores que el acusado pidió en el estrado. «Fallé miserablemente», dijo. «Por favor, tengan piedad de mí», añadió.
La clemencia fue secundada por el abogado defensor, que insistió en que este hijo de inmigrantes cubanos, nacido en Florida, ha cooperado en las investigaciones federales sobre el tráfico de drogas y trata de personas. Entre 2012 y 2014, Tarrio habría trabajado como informante para agentes de la ley tanto locales como federales. Habría ayudado a la captura de más de doce personas en casos relacionados con el narcotráfico, el juego ilegal y el tráfico de seres humanos, según Reuters. Pero, Tarrio niega haber estado involucrado en las investigaciones. Las mismas a las que ha apelado en el reciente juicio para que no «me quiten mis cuarenta y tantos años».
No es la primera vez que pisa un juzgado. Desde sus 20 años conoce la cárcel cuando fue acusado por robo. En 2013, fue condenado a treinta meses de prisión (de los cuales cumplió dieciséis) por la reventa de equipos médicos sustraídos.
Creció en la Pequeña Habana, un barrio popular de Miami. Se autodenomina como «afrocubano» y niega ser un supremacista, pese a pertenecer a la organización masculina, ultranacionalista y de extrema derecha estadounidense. Un club que no permite la integración de mujeres y en el que no se disculpa por «crear el mundo moderno».
«Soy bastante moreno, soy cubano. No tengo nada de supremacista blanco», dijo en 2020. Tarrio se declaró hace cuatro años en contra del racismo y el fascismo. «Denuncio el supremacismo blanco. Denuncio el antisemitismo. Denuncio el racismo. Denuncio el fascismo. Denuncio el comunismo y cualquier otro -ismo que discrimine a las personas debido a su raza, religión, cultura o color de piel».
Sin embargo, dos días antes del asalto al Capitolio había quemado una pancarta de Black Lives Matter de una manifestación previa. También es dueño de una tienda de artículos de la extrema derecha. «Supremacista americano», «Pinochet no hizo nada» y «Chauvinismo occidental» son algunas de las frases que exhiben sus camisetas con las que ha sido fotografiado. En los años de presidencia de Donald Trump adoptó al republicano como su ídolo. «El 3 de noviembre de 2020 sucedió algo que nunca había imaginado: mi candidato perdió. Sentí como si me hubieran robado algo personalmente», aseguró el acusado en el estrado el día de su juicio.
Inspirado en el magnate, Tarrio se lanzó por la vía política en 2020. Se presentó como candidato al Congreso por el distrito 27 de Florida, pero se retiró poco antes de las primarias del Partido Republicano. Sus propuestas: finalizar la guerra contra las drogas, libertad de expresión en las plataformas digitales, reformas de inmigración y proteger la Segunda Enmienda - derecho de los ciudadanos a la tenencia de armas-.
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