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El pasado 24 de enero, seis mexicanos aparecieron muertos en el desierto de Mojave, en California. Habían sido tiroteados y a dos de ellos habían intentado quemarlos. Sus coches estaban destrozados por cientos de disparos. Una escena de película. La masacre ha sido atribuida por la Policía de San Bernardino a un ajuste de cuentas entre cárteles mexicanos que se dedican al cultivo de marihuana, que en California es legal bajo el control de la administración. Este dato ha llevado a que en Estados Unidos se haya abierto el debate sobre si la legalización de este estupefaciente va acompañada de un descenso de la criminalidad. Los datos que están surgiendo en California sugieren que la delincuencia, lejos de desaparecer, se está incrementando.
La masacre de San Bernardino está sirviendo para explicar qué ha llevado aparejada la legalización de la marihuana recreativa en California, aprobada en 2016. No todos los efectos son los esperados por los legisladores. En primer lugar, la presencia de las mafias mexicanas en suelo americano se ha multiplicado. Uno de los primeros en dar la voz de alarma sobre el aumento de la delincuencia asociada a la legalización fue el responsable del departamento que vigila el cultivo de marihuana ilegal en grandes extensiones, Bill Ruzzamenti. Según este policía especializado en el tráfico de estupefacientes, «California se ha convertido en el principal proveedor de marihuana ilegal de Estados Unidos». Según este funcionario del Gobierno estatal, lo que ha sucedido en los últimos años es que los grupos de crimen organizado que operaban en suelo mexicano han comenzado a trabajar directamente en California, con lo que el crimen en vez de contenerse se ha expandido.
Esta migración se debe al intento de utilizar las leyes de legalización para camuflar sus cultivos ilegales pero también para poder cultivar su propia droga ya en territorio estadounidense, con lo que se evitan tener que atravesar ninguna frontera para distribuir su producto.
Ruzzamenti también ha dado la alarma sobre algunos de los fenómenos nuevos que están surgiendo. La marihuana mexicana estaba considerada de muy baja calidad mientras que la americana, cultivada en invernaderos, con medidas más sofisticadas y semillas modificadas genéticamente, se consideraba mucho más potente. Antes de la legalización, el kilo de producto mexicano costaba 1.000 dólares mientras que la misma cantidad del estupefaciente norteamericano alcanzaba un valor de 5.000 dólares.
Lo que ha sucedido es que los grupos mexicanos han comenzado a utilizar los mismo protocolos que los cultivadores norteamericanos, con lo que su producción también ha mejorado y se consiguen varias cosechas en un año. Para ello, estas bandas han comenzado utilizar amplias zonas del desierto y también rincones aislados de parques naturales para comenzar a plantar este tipo de marihuana. Allí surgió un nuevo problema.
Xavier Becerra
Fiscal de California en 2018
El Fiscal General de Estados Unidos, junto con agencias locales californianas, emitió un informe sobre los problemas ecológicos que estaba causando el cultivo ilegal de marihuana en zonas vírgenes de Estados Unidos. Los carteles estaban arrasando estas áreas con enormes viveros para los que no dudaban en robar el agua de manantiales naturales. Además, para asegurar que las cosechas se duplicaban se habían comenzado a utilizar todo tipo de fertilizantes, insecticidas y plaguicidas prohibidos que estaban contaminando las tierras y los ríos. «El cultivo ilegal de cannabis es sin lugar a dudas una gran amenaza para la seguridad pública. También está matando nuestra vida silvestre, contaminando nuestras aguas y destruyendo nuestras tierras públicas», aseguró en 2018 el entonces fiscal de California, Xavier Becerra.
Pero esta invasión de zonas recónditas para plantar interminables viveros de marihuana ha llevado otro problema a las zonas más recónditas de marihuana. Los cárteles están utilizando como mano de obra para sus granjas a inmigrantes ilegales, algo que también han denunciado las autoridades de California. Estas personas, además son sometidas a todo tipo malos tratos y prácticas abusivas. Además, en algunas ocasiones están sometidas a condiciones de cuasi esclavitud. En 2020, siete inmigrantes laosianos que trabajaban en uno de estos cultivos ilegales aparecieron asesinados en Riverside, una zona aislada en la que proliferan las plantaciones controladas por las mafias.
Los permisos del Gobierno para plantar o consumir marihuana tampoco están sirviendo para asentar prácticas que se sometan a la ley. Según un informe elaborado el años pasado por el consorcio formado por los distribuidores legales de este producto, de los 3.000 locales que existen en California para vender esta droga, solo 800 disponen de licencia. Esta misma organización ya alertó en 2019 que el cannabis legal supone un negocio de 3.000 millones de dólares en el Estado, mientras que el ilegal mueve el triple de dinero. Esta diferencia se ha ido agrandando.
El asesinato de seis personas en el desierto de Mojave ha sido el último toque de atención a los riesgos que ha creado la expansión de los cárteles. Por el momento, cinco personas de origen mexicano han sido detenidas en California por su relación con los crímenes, aunque la investigación permanece abierta. Al parecer, la matanza fue descubierta por la policía cuando una persona llamó al servicio de urgencia y dijo en español que le habían atacado en una zona del desierto, que le habían herido y que no sabía dónde estaba. Luego la línea se cortó. Las investigaciones preliminares han determinado que el autor de este aviso fue Franklin Noel Bonilla, un joven de 22 años cuyo cadáver fue localizado entre la arena cuando la policía llegó al lugar del tiroteo, tras haber conseguido triangular el lugar desde el que se había realizado la llamada.
Según ha señalado el sheriff de San Bernardino, Shanon Dicus, en el desierto de Mojave los crímenes vinculados con la marihuana son cada vez más frecuentes. El policía destacó que el año pasado, el departamento que dirige recuperó 655.000 plantas de marihuana y se incautó de 370 millones de dólares de los narcotraficantes. «Desde que investigamos los cultivos ilegales de marihuana hemos encontrado varios cadáveres vinculados con este tráfico», agregó. «Basándonos en nuestra formación y experiencia, creemos que muchas de estos delitos pueden estar relacionados con cosas mucho más importantes que están sucediendo».
Distintas fuentes norteamericanas han detectado la implantación en suelo norteamericano del cartel de Sinaloa y el denominado 'Jalisco Nueva Generación' (CJNG). Estos dos grupos han sido los más violentos de la frontera y están implicados también en una de las plagas que está afectando a Estados Unidos: el mercado negro de fentanilo.
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