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mercedes gallego
Nueva York
Martes, 18 de agosto 2020, 09:04
Sin advertencias, sin mensajes subliminales, sin defender ninguna agenda. Bernie Sanders, el senador socialista de Vermont cuya revolución progresista ha llevado a Congreso a una nueva generación de políticas como Alexandria Ocasio-Cortez o Rashida Tlaib, fue tajante durante la inauguración de la ... Convención demócrata a la hora de pedir a sus seguidores que este año se olviden de los remilgos ideológicos y voten por Joe Biden el 3 de noviembre.
«Estas son las elecciones más importantes de la historia moderna de este país», les advirtió. «Lo que está en juego es el futuro de nuestra democracia». Y el de la economía, añadió, y el del planeta. «Tenemos que unirnos para derrotar a Donald Trump y elegir a Joe Biden y Kamala Harris. Amigos, el precio del fracaso es demasiado grande como para imaginárnoslo».
Era la defensa más contundente que haya hecho Sanders de uno de sus rivales. Desde que se lanzó a la aventura electoral para llevar los principios de toda una vida hasta la Casa Blanca, millones de personas se han sumado con pasión a la Revolución Sanders, que él ha rebautizado como 'Nuestra Revolución', porque no quiere personalismos. Tras la derrota de 2016, orquestada por el partido y expuesta por Wikileaks justo antes de la convención de Filadelfia que coronó a Hillary Clinton, el candidato supo transformar esa energía en una ola política que que reposicionó al partido unos grados hacia la izquierda. Su campaña terminó, pero las ideas que había plantado sobrevivieron y se hicieron fuertes en una sociedad reacia al cambio «socialista». El salario mínimo de $15 dólares la hora es ya una realidad en una decena de estados, el objetivo de alcanzar un cien por cien de energía limpia en 15 años es parte del programa de Biden y el clamor por ampliar el programa sanitario de los jubilados al resto de la población ha logrado que el actual candidato se comprometa a bajar la edad de 65 a 60 años.
En lugar de hablar ayer de todo lo que le distancia de Biden y comprometerle públicamente a incorporar sus demandas, Sanders advirtió ayer a sus seguidores de que todo lo logrado en estos cuatro años desaparecerá de un plumazo si Trump gana las elecciones y se perpetúa en el poder. No es tan difícil. Pese a haber propiciado la muerte de 170.000 estadounidense con el negligente manejo de la pandemia, el presidente gana terreno en las encuestas. La ventaja de Biden, que hace un mes era de dos dígitos, se reducía el lunes a nueve puntos en una encuesta de NBC. «Este presidente no solo es una amenaza para nuestra democracia, sino que rechaza la ciencia y ha puesto nuestras vidas y nuestra salud en riesgo», le atacó Sanders. «Y si Nerón tocaba el violín mientras Roma ardía, Trump juega al golf», remató.
No hay votos que perder. Lo que está en juego es el futuro mismo, la supervivencia del imperio y la propia democracia. Trump construye con paso firme un sistema autoritario en el que «lo impensable se ha vuelto normal». Golpea a los manifestantes pacíficos, crea cuerpos paramilitares, sabotea el sistema de correos para impedir el voto por correo «y hasta ha sugerido que no dejará el cargo si pierde», recordó Sanders. «Esto no es normal y no podemos tratarlo como si lo fuera».
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Sin escrúpulos, Trump y sus abogados estudian todas las lagunas del sistema para violar la esencia moral que lo mantenía como un supuesto faro de la democracia. Como en 2016, puede volver a ganar con menos votos que su contrincante si consigue afinar lugares clave. «En uno de los estados que determinó el resultado, el margen ganador fue de media dos votos por colegio», recordó la exprimera dama Michelle Obama. «Dos votos», insistió incrédula. Y todos hemos tenido que vivir con las consecuencias». Por eso no es momento ni de protestas silenciosas mediante la abstención ni de «jugar con candidatos que no tienen oportunidad de ganar», como el del Partido Verde o el rapero Kanye West.
Obama fue la estrella que cerró una noche con tufo a publirreportaje televisivo que guió la actriz Eva Langoria. Tras cuatro años de morderse la lengua, la ex primera dama hizo un repaso de lo que ha hecho Trump con el legado de su marido y le declaró no apto para la presidencia. «Es el presidente equivocado para nuestro país. Ha tenido tiempo de sobra para demostrar que puede hacer el trabajo pero claramente le supera», zanjó. « No puede con este momento, simplemente no puede ser quien necesitamos que sea. Es lo que es».
Por el contrario, 'Joe', el hombre que compartió con su marido los ocho años de gobierno como segundo de a bordo, es un hombre «profundamente decente, que escucha, que dirá la verdad y confiará en la ciencia. Que hará planes inteligentes y manejará a un buen equipo y que gobernará como alguien que vive una vida en la que el resto de nosotros podamos reconocernos».
Palabra de Obama, un apellido que encarna toda la decencia que se recuerda en el gobierno de EEUU, pero también de John Kasich, un republicano que dice poner primero a su país para cruzar filas y pedir a sus correligionarios que voten por Trump, les aseguró que es un hombre «razonable y respetuoso» que «no se dejará presionar» por la gente de izquierda. Y ahí, al tranquilizar a los que temen «que Joe de un giro a la izquierda», dejó inquietos a los millones de seguidores de Sanders que el senador de Vermont quiere llevar hasta el rebaño de Biden. En su discurso de coronación este jueves el candidato tendrá que hilar muy fino para que no se le escape ni un voto, porque todo indica que, como Hillary Clinton, está más enfocado en ganar nuevas almas del rebaño conservador que en agrupar a su partido.
Si en 2016 los organizadores de la convención apagaban las luces para que no se vieran por televisión las protestas del ala Sanders en el pabellón deportivo de Filadelfia, en esta convención virtual sin público no es necesario, porque todo está perfectamente enlatado. Será, por tanto, mucho más difícil calcular la disidencia hasta que se cuenten los votos en noviembre.
El contundente discurso Michelle Obama contra Donald Trump desató la furia del actual presidente estadounidense. «Por favor, que alguien le explique a Michelle Obama que yo no estaría aquí, en la hermosa Casa Banca, sino fuese por lo que hizo tu marido, Barack Obama», dijo a sus más de 85 millones de seguidores de Twitter para acto seguido ensalzar los logros de su mandato. «Mi Gobierno y yo construimos la economía más grandiosa de la historia, de cualquier país. Salvé millones de vidas y ahora estoy construyendo una economía aún más grandiosa que la anterior», aseguró.
No satisfecho aún, Trump fue un paso más allá y tildó de «extremadamente divisivo» y «falto de entusiasmo» el mensaje de Michelle Obama en la Convención Demócrata. «Debería haber hecho el discurso en vivo, lo que no hizo. Y ni siquiera mencionó a la candidata (demócrata) a la Vicepresidencia (Kamala Harris)», criticó. Además, a su entender, la ex primera dama «se extralimitó» en su intervención.
Con gran enfado, a juzgar por el tono de sus tuits matutinos, el inquilino de la Casa Blanca cargó entonces contra la gestión del anterior presidente y su 'número dos' y actual rival en las elecciones del 3 de noviembre. «La Administración Obama-Biden fue la más corrupta de la historia, incluido el hecho de que fueron atrapados espiando mi campaña, el mayor escándalo político en la historia de nuestro país. Se llama traición y más. ¡Gracias por tus amables palabras Michelle!», espetó al recordar que la respuesta del anterior Ejecutivo a la gripe porcina H1N1 «fue considerada débil y patética».
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