El Acuerdo de París sufre un duro golpe con la salida de EE UU

«Lo nuestro es un modelo realista y pragmático», se vanaglorió el jefe de la diplomacia estadounidense. Según se mire. Durante el próximo año EE UU ya no podrá liderar el movimiento político, social y económico para limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 grados respecto a las temperaturas preindustriales, sino que seguirá obligado a cumplir esos acuerdos, al menos durante un año más, y sólo podrá participar en reuniones técnicas. Mientras, el resto de los firmantes fijarán los objetivos de emisiones para 2030. A partir de que se oficialice la salida, EE UU será degradado al estatus de observador.

Queda todavía margen para la esperanza, aunque tenga un precio. La casualidad ha querido que el año de plazo que tendrá que esperar a partir del martes para formalizar esa salida venza el 4 de noviembre de 2020, al día siguiente de las presidenciales en las que Trump se juega la reelección. Si consigue venia para gobernar cuatro años más, esa medida de ruptura puede ser la primera decisión que tome. Si el pueblo estadounidense le releva, el presidente demócrata tendrá margen para corregir el error y rescatar el legado de Barack Obama, aunque tendría que esperar a tomar posesión el 20 de enero de 2021 y, luego, 30 días hasta la reincorporación.

La ONU lamentó la decisión que, afortunadamente, no ha tenido el efecto dominó que Trump buscaba, ya que hasta hoy EE UU, productor del 15% de las emisiones mundiales, sigue siendo el único de los 175 firmantes en abandonar el pacto global. Otros actores como Brasil y Australia podrían seguirle en lo que el exalcalde de Nueva York Michael Bloomberg ha calificado críticamente de «abdicar» de su responsabilidad de liderazgo. La mayoría de los estadounidenses está a favor del acuerdo que intenta alcanzar un equilibrio neutro de emisiones de carbono para el 2050 o pasar a un sistema basado al 100% en energías renovables.