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La Policía de Nueva Orleans se ha encontrado con una banda de narcotraficantes de lo más escurridiza. Sus integrantes se cuelan en el edificio, llegan hasta la sala de pruebas con enorme sigilo y roban la droga decomisada. O, más bien, la devoran, y luego ... deambulan bajo sus efectos por el entorno. Anne Kirkpatrick, jefa del cuerpo policial, daba este lunes la voz de alarma: «Las ratas se están comiendo nuestra marihuana. Todas están drogadas». Con esta denuncia pretende hacer fuerza para el traslado de sus agentes a unas nuevas instalaciones ya que la sede actual, levantada hace más de medio siglo, se cae a trozos y atrae no sólo a roedores, sino a plagas de todo tipo.
Los agentes comenzaron hace tiempo a tener sospechas de que las ratas campaban a sus anchas por el edificio. No eran fáciles de ver mientras había actividad por sus pasillos, pero a veces aparecía algún pequeño excremento sobre los escritorios. «El (equipo) de limpieza merece un premio, tratando de limpiar lo que no se puede limpiar», destacó Kirkpatrick. Cuando se quisieron dar cuenta estas delincuentes de cuatro patas habían logrado acceder a la sala de pruebas e hincarle el diente a la marihuana almacenada de diferentes incautaciones en esta ciudad estadounidense. El problema no es sólo que después los roedores aparecían narcotizados, sino que en su particular asalto se habían tragado parte de las evidencias de más de una causa penal.
La presencia de ratas en la sede policial es la última crisis que ha estallado en el edificio que alberga a la Policía de Nueva Orleans. También hay cucarachas por los despachos, los ascensores están estropeados, las tuberías no funcionan de manera adecuada y el sistema de aire acondicionado colapsó el pasado verano. La factura supera los 6 millones de dólares (casi 5,5 millones de euros al cambio), un dineral que Kirkpatrick cree que no merece la pena pagar y es mejor invertirlo en la reubicación de los agentes -y funcionarios de otros departamentos que trabajan en el mismo destartalado edificio- en otras instalaciones en el centro de la ciudad. Las autoridades locales asumen que es un asunto prioritario y, por ahora, hay un plan sobre la mesa para alquilar un par de pisos en un bloque de oficinas durante una década.
La situación es «desesperada» y, de hecho, varios edificios contiguos a la comisaría ya se encuentran vacíos. Algunos sirvieron tiempo atrás para albergar a presos y otros estuvieron ocupados por los tribunales municipales, cuyas salas acabaron abandonadas después de que el huracán Ida agujereara sus techos en 2021. Las autoridades no descartan que las ratas hayan tomado asimismo esos espacios y, aunque su presencia les ha cogido por sorpresa, no es la primera vez que estos animales se infiltran en una comisaría. Hace un par de años, en India, una banda de roedores se zampó más de 500 kilos de cannabis incautado a traficantes que almacenaba la Policía.
En 2018, en Argentina, ocho agentes fueron despedidos porque sus jefes se negaban a creer la versión que habían dado sobre la desaparición de más de media tonelada de marihuana. Ellos aseguraban que se la habían tragado los ratones, pero la Justicia consideró que estos animales jamás «confundirían la droga con comida». En Nueva Orleans no están tan de acuerdo.
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