Joe Biden tomó este martes personalmente el teléfono para llamar al chef José Andrés y expresarle sus condolencias por el «desgarrador» ataque israelí que ha costado la vida a siete miembros de su organización, según contó este martes la portavoz de la Casa Blanca Karine ... Jean-Pierre. Sin embargo, tuvo que ser el del Consejo Nacional, John Kirby, el que utilizó la palabra «indignación», que resume el sentir de la izquierda en EE UU.
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Benjamín Netanyahu no se lo está poniendo fácil a Biden para seguir apoyándole en la masacre de Gaza en año electoral. World Central Kitchen (WCK) es una organización sin ánimo de lucro con sede en Washington. Tiene lazos profundos con la Administración desde Obama y es muy querida por las cadenas MSNBC y CNN, dada las causas que abandera y lo telegénico que es el cocinero español.
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El chef español fue uno de los primeros en enfrentarse a Donald Trump en 2015 por demonizar a los inmigrantes, hasta el punto de romper el acuerdo de negocios que tenían, lo que le costó una demanda. Durante más de una década ha agrupado a los principales restaurantes de la capital y ha servido comidas en los incendios de California, los tornados de Alabama o los huracanes de Florida, sin olvidarse de los funcionarios públicos cuando la disputa por los presupuestos les dejó sin sueldo. En 2018 la revista 'Times' lo consideró uno de los cien personajes más influyentes del mundo; Jeff Bezos, fundador de Amazon, y dueño del 'Washington Post', le entregó en 2021 la Medalla al Valor y al Civismo, y en 2018 la prestigiosa fundación James Beard le otorgó el premio humanitario del año. Israel no podía haber elegido una organización humanitaria con más simpatías en EE UU.
«El último horror infligido por los bombardeos aéreos en Gaza ha matado a las valientes almas de World Central Kitchen, que llevan comida a los palestinos hambrientos», denunció en X la congresista del Estado de Washington Pramila Jayapal, que pidió la suspensión de ayuda militar a Israel. Esto es lo que está en juego. Si lo que el Gobierno de Netanyahu buscaba con este ataque era forzar la retirada de todas las organizaciones humanitarias que llevan alimentos a los palestinos, lo ha conseguido, pero con ello también arriesga peligrosamente el apoyo de su único valedor en el mundo.
Entre sus incondicionales Israel cuenta con el secretario de Estado, Antony Blinken, hijo de judíos supervivientes del holocausto nazi y fiel asesor de Biden durante más de dos décadas, desde que éste era presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado. Este martes, desde París, Blinken no condenó el atentado en sus declaraciones de condolencias, en las que alabó a los trabajadores de WCK como «héroes» que «muestran lo mejor que la humanidad tiene que ofrecer cuando las cosas se ponen realmente duras». A la espera de la investigación que realizará el propio Ministerio de Defensa israelí, su única crítica es que Israel «tiene que hacer más» para evitar la muerte de civiles.
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Este martes se supo precisamente que la Casa Blanca planea notificar al Congreso de la venta a Israel de medio centenar de cazas F-15, según fuentes de CNN y otros medios. Se trataría de la mayor ayuda militar a este país desde el 7 de octubre, por cerca 18.000 millones de euros, y vendría acompañada de equipos de municiones guiadas con precisión, las armas más sofisticadas de EE UU. Eso demuestra que Tel Aviv pretende continuar la masacre con el apoyo de Washington.
No hay duda de que el ataque al convoy de WCK avivará el polémico debate que esa operación suscitará en el Congreso, donde miembros del Partido Demócrata ya claman la necesidad de cortar la complicidad de la Casa Blanca con esa masacre a través de la venta de armas. «¡Ya basta! Los trabajadores humanitarios de WCK, la ONU y otros ya enfrentaban retos abrumadores para distribuir asistencia en Gaza. No deberían enfrentar también la muerte», pidió en X el senador de Maryland Chris van Hollen, que acusa a Netanyahu de «sacarle al presidente de EE UU el dedo» en Gaza. «Y encima, nosotros le enviamos más bombas», dijo el domingo a ABC News.
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Ya no se trata del 'escuadrón' progresista que componen las diputadas Alexandria Ocasio-Cortez, la palestina Rashida Tlaib, la somalí Ilhan Omar y Ayanna Presley, que desde el principio denuncian la campaña israelí como un genocidio. A la voz del senador independiente -y judío- Bernie Sanders se le van uniendo demócratas en la Cámara Alta, como la de Van Halen, Jeff Merkley, Ben Ray Luján, Peter Welch, Elizabeth Warren, Mazie Hirono y Tina Smith. Los siete firmaron hace dos semanas una carta a Biden advirtiéndole de que la venta de armas a Israel viola la ley de asistencia extranjera, que impide apoyar militarmente a países que restrinjan la entrega humanitaria. «Le urgimos a que le deje claro al Gobierno de Netanyahu que si no permite inmediatamente que se expanda dramáticamente el acceso de ayuda humanitaria y facilita que se haga de forma segura dentro de Gaza, sufrirá serias consecuencias», escribió el grupo, antes incluso del mortal incidente que ha sufrido WCK.
Están, por otro lado, los que, pese a su apoyo a Israel, entienden que la presidencia de EE UU dependerá en noviembre de unas elecciones tan ajustadas que los 250.000 votantes musulmanes de Míchigan pueden ser decisivos. Por algo Donald Trump se encontraba este martes en este Estado para su primer mitin de las últimas tres semanas, dispuesto a pescar votos en ese río revuelto.
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